Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

martes, 31 de diciembre de 2013

DESDE LA "CASA DE MIERES"



Caminatas por Puerto Pinos: las Ubiñas, la Vachota, Pinos pueblo… buena compañía entre ganaderos y caminantes

            Lo que se conoce como Puerto Pinos son una serie de vegas, majadas, puertos y collados que ocupan unas 900 hectáreas en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica. Esta considerable extensión de terreno forma parte de la comarca leonesa de Babia, pero su explotación ganadera es propiedad del Ayuntamiento de Mieres por compra realizada en 1926 a la Fundación Sierra Pambley, una familia de Villablino, por lo que también desde Asturias se le conoce como Puerto de Mieres; de esta singular característica administrativa y ganadera nos ocupamos hace algún tiempo en otro artículo de este blog (Puerto Pinos, 31 de marzo de 2012).
            La Casa de Mieres es un edificio situado  a 1 595 metros de altitud en lugar estratégico dentro del puerto: bar, vivienda del guarda de pastos, refugio y albergue, en su fachada luce el escudo de Mieres y el rótulo que lo identifica; fue en el pasado mes de agosto cuando permanecimos allí unos días para realizar nuestras caminatas, contemplar la espléndida cabaña ganadera y disfrutar de la conversación con los afanosos ganaderos.

El ganado en busca de los mejores pastos del puerto

            La primera caminata tenía que ser a las Ubiñas, y allá fuimos en la mañana de un viernes soleado y sin una brizna de niebla, con alguna intención de llegar a la cumbre más alta. Justo frente a la puerta del albergue pasa el camino que, bordeando el pequeño embalse donde abreva el ganado, sube por el valle de la Cantarilla; luego, abandonamos este camino para seguir hacia la izquierda por una senda que recorre el valle Angosto y sale a la empinada y amplia vega de Candioches. Allí hay varias piedras planas, una de las cuales nos sirve de mesa para el aperitivo siempre que recorremos esta ruta. Al poco tiempo, contemplamos a los ganaderos que conducen un buen rebaño de terneros hacia su destete; labor difícil y complicada en una pradería tan extensa. Nosotros, los caminantes, colaboramos en su trabajo apartándonos a un lado para no obstaculizar el paso de las reses.

Por la vega de Candioches

            El camino continúa por los Ollones donde hay una fuente con abrevadero, y la senda trepa entre las peñas para salir al más amplio valle o vega de Retuerto. Aquí la vista es espectacular: a nuestra espalda, las inconfundibles Tesa, Mesa y Almagrera; al frente, cerrando la vega, la majestuosa Peña Ubiña la Grande entre la Pequeña, a nuestra izquierda y Peña Cerreos, a la derecha.
            El sendero recorre la vega de Retuerto junto al reguero del mismo nombre y al final se empina ya en la ladera de Peña Ubiña la Grande. Nosotros subimos girando hacia la izquierda, bordeando la pequeña peña La Carba, que al lado de cumbres tan altas parece un peñasco en la pradera, y llegamos al collado Ronzón. Sentados en el collado contemplamos el definitivo ascenso y calculamos a qué hora estaríamos en la cumbre para comer la apetitosa empanada que Pipi guarda con celo en la mochila; pero también contemplamos hacia el sur los pueblos de la atractiva y amplia llanura de Babia: Torrestío, Torrebarrio, Genestosa…

Peña Ubiña desde la vega de Retuerto

El pueblo de Babia más próximo a la Casa de Mieres es Pinos, distante unos cinco kilómetros por una pista apta para vehículos de todo terreno y otros atrevidos. La mañana del sábado aparece nublada y con ligera llovizna, por lo que decidimos hacer este recorrido hasta el pueblo en busca de un tiempo más despejado. El camino, después de salvar por una portilla el cierre que limita los pastos, desciende por el valle que labra el río Pinos, que nace en el puerto y desemboca en el río Torrestío, afluente del Luna.

En el camino hacia Pinos

Hasta cuatro veces hay que cruzar el río por vados o por puentes de madera o de piedra; cuando llegamos al llano, en el Rosapero, ya se aprecia, apretado entre las dos laderas del valle, el caserío de Pinos, en el que destaca su iglesia de piedra con la torre cuadrada. Más abajo, a unos dos kilómetros está la villa municipal, San Emiliano de Babia, junto a la carretera que sube al puerto Ventana.
            La primera parte del camino de vuelta la realizamos por la vieja caleya en la margen derecha del río, y al salir del pueblo pasamos junto a una casa de piedra bien restaurada que marca en el dintel la fecha de 1695. Retomamos la pista cuando comienzan las duras rampas de ascenso, las nubes ya han desaparecido y el sol comienza a calentar, por lo que agradecemos una fuente al lado del camino.

El caserío de Pinos apretado en el valle

            Otra caminata fue hacia los llamados Puertos de Lena. En este recorrido, pasamos junto a la ermita de la virgen de las Nieves, donde se celebra la fiesta el 10 de agosto, cruzamos por un bonito puente de madera el río Pinos cerca de su nacimiento y llegamos a las cabañas de Piedra Xobera. Desde allí ascendemos al cordal de los Navares para descender por la otra vertiente a la vega del mismo nombre, por donde corre el llamado Reguero del Puerto. Remontando el reguero llegamos a la majada de La Cubilla, también como en la vega anterior con varias cabañas en buen estado; desde allí iniciamos el ascenso hasta el alto el Palo (1 683 metros), que también se le nombra como puerto de La Cubilla o Las Portillas
.
Majada de La Cubilla desde el alto el Palo

            Hay en el alto un cartel indicando el PR AS-75 Ruta de los Confines de Lena. Recorriendo el primer tramo de esta ruta llegamos, en el collado Rodriguero, a la segunda portilla, la que da entrada a los pastos de Lena: estamos en la Vachota, valle alto como indica su topónimo. Gran extensión de pastos a los que hoy se accede con facilidad por la pista que atraviesa las portillas, pero dicen que en otro tiempo el ganado subía por las estrechas pendientes, abismos, de La Mesa, La Tesa y La Almagrera, que quedan a nuestra izquierda, aunque apenas podamos verlas ocultas entre la niebla.
            La pista sigue hasta la Majada Vieja, y al regreso nos detenemos en el alto el Palo para contemplar el monolito dedicado “A Don José Sela y Sela, alcalde de Mieres que logró para su concejo la riqueza de estos puertos 1925-1962”. Desde aquí sólo dos kilómetros por carretera nos separan de la Casa de Mieres.

En el collado Rodriguero, portilla a los pastos de Lena

            Sin ser de Mieres ni ganaderos, nos alojamos siempre en el albergue de esta casa con la amabilidad de quienes son sus guardianes y de quienes la frecuentan. Entre las primeras, Charo, excelente cocinera y Maribel, incansable y atenta siempre; entre los otros, Poli, que tiene su cabaña anexa a la ermita; Allerano, que la tiene en Piedra Xobera; Morín, que sube al puerto con su acordeón; y el más veterano, Mundial, que siempre nos acompaña en el albergue; sin olvidar a Sergio y a Fredo, los más jóvenes pero capaces de ganar al tute a todos los demás.

Jóvines ganaderos y campeones al tute

            Porque quiso la casualidad que para la tarde y noche de aquel sábado de agosto estuviera programado un maratón de tute, y como a Santos, el guarda de pastos, le había fallado su compañero lo buscaron entre nosotros, los caminantes. Y no podía ser otro que el patrón de las fotos que ilustran este texto. Jugaron y no ganaron, pero quedaron en buen lugar; los campeones fueron, ya queda dicho, los ganaderos más jóvenes del puerto. El juego culminó con una cena a la que fuimos amablemente invitados los tres; un aliciente más para nuestras andanzas por esta espléndida montaña a la que siempre se queda con ganas de volver.

Panorámica de Babia desde el collado Ronzón


Las fotos son de Cuno Rotella

domingo, 22 de diciembre de 2013

SAN ANTÓN DE CONCILLEIROS



En Valdés, desde Almuña, el PR AS-3: el monte de Barcia y la sierra de Concilleiros

            El grupo de montaña La Peñuca quiso culminar esta temporada 2013 con una propuesta de su presidente Albino González Ordiz. Si en el pasado mes de enero, al inicio de la temporada, otra propuesta suya nos llevó a recorrer pueblos del concejo de Ribadesella, ahora en Valdés cerramos con una caminata por la sierra prelitoral, recorriendo, siempre por pistas madereras y ganaderas, algunas brañas y altozanos cubiertos de pinos y eucaliptos. Para ello tomamos como referencia el PR AS-3 San Antón de Concilleiros al que añadimos algunos adornos, trazando así en nuestro recorrido un 8 con el centro en el lugar donde se asienta la ermita de San Antonio y el inicio y final de la ruta en el pueblo de Almuña.
            Almuña se encuentra en la rasa marina a dos kilómetros de Luarca, la villa municipal de Valdés, en la N-634 de la que parte la AS-220 por la que comenzamos a caminar. Pasamos sobre la A-8 o autovía del Cantábrico para desviarnos a la izquierda por una estrecha carretera y una pista de tierra que comienza pronto a ganar altura.

La costa desde la sierra: playa de Cueva y cabo Busto

            Caminamos ya por el llamado monte de Barcia y a nuestra izquierda la vista de la rasa marina es amplia y continua: más allá de la A-8, destaca el disperso caserío de Barcia; al fondo, la playa de Cueva y encima, el cabo Busto y su faro. Así, disfrutando de este panorama, llegamos hasta la braña El Cabanín y la ermita de San Antonio de Concilleiros; allí hay también un área recreativa con mesas y bancos, y es obligada una primera parada en el centro de nuestro recorrido por el que volveremos a pasar de nuevo.

El grupo ante la ermita de San Antón

            Salimos de la braña para adentrarnos en la sierra de Concilleiros en la que confluyen distintas rutas históricas: no solo el Camino de San Antón que nosotros venimos siguiendo, también un apéndice del Camino de Santiago por la costa y el camino de arrieros hacia Castilla, además del Camino de Misa que recorreremos más adelante; es así que el topónimo “concilleiros” alude a coincidencia de pasos.
            Bordeando el pico el Acebo, la pista nos deja sobre el pueblo de Argumoso que está incluido en el catálogo de brañas vaqueiras del concejo de Valdés realizado en 1974; hoy se llega hasta él por una buena carretera que parte de la AS-220. Nuestro camino prosigue por entre pinares y monte bajo en busca del techo de la jornada.

Argumoso, en la parroquia de Canero

            Es el pico Pumar de 528 metros de altitud, entre las parroquias de Barcia y Canero, un mirador privilegiado sobre el valle del arroyo Lauredal, afluente el Esva, que marca la divisoria entre las parroquias de Canero y Trevías. Más a la derecha reconocemos el valle del Esva en la parroquia de Paredes por donde caminamos en otra ocasión (El Esva entre Tineo y Valdés, 18 de abril de 2013); nos encontramos, por tanto, dentro del Paisaje Protegido de la Cuenca del Esva.
            Descendemos del pico hacia el collado de Ambasvías adonde también llega la carretera; pero nosotros antes nos desviamos hacia la derecha, para caminar por el ya citado Camino de Misa que recorrían los vaqueiros de las brañas para festejar a San Antonio en su ermita. Por este camino vamos viendo a nuestra izquierda la AS-220 en la que dimos los primeros pasos y a la que volveremos al finalizar la caminata; y en la ladera por donde serpentea la carretera, la aldea de Carlangas también en el catálogo de brañas vaqueiras.

  Por el Camino de Misa

           Una pista que sale del camino nos sube al pico Concilleiros (501 metros), también en la linde entre las parroquias de Barcia y Canero; su ladera norte está cubierta por un frondoso pinar y en la que cae al este, nace el arroyo Forcón que se precipita hasta desembocar en el Esva ya cerca del mar. Con una buena vista hacia el norte, este altozano es el lugar elegido para el bocadillo, la conversación y el descanso disfrutando del sol en un hermoso día de finales de otoño.

Descanso en el alto de Concilleiros con vistas al mar

            Después, descendemos de nuevo por la ladera sur entre brezos y tojos para retomar el Camino de Misa que nos llevará de nuevo a la braña El Cabanín. En la ladera, junto a la carretera, queda la aldea de El Cabanín, también en el citado catálogo de brañas y aquí arriba, las ruinas de la antigua braña, en la que destaca el mayor edificio, que fue la venta o casa de postas donde recalaban los arrieros que circulaban por este camino y donde hacían escala los peregrinos que iban a Santiago.

La braña El Cabanín: ermita y ruinas de la casa de Postas

            Dejando a nuestra espalda la portada de la ermita, seguimos el camino ascendiendo al alto de Picaratín desde donde ya se columbra la villa de Luarca; después, nos internamos en el monte la Cabra, cubierto de un espeso bosque de pinos. Atravesamos este pinar en un agradable descenso hasta llegar a la AS-220 a la entrada del pueblo de Fontoria y luego el de Aldín. Los dos pueblos, a escasos metros uno del otro, se extienden a ambos lados de la carretera en la margen derecha del río Negro que desemboca en la villa de Luarca.

Por el monte la Cabra

            Recorremos los dos pueblos y, tras cruzar por el mismo viaducto sobre la autovía, regresamos a Almuña para cerrar este trazado en ocho que desde la rasa marina nos acercó a las brañas interiores, en una interesante caminata por las sierras prelitorales del concejo de Valdés.

Vista de Luarca desde el alto de Picaratín


Las fotos son de José Arnillas
   
                      
                                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 14 de diciembre de 2013)

viernes, 6 de diciembre de 2013

ENTRE PARRES Y RIBADESELLA



Desde Las Coronas en Collía, por Busternales, Monte Moro, Tresmonte y la Ruta de los Molinos, hasta El Alisal en Junco

            Los concejos de Parres y Ribadesella no sólo comparten el cauce fluvial del Sella, su riqueza piscícola, su uso como canal de comunicación y, sobre todo, su Descenso Internacional y la Fiesta de las Piraguas que les ha dado a conocer en todo el mundo; comparten, además, una serie de sierras, montes y collados con suficiente altura para ofrecer a los caminantes magníficas panorámicas, tanto hacia la rasa costera de Ribadesella como hacia el interior de Parres, el vecino meridional. A estas sierras a caballo entre ambos municipios acudimos a una propuesta para el grupo La Peñuca de José Manuel Nieto en un día de niebla, lluvia y viento.

    Panorámica hacia la costa desde Monte Moro (**)
       
             La caminata comienza en el alto de Las Coronas a 307 metros de altitud, donde hay una casería al lado de la AS-341 que parte del pueblo de Collía, la cabecera parroquial distante sólo dos kilómetros. Por una pista de tierra se va ganando altura en la ladera de la primera cumbre de la jornada; pronto se abandona la pista y por una cómoda senda bien marcada entre monte bajo alcanzamos el pico Moro (549 metros). Esta cumbre, en la que destaca una cruz bien visible desde el inicio del camino, se sitúa ya en la linde de los dos municipios, parroquias de Collía (Parres) y Linares (Ribadesella). Por fortuna, hacia el norte la niebla se mueve y nos deja ver la peña caliza y alargada de Calabrez; no ocurre así al sur, donde la bruma nos oculta el pueblo de Collía y hasta la villa de Arriondas.

Subida hacia el pico Moro (**)

            Desde la cumbre seguimos cresteando, siempre en la linde entre los dos concejos; al fondo, a nuestra izquierda, divisamos el abundante y disperso caserío de Calabrez, que se asienta en el valle por donde el río Acebo corre hacia el norte para desembocar en la playa de Vega; hacia el sur, si la niebla lo permite, podemos ver pueblos de Parres como Mesariegos y Sinariega, la cabecera parroquial de Cayarga.

Por la crestería, en la línea entre los dos concejos (*)

            Después de un considerable descenso, llegamos a la casería de Busternales con buena pradería y una ermita abandonada que estuvo dedicada a San Agustín y que hoy sirve de almacén a los ganaderos. A Busternales llegan algunas pistas ganaderas desde el valle de Calabrez, por donde también pasa la AS-341 hacia Ribadesella; nosotros seguimos por una forestal entre pinares. Por la ladera que cae al sur, bordeamos el Alto de Liendre donde hay una antena de telefonía; abandonamos la pista, y por senda entre monte bajo, ascendemos al pico Perullalina (495 metros) con vértice geodésico entre las parroquias de Cayarga (Parres) y Moro (Ribadesella). Desde esta cumbre con la ladera cubierta de eucaliptos, se divisan hacia el norte aldeas de la parroquia de Moro como Sardéu o Nocéu y, más a lo lejos, la costa en la que destaca la playa de Vega.

Subida hacia el pico Perullalina (*)

            Seguimos cresteando por el conocido como Monte Moro siempre con buenas vistas al mar y a la villa de Ribadesella, hasta que llegamos al lugar donde hubo un área recreativa que llevaba el nombre de este monte. Allí tomamos la carretera que viene de Nocéu y desciende hasta Tresmonte, aldea situada a 170 metros de altitud al sur del concejo de Ribadesella. Tiene Tresmonte el honor de ser el lugar de nacimiento de Manuel Fernández Juncos, emigrante a los 11 años a Puerto Rico, donde fue Ministro de Hacienda en el primer Gobierno autónomo y donde destacó en su decidida defensa de la lengua y la cultura hispánicas, una vez que la isla pasó a ser de dominio norteamericano.

La sierra de Calabrez (*)

            A la entrada del pueblo, iniciamos el recorrido por la Ruta de los Molinos: seis kilómetros por un buen camino arreglado que atraviesa un castañedo en la margen izquierda el arroyo Ginestral de Castiello, que en su día alimentó hasta nueve molinos; quedan los restos de seis bien señalizados, en los que, deteniéndose, es posible contemplar algunos artilugios del mecanismo de estas tradicionales construcciones. El río se acerca al Sella y nosotros con él, nos encontramos con el trazado del Feve en la línea Oviedo-Santander y seguimos caminando por una buena pista entre el ferrocarril y la margen izquierda del río, por donde hoy no baja una piragua.

Uno de los molinos de la ruta entre Tresmonte y Cuevas (**)

            Así llegamos, después de pasar junto a la casería de Santiago donde hay una plantación de kiwis entre los que pasta tranquilo un rebaño de ovejas, al pueblo de Cuevas, ya en la parroquia de Junco. Aquí, aunque el “guía”, ligero caminante donde los haya, sigue sin detenerse hasta el final de la ruta, algunos decidimos acogernos para un pequeño descanso y el bocadillo bajo el techo del apeadero del ferrocarril, otros, por la amabilidad de los dueños, en el porche de un bar cerrado.
            Atravesamos el pueblo, situado a la orilla del Sella a sólo 20 metros de altitud sobre el nivel del mar, pasamos junto a algunos hórreos, ante la ermita de Santiago y pronto nos encontramos con La Cuevona: impresionante gruta natural de unos 300 metros de longitud labrada por el río, en la que podemos contemplar, gracias a una precisa iluminación, numerosas estalactitas y estalagmitas.

Entrada a La Cuevona al abandonar el pueblo de Cuevas (*)

            Por la cueva, a la vera del río que no podría llamarse sino arroyo La Cueva, discurre la RS-3, única carretera de acceso al pueblo y por la que nosotros llegamos hasta El Alisal de Junco. Es el final de esta caminata, que a pesar de las dificultades del tiempo a finales de otoño -lluvia, niebla…- nos permitió disfrutar de variados alicientes desde las sierras y collados hasta la orilla del río.
 
 El alto de Las Coronas, donde iniciamos esta interesante caminata (*)

(*) Fotos de Juan Lobelle
(**) Fotos de José Arnillas

  
                         (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 30 de noviembre de 2013)

viernes, 22 de noviembre de 2013

POR EL MONSACRO EN MORCÍN



Desde La Collada a la Majada de las Capillas y las cumbres del Monsacro, y por La Covarriella hasta La Foz

            El municipio de Morcín pertenece a la comarca del Aramo junto con sus vecinos Riosa, al sur y Ribera de Arriba, al norte. Vertebran las tierras de Morcín el río les Castañarines que recorre el concejo por su parte central, parroquias de San Sebastián, San Esteban y Santa Eulalia donde está la villa municipal, y el río Riosa que recorre la de La Foz; ambos ríos son afluentes del Caudal que también atraviesa el concejo de este a oeste por las parroquias de Santa Eulalia y Argame.
            Pero lo que en verdad destaca en la geografía de Morcín es la sierra del Monsacro, mole caliza visible desde muchos puntos del centro de Asturias, que se levanta al este del Aramo y cuya denominación de “montaña sagrada” procede de la época romana cuando fue lugar de culto al dios Júpiter. Hoy, sin embargo, aparece inseparable de las reliquias del Arca Santa que viajaron hasta aquí a finales del siglo VIII, según el relato legendario cuya primera puesta por escrito se debe al patrocinio de Pelayo, controvertido obispo ovetense del siglo XII.

La siempre atractiva crestería del Monsacro

            La caminata que ahora relatamos es un interesante recorrido por esta mítica montaña propuesto al grupo La Peñuca por Juan Lobelle, uno de los fotógrafos habituales en este blog, que hoy, en un alarde multiplicativo, une a su trabajo con la cámara, la labor de guía del grupo y su faceta de alimentador de mitos. Así, nos propuso comenzar el camino en La Collada, un lugar en la MO-3, para ascender por la llamada Cuesta de la Llorera que atraviesa un castañedo antes de abrirse a la ladera de la sierra. Esta cuesta debe su nombre al pueblo de Llorera en la parroquia de Santa Eulalia, desde donde fue, a pesar de su empinada pendiente, tradicional acceso a las romerías de la Majada de las Capillas adonde también se dirige nuestro caminar.

La Cuesta de la Llorera

            Antes de llegar a la majada, un promontorio rocoso que cuelga de la ladera recibe el nombre de Silla del Obispo; su atractivo es la interesante panorámica que ofrece hacia el centro de Asturias: casi a nuestros pies, el embalse de Los Alfilorios todavía en Morcín y más allá, la zona industrial de Ribera de Arriba, Oviedo, Llanera… al fondo Gijón y el mar, hasta podemos ver la Campa Torres y el dique nuevo del Musel. Pronto, el ascenso culmina en la Majada de las Capillas a 853 metros de altitud, uno de los puntos centrales de nuestro recorrido; es una amplia pradería en la base misma de la cresta rocosa donde no falta, entre las dos ermitas, una pequeña laguna que sirve de abrevadero para el ganado que en época estival sube a sus pastos.
            La primera ermita, “la de Abajo” de planta longitudinal, que se asoma a la llanura central de Asturias, es la de la Madalena, como también se nombra a toda la sierra. “La de Arriba” o de Santiago es octogonal con la portada al norte; al sur, un espacio cuadrangular excavado en la roca recibe el nombre de “cueva del Ermitaño”, y en la nave central, bajo un altar de piedra, está el “pozo de Santo Toribio” del que se sacaba tierra con supuestas propiedades curativas, por lo que también algunos textos atribuyen la ermita a este santo. Ambas ermitas, declaradas Monumento Histórico Artístico, fueron construidas en el siglo XIII, aunque ya en el XII hay constancia de una comunidad de monjes viviendo en la zona.

Ermitas, laguna y panorámica sobre el centro de Asturias

            La segunda parte de la caminata fue un atractivo recorrido por la cumbrera de la sierra donde las vistas se multiplican. Ya en el primer collado, antes de llegar a la cima, tenemos una buena vista del Aramo con sus cumbres nevadas y la carretera, también mítica en el ambiente ciclista, que desde la collada de Viapará sube hasta el Angliru. El primer pico es La Fayona (1 020 metros) y desde allí la vista del Aramo es total, destacando La Mostayal, su espolón final hacia el norte; al otro lado contemplamos la zona central de Morcín salpicada de pueblos, aldeas y caserías. La segunda cumbre es el Cuitu Romiru (1 055 metros), que en una placa se nombra como pico Monsacro identificándolo con toda la sierra.

La cumbre del Cuitu Romiru

Viene al final el pico Llanu Villar (1 057 metros), la mayor altura de la sierra, desde donde vemos casi toda la parroquia de La Foz y adivinamos el recorrido de nuestra caminata hasta su punto final. Conviene mencionar, no obstante, la disparidad de criterio a la hora de nombrar los picos de esta sierra según las placas, mapas y textos que se consulten; pero esto es lo de menos, lo importante, como nosotros hemos hecho, es recorrer la cumbrera y disfrutar de las vistas que desde ella se nos ofrecen.

La Foz de Morcín desde el pico Llanu Villar

           Desde la última cumbre, descendemos con tiento por una empinada canal hasta la pista ganadera por la que llegamos a La Covarriella (758 metros), amplia zona de pastos con algunos prados cercados de piedra y varias cabañas, cuyo topónimo sin duda alude a las muchas cuevas que desde allí se contemplan excavadas en la roca. Casi en la linde con el concejo de Riosa, es éste un buen lugar para el descanso, la comida y la conversación.

Descenso hacia La Covarriella con las nieves del Aramo al fondo

Después, en la última parte del recorrido ya por la parroquia de La Foz, descendemos por buen camino hasta la aldea de Llanos (580 metros), adonde llega la MO-4. Aquí llega también una pista que baja desde la Majada de las Capillas por la garganta del Cuitu: una salida para quienes desde allí no hubieran querido recorrer la crestería. Seguimos descendiendo, no por la carretera sino por la vieja caleya, y pasamos por encima del pueblo de Otura, donde se anuncia una escuela de escalada sin duda aprovechando la verticalidad de la sierra que casi cae sobre el pueblo.

Por buen camino, entre castaños y robles

De nuevo en la MO-4, el descenso culmina en el Lugar de Arriba que junto con el Lugar de Abajo forman lo que se conoce como La Foz de Morcín, uno de los núcleos con mayor densidad de población del concejo. Allí, al lado del río Riosa que algo más abajo, antes de encontrarse con el Caudal, atraviesa una foz que da nombre a la parroquia, termina nuestro recorrido por esta montaña siempre atractiva para el caminante, tanto por su situación en el centro de Asturias como por las leyendas y tradiciones que atesora su nombre.

El embalse de Los Alfilorios en la parroquia de La Piñera


 Las fotos son de Juan Lobelle

                      (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 16 de noviembre de 2013)

viernes, 15 de noviembre de 2013

GR 109 ETAPA 10



Concejos de Laviana y Aller, desde Entralgo hasta Bello por Campa Felguera y las colladas Doñango y de Pelúgano

            Existía en el latín vulgar la voz intraticum para nombrar la confluencia de dos corrientes de agua; diversos son los topónimos que en Asturias tienen esta procedencia, tal como El Entrego en San Martín del Rey Aurelio y el que hoy nos ocupa, Entralgo, donde el río Villoria entra en el Nalón por su izquierda. En Entralgo está también la casa natal de Armando Palacio Valdés convertida en Centro de Interpretación de su obra, y es final e inicio de sendas etapas del GR 109 Asturias interior. Allí acudimos a propuesta de José Luis, asiduo caminante del grupo La Peñuca, para realizar la 10ª etapa de este GR que une los concejos de Laviana y Aller atravesando la crestería donde destaca el macizo de Peña Mea: un recorrido de algo más de 18 kilómetros y medio por tres parroquias rurales de cada uno de los municipios.

Uno de los indicadores que se encuentran durante la etapa

            El comienzo del camino en Entralgo a 310 metros de altitud es con fuerte pendiente desde el lugar mismo que nos marca el indicador de la ruta, cuya primera parte salva fuerte desnivel; así, por buena pista de tierra, pasamos junto a la casería de Les Llanes y cuando bordeamos el cerro de Monte Castiello, donde hay un repetidor de televisión y restos catalogados de un castro, salimos de la parroquia de Entralgo para caminar por la de Villoria. Según vamos ganando altura, apreciamos la amplia panorámica sobre el concejo de Laviana, destacando la zona urbana de La Pola, pero también pueblos en la ladera que cae a la margen izquierda del Nalón: Canzana, Meruxalín, Les Bories…

 Después de la casería de Les Llanes

        Llegamos a los pueblos de Pumará y, algo más allá, Campomoyáu a 650 metros de altitud; aquí enlazamos con la LV-7 que sube desde Villoria hasta Los Tornos. Caminamos por la carretera algo más de un kilómetro, para abandonarla en un lugar donde nos llama la atención la panorámica sobre la parte más meridional de la sierra de Peñamayor con el cordal de Breza hasta el pico La Chamoca.
            La pista de tierra con retazos de hormigón sigue ganando altura, bordea el pico Felguerina y llega hasta Campa Felguera, un área recreativa con cercado de madera, techumbre y una ermita dedicada a Santiago que fue levantada en 2001: un buen lugar para el primer descanso una vez alcanzados los 914 metros de altitud.
 
Praderías de Campa Felguera 

            Después del área recreativa tenemos el paso más espectacular: una estrecha senda bordeando un farallón rocoso por la empinada ladera sobre el valle del río Raigusu, que más abajo se une al río Mosquil para desembocar al Nalón en Ribota. La senda zigzaguea hasta alcanzar la collada Doñango (1 161 metros), la mayor altura de esta etapa; lugar de buenos pastos con fuente, y paso tradicional entre las parroquias de Villoria, que dejamos atrás y Tolivia, por donde seguimos caminando.

Desde la ermita, caserío y farallón rocoso a salvar por su izquierda

            El vendaval obliga a los caminantes a cruzar raudos la campa sin detenerse a disfrutar de su belleza. Nos internamos en la parroquia de Tolivia por la pista que desciende hasta la LV-9, que sube desde Llano la Tabla en Tolivia por La Cuesta de Abajo y La Cuesta de Arriba hasta Fresnéu, y es acercamiento habitual de los montañeros que pretenden alcanzar la cumbre de Peña Mea. Debajo de nosotros, en la misma pista, vemos el caserío de Les Campes con la ermita de la Visitación del siglo XVIII. Cuenta la tradición que los lugareños habían planificado construir esta ermita en el lugar de La Cuesta, casi en el fondo del valle; sin embargo, una mañana todo el material que tenían preparado para la ocasión apareció de forma misteriosa en Les Campes, mucho más arriba, donde se vieron obligados a construir la ermita que hoy podemos contemplar.

Praderías bajo el macizo de Peña Mea

         Nosotros no llegamos hasta allí, pues tras considerable descenso, algo más abajo de El Colladín, retomamos de nuevo el ascenso hacia el lugar conocido como Prau Pachón, donde hay cabañas muy reformadas a las que nos acogemos para el descanso, la comida y la conversación protegidos del fuerte viento, que estamos seguros azota en la ya cercana collada de Pelúgano (1 016 metros). La Collá, como la nombran los ganaderos, campa grande y llana, es la vaguada que se abre al paso entre los dos concejos; a partir de aquí, caminamos, todo en descenso, por la parroquia de Pelúgano en el concejo de Aller.
            Más abajo está la braña de Cerréu (975 metros), donde nos encontramos con el PR AS-262 Ruta de Peña Mea, que desde el pueblo de Pelúgano asciende hasta la ladera y la misma cumbre de la peña. Pasamos junto a la pradería de Posadoiru y el caserío de La Vallina, para entrar en Pelugano (570 metros); cruzamos Barriocima, junto a la iglesia parroquial de Santa María y Barriobaxo, donde está la capilla de San Pedro al lado de un tejo, y salimos del pueblo por la AE-5.

Braña Cerréu, en la parroquia de Pelúgano

            En el descenso por esta carretera hasta Levinco, pasamos junto a las instalaciones de una cantera horadando la montaña para la obtención de arena y talco. El pueblo de Levinco pertenece a la parroquia de San Martín de Vega y se encuentra a 455 metros de altitud, al lado del río Aller; por allí pasan la AS-253, que sube hasta el puerto de San Isidro y el FEVE, que lo hace hasta Collanzo.

El río Aller a su paso por Levinco

            Atravesamos el pueblo, cruzamos carretera, río y ferrocarril, para tomar la AE-4 que en kilómetro y medio de ligero ascenso llega hasta Bello (500 metros), único núcleo de población de su parroquia, la sexta de las que hemos recorrido en esta caminata. En Bello, junto a La Casona, edificio barroco rehecho en 1784, y la iglesia parroquial de Santa Eulalia, construida en 1694, finaliza esta 10ª etapa del GR 109, que viene desde la margen izquierda del río Nalón (Entralgo) a la del río Aller que más abajo, con el nombre de río Caudal, será uno de sus principales afluentes.

La niebla juega sobre el valle del Nalón


Las fotos son de Juan Lobelle


                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 9 de noviembre de 2013)

jueves, 31 de octubre de 2013

GR 109 ETAPA 1



Por toda Peñamellera, desde Panes hasta Alles: Robriguero, Collado Serna, Mier, Niserias…

Si quieres ver a Cabrales,
sube a la sierra de Cuera;
allí verás a Cabrales
y a toda Peñamellera.

            Sin subir a Cuera, como pide la tonada asturiana, hemos podido ver y recorrer gran parte de Peñamellera en una caminata entre ambas villas municipales. El GR 109 Asturias interior recorre la región de punta a punta, desde Peñamellera Baja hasta Santa Eulalia de Oscos: 505 kilómetros en 27 etapas bien señalizadas, en un promedio de 15 a 25 kilómetros por etapa, siempre por los aledaños de la Cordillera.
            Lo que hicimos en esta ocasión, por iniciativa de Pepe Mieres para el grupo La Peñuca, fue la primera etapa, entre Panes y Alles: 18,42 kilómetros a través de cuatro de las 18 parroquias que componen toda Peñamellera.

El Cares-Deva a su paso por Panes (*)

            Panes, donde como ya se ha dicho comenzamos la caminata, es la capital de Peñamellera Baja; se sitúa a 50 metros de altitud sobre el nivel del mar, ocupando una amplísima vega atravesada por el río Cares-Deva. En la margen derecha del río está el área recreativa de La Brañona, en la que se enmarca un paseo botánico que recorremos entre paneles informativos de los árboles y arbustos que lo decoran: guillomo, agracejo, serbal, abedul, fresno… Por este placentero paseo iniciamos la ruta; pasamos ante la ermita románica de San Juan de Cilluergo y al acercarnos al palacio de San Román, ubicado en una gran finca, salimos a la N-621 en dirección a Potes.

Por el paseo botánico, al inicio del camino (*)

            Este tramo de algo más de un kilómetro por carretera nacional de abundante tráfico y sin arcenes, que obliga a caminar con precaución y en fila de a uno, es el más desagradable de la ruta, aunque atemperado por la proximidad del río.
            Pronto llegamos a Puente Lles para cruzar sobre el río Deva poco antes de su unión con el Cares; abandonamos aquí la N-621 y salimos de la parroquia de Panes para entrar en la de Tobes. Caminamos ahora por la PB-5, una carretera mucho más tranquila, que según vamos ascendiendo nos permite contemplar hermosas panorámicas al otro lado del río; podemos ver el lugar de Abándomes que fue la capital tradicional del Valle Real de Peñamellera hasta su división en 1869 y después, capital municipal de Peñamellera Baja hasta que en 1890 ésta se trasladó a Panes.

El paso sobre el Deva en Puente Lles (*)

            Atravesamos el pueblo de Robriguero (108 metros) que se asienta al pie de la peña de su mismo nombre y apreciamos el río Cares cada vez más al fondo del valle cerrado en la otra margen por la sierra Perumoru. El ascenso prosigue y cada vez contemplamos más cerca la aguda Pica de Peñamellera, elevación rocosa que da nombre al valle y que se sitúa, cual mojón, entre los dos municipios; su presencia es constante a lo largo de toda la caminata, de forma que ésta bien se podría titular A la sombra de la Pica de Peñamellera.
            Llegamos a la localidad de Bores (240 metros) que se divide en tres barrios: Orejuz, La Serna y L’Aldea, donde nos detenemos para el necesario descanso junto a la fuente y la ermita de Santa Catalina. Es aquí, donde la proximidad de la Pica tienta a los más animosos montañeros que al fin se deciden a abandonar por el momento el itinerario marcado para coronar su cumbre; no lo hacemos así los demás, pues con la excusa de no salirnos de la ruta, ocultamos nuestra falta de aliento para llegar a la cima de esta aguja que se impone ante nuestra vista.

Hermosas praderías en la parroquia de Tobes (**)

            De L’Aldea de Bores salimos por una buena pista de tierra que asciende por entre las cabañas de Vallejo y las amplias praderías de Texiorias donde pasta abundante ganado, hasta alcanzar el punto más alto de la jornada: la braña de Bondi a 513 metros de altitud. Es obligada aquí una parada, para contemplar a lo lejos en la sierra de Cuera el pico Paisano, en cuya cima señorea una ermita que nos recuerda la historia de aquel joven pastor, a quien sorprendió en lo más alto de la sierra una imponente tormenta que lo atemorizó hasta el punto de prometer al Cielo hacer algo grande si salía con vida de allí. En efecto salió, abandonó el pastoreo, emigró a América y, como tantos, regresó convertido en un acaudalado indiano para construir a sus expensas la ermita en la cumbre donde un día temió por su vida; y dicen también que, mientras vivió “aquel paisano”, no faltó ningún año en aquella cumbre una romería en la que los lugareños estaban invitados a comida y bebida.


El pico Paisano desde la braña de Bondi (**)

         Esta es la historia de la ermita del pico Paisano que contemplamos desde la braña de Bondi, antes de comenzar el primer descenso por una pista que atraviesa el collado Serna (431 metros), abandonando la Peñamellera Baja para seguir por la parroquia de Mier, ya en la Peñamellera Alta.
            El descenso por esta pista con retazos de hormigón es largo y fuerte, pues Mier se encuentra en el fondo del valle, a sólo 64 metros de altitud. Se divide Mier en dos barrios unidos por un puente sobre el Cares, Mier d’Acá y Mier d’Allá; nosotros sólo cruzamos el d’Allá y recorremos, por la margen derecha del Cares, un sendero de pescadores protegido con pasamanos de cuerda. Es uno de los momentos más agradables de la jornada, este tramo contemplando en el río truchas, salmones y anguilas que campean a sus anchas en el agua limpia y clara.
            Esta senda de pescadores finaliza al llegar a Niserias. Por un puente colgante pasamos sobre el Cares, atravesamos la AS-114 y entramos en la parroquia de Alles, la cuarta de las que recorremos en esta caminata. En Niserias buscamos el momento para el descanso, la comida y la conversación al lado del río Besnes, que viene de la sierra de Cuera para entregar aquí sus aguas al Cares.

Mier y el Cares desde el collado Serna (**)

            La última parte de la caminata es un considerable ascenso desde los 60 metros de altitud de Niserias hasta los 263 metros de Alles. Primero ascendemos por la AS-345 hasta el caserío de Besnes (110 metros), un núcleo dedicado en su totalidad al turismo rural; después de pasar la ermita de San Millán, abandonamos la carretera para seguir por la antigua caleya que fue en otro tiempo la principal vía de comunicación con la villa municipal.
            Esta vieja caleya, perfectamente arreglada y limpia, atraviesa un frondoso castañedo donde pudimos recoger un buen puñado de sabrosas castañas: fue otro de los momentos gratos de la jornada. Así llegamos a Alles, la capital de Peñamellera Alta, que asienta su disperso caserío, en el que destacan varias construcciones de estilo montañés, en la ladera sur de la sierra de Cuera.

Besnes y su camino bien empedrado (*)

           En la plaza, entre la imponente iglesia parroquial de estilo barroco, el edificio consistorial y la bolera municipal de bolo-palma, finaliza esta etapa del GR 109 que permite recorrer una buena parte del valle de Peñamellera, antes de continuar, en la siguiente etapa, hacia el vecino concejo de Cabrales. No obstante, hoy, algunos aún quisimos poner colofón a esta jornada recorriendo los cuatro kilómetros que median hasta las ruinas de la iglesia románica de San Pedro de Plecín, que fue la parroquial de Alles hasta la construcción en 1787 del nuevo templo.
La Pica de Peñamellera, presente desde el inicio del camino (*)

  (*) Fotos de Juan Lobelle
(**) Fotos de José Arnillas

                    (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 26 de octubre de 2013)