Caminatas por Puerto Pinos: las Ubiñas, la Vachota, Pinos pueblo… buena
compañía entre ganaderos y caminantes
Lo
que se conoce como Puerto Pinos son una serie de vegas, majadas, puertos y
collados que ocupan unas 900
hectáreas en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica.
Esta considerable extensión de terreno forma parte de la comarca leonesa de
Babia, pero su explotación ganadera es propiedad del Ayuntamiento de Mieres por
compra realizada en 1926 a
la Fundación Sierra
Pambley, una familia de Villablino, por lo que también desde Asturias se le
conoce como Puerto de Mieres; de esta
singular característica administrativa y ganadera nos ocupamos hace algún
tiempo en otro artículo de este blog (Puerto
Pinos, 31 de marzo de 2012).
La Casa de Mieres es un edificio situado a 1 595 metros de
altitud en lugar estratégico dentro del puerto: bar, vivienda del guarda de
pastos, refugio y albergue, en su fachada luce el escudo de Mieres y el rótulo
que lo identifica; fue en el pasado mes de agosto cuando permanecimos allí unos días para realizar nuestras caminatas,
contemplar la espléndida cabaña ganadera y disfrutar de la conversación con los
afanosos ganaderos.
El ganado en busca de los mejores pastos del puerto
La
primera caminata tenía que ser a las Ubiñas, y allá fuimos en la mañana de un
viernes soleado y sin una brizna de niebla, con alguna intención de llegar a la
cumbre más alta. Justo frente a la puerta del albergue pasa el camino que, bordeando
el pequeño embalse donde abreva el ganado, sube por el valle de la Cantarilla; luego,
abandonamos este camino para seguir hacia la izquierda por una senda que recorre
el valle Angosto y sale a la empinada y amplia vega de Candioches. Allí hay
varias piedras planas, una de las cuales nos sirve de mesa para el aperitivo
siempre que recorremos esta ruta. Al poco tiempo, contemplamos a los ganaderos
que conducen un buen rebaño de terneros hacia su destete; labor difícil y
complicada en una pradería tan extensa. Nosotros, los caminantes, colaboramos
en su trabajo apartándonos a un lado para no obstaculizar el paso de las reses.
Por la vega de Candioches
El
camino continúa por los Ollones donde hay una fuente con abrevadero, y la senda
trepa entre las peñas para salir al más amplio valle o vega de Retuerto. Aquí
la vista es espectacular: a nuestra espalda, las inconfundibles Tesa, Mesa y
Almagrera; al frente, cerrando la vega, la majestuosa Peña Ubiña la Grande entre la Pequeña, a nuestra
izquierda y Peña Cerreos, a la derecha.
El
sendero recorre la vega de Retuerto junto al reguero del mismo nombre y al
final se empina ya en la ladera de Peña Ubiña la Grande. Nosotros subimos
girando hacia la izquierda, bordeando la pequeña peña La Carba, que al lado de
cumbres tan altas parece un peñasco en la pradera, y llegamos al collado Ronzón.
Sentados en el collado contemplamos el definitivo ascenso y calculamos a qué
hora estaríamos en la cumbre para comer la apetitosa empanada que Pipi guarda
con celo en la mochila; pero también contemplamos hacia el sur los pueblos de
la atractiva y amplia llanura de Babia: Torrestío, Torrebarrio, Genestosa…
Peña Ubiña desde la vega de Retuerto
El pueblo de
Babia más próximo a la Casa de Mieres es Pinos, distante unos cinco
kilómetros por una pista apta para vehículos de todo terreno y otros atrevidos.
La mañana del sábado aparece nublada y con ligera llovizna, por lo que
decidimos hacer este recorrido hasta el pueblo en busca de un tiempo más
despejado. El camino, después de salvar por una portilla el cierre que limita
los pastos, desciende por el valle que labra el río Pinos, que nace en el
puerto y desemboca en el río Torrestío, afluente del Luna.
En el camino hacia Pinos
Hasta cuatro
veces hay que cruzar el río por vados o por puentes de madera o de piedra;
cuando llegamos al llano, en el Rosapero, ya se aprecia, apretado entre las dos
laderas del valle, el caserío de Pinos, en el que destaca su iglesia de piedra
con la torre cuadrada. Más abajo, a unos dos kilómetros está la villa
municipal, San Emiliano de Babia, junto a la carretera que sube al puerto
Ventana.
La
primera parte del camino de vuelta la realizamos por la vieja caleya en la
margen derecha del río, y al salir del pueblo pasamos junto a una casa de
piedra bien restaurada que marca en el dintel la fecha de 1695. Retomamos la
pista cuando comienzan las duras rampas de ascenso, las nubes ya han
desaparecido y el sol comienza a calentar, por lo que agradecemos una fuente al
lado del camino.
El caserío de Pinos apretado en el valle
Otra
caminata fue hacia los llamados Puertos de Lena. En este recorrido, pasamos
junto a la ermita de la virgen de las Nieves, donde se celebra la fiesta el 10
de agosto, cruzamos por un bonito puente de madera el río Pinos cerca de su
nacimiento y llegamos a las cabañas de Piedra Xobera. Desde allí ascendemos al
cordal de los Navares para descender por la otra vertiente a la vega del mismo
nombre, por donde corre el llamado Reguero del Puerto. Remontando el reguero
llegamos a la majada de La
Cubilla, también como en la vega anterior con varias cabañas
en buen estado; desde allí iniciamos el ascenso hasta el alto el Palo (1 683 metros), que
también se le nombra como puerto de La Cubilla o Las Portillas
.
.
Majada de La Cubilla desde el alto el Palo
Hay
en el alto un cartel indicando el PR AS-75 Ruta
de los Confines de Lena. Recorriendo el primer tramo de esta ruta llegamos,
en el collado Rodriguero, a la segunda portilla, la que da entrada a los pastos
de Lena: estamos en la Vachota,
valle alto como indica su topónimo. Gran extensión de pastos a los que hoy se
accede con facilidad por la pista que atraviesa las portillas, pero dicen que
en otro tiempo el ganado subía por las estrechas pendientes, abismos, de La Mesa, La Tesa y La Almagrera, que quedan a
nuestra izquierda, aunque apenas podamos verlas ocultas entre la niebla.
La
pista sigue hasta la Majada Vieja,
y al regreso nos detenemos en el alto el Palo para contemplar el monolito
dedicado “A Don José Sela y Sela, alcalde de Mieres que logró para su concejo
la riqueza de estos puertos 1925-1962”.
Desde aquí sólo dos kilómetros por carretera nos separan de la Casa de Mieres.
En el collado Rodriguero, portilla a los pastos de Lena
Sin
ser de Mieres ni ganaderos, nos alojamos siempre en el albergue de esta casa
con la amabilidad de quienes son sus guardianes y de quienes la frecuentan.
Entre las primeras, Charo, excelente cocinera y Maribel, incansable y atenta
siempre; entre los otros, Poli, que tiene su cabaña anexa a la ermita;
Allerano, que la tiene en Piedra Xobera; Morín, que sube al puerto con su
acordeón; y el más veterano, Mundial, que siempre nos acompaña en el albergue;
sin olvidar a Sergio y a Fredo, los más jóvenes pero capaces de ganar al tute a
todos los demás.
Jóvines ganaderos y campeones al tute
Porque
quiso la casualidad que para la tarde y noche de aquel sábado de agosto estuviera programado
un maratón de tute, y como a Santos, el guarda de pastos, le había fallado su
compañero lo buscaron entre nosotros, los caminantes. Y no podía ser otro que
el patrón de las fotos que ilustran este texto. Jugaron y no ganaron, pero
quedaron en buen lugar; los campeones fueron, ya queda dicho, los ganaderos más
jóvenes del puerto. El juego culminó con una cena a la que fuimos amablemente
invitados los tres; un aliciente más para nuestras andanzas por esta espléndida
montaña a la que siempre se queda con ganas de volver.
Panorámica de Babia desde el collado Ronzón
Las fotos son de Cuno Rotella
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