Desde Las Coronas en Collía, por
Busternales, Monte Moro, Tresmonte y la
Ruta de los Molinos, hasta El Alisal en Junco
Los
concejos de Parres y Ribadesella no sólo comparten el cauce fluvial del Sella,
su riqueza piscícola, su uso como canal de comunicación y, sobre todo, su
Descenso Internacional y la
Fiesta de las Piraguas que les ha dado a conocer en todo el
mundo; comparten, además, una serie de sierras, montes y collados con
suficiente altura para ofrecer a los caminantes magníficas panorámicas, tanto
hacia la rasa costera de Ribadesella como hacia el interior de Parres, el
vecino meridional. A estas sierras a caballo entre ambos municipios acudimos a
una propuesta para el grupo La
Peñuca de José Manuel Nieto en un día de niebla, lluvia y
viento.
Panorámica hacia la costa desde Monte Moro (**)
Subida hacia el pico Moro (**)
Desde
la cumbre seguimos cresteando, siempre en la linde entre los dos concejos; al
fondo, a nuestra izquierda, divisamos el abundante y disperso caserío de
Calabrez, que se asienta en el valle por donde el río Acebo corre hacia el
norte para desembocar en la playa de Vega; hacia el sur, si la niebla lo
permite, podemos ver pueblos de Parres como Mesariegos y Sinariega, la cabecera
parroquial de Cayarga.
Por la crestería, en la línea entre los dos concejos (*)
Después
de un considerable descenso, llegamos a la casería de Busternales con buena
pradería y una ermita abandonada que estuvo dedicada a San Agustín y que hoy
sirve de almacén a los ganaderos. A Busternales llegan algunas pistas ganaderas
desde el valle de Calabrez, por donde también pasa la AS-341 hacia Ribadesella;
nosotros seguimos por una forestal entre pinares. Por la ladera que cae al sur,
bordeamos el Alto de Liendre donde hay una antena de telefonía; abandonamos la
pista, y por senda entre monte bajo, ascendemos al pico Perullalina (495 metros) con vértice
geodésico entre las parroquias de Cayarga (Parres) y Moro (Ribadesella). Desde
esta cumbre con la ladera cubierta de eucaliptos, se divisan hacia el norte
aldeas de la parroquia de Moro como Sardéu o Nocéu y, más a lo lejos, la costa
en la que destaca la playa de Vega.
Subida hacia el pico Perullalina (*)
Seguimos
cresteando por el conocido como Monte Moro siempre con buenas vistas al mar y a
la villa de Ribadesella, hasta que llegamos al lugar donde hubo un área recreativa
que llevaba el nombre de este monte. Allí tomamos la carretera que viene de
Nocéu y desciende hasta Tresmonte, aldea situada a 170 metros de altitud al
sur del concejo de Ribadesella. Tiene Tresmonte el honor de ser el lugar de
nacimiento de Manuel Fernández Juncos, emigrante a los 11 años a Puerto Rico,
donde fue Ministro de Hacienda en el primer Gobierno autónomo y donde destacó
en su decidida defensa de la lengua y la cultura hispánicas, una vez que la isla
pasó a ser de dominio norteamericano.
La sierra de Calabrez (*)
A
la entrada del pueblo, iniciamos el recorrido por la Ruta de los Molinos: seis
kilómetros por un buen camino arreglado que atraviesa un castañedo en la margen
izquierda el arroyo Ginestral de Castiello, que en su día alimentó hasta nueve
molinos; quedan los restos de seis bien señalizados, en los que, deteniéndose,
es posible contemplar algunos artilugios del mecanismo de estas tradicionales
construcciones. El río se acerca al Sella y nosotros con él, nos encontramos
con el trazado del Feve en la línea Oviedo-Santander y seguimos caminando por
una buena pista entre el ferrocarril y la margen izquierda del río, por donde
hoy no baja una piragua.
Uno de los molinos de la ruta entre Tresmonte y Cuevas (**)
Así
llegamos, después de pasar junto a la casería de Santiago donde hay una
plantación de kiwis entre los que pasta tranquilo un rebaño de ovejas, al
pueblo de Cuevas, ya en la parroquia de Junco. Aquí, aunque el “guía”, ligero
caminante donde los haya, sigue sin detenerse hasta el final de la ruta,
algunos decidimos acogernos para un pequeño descanso y el bocadillo bajo el
techo del apeadero del ferrocarril, otros, por la amabilidad de los dueños, en
el porche de un bar cerrado.
Atravesamos
el pueblo, situado a la orilla del Sella a sólo 20 metros de altitud sobre
el nivel del mar, pasamos junto a algunos hórreos, ante la ermita de Santiago y
pronto nos encontramos con La
Cuevona: impresionante gruta natural de unos 300 metros de longitud
labrada por el río, en la que podemos contemplar, gracias a una precisa iluminación,
numerosas estalactitas y estalagmitas.
Entrada a La Cuevona al abandonar el pueblo de Cuevas (*)
Por
la cueva, a la vera del río que no podría llamarse sino arroyo La Cueva, discurre la RS-3, única carretera de
acceso al pueblo y por la que nosotros llegamos hasta El Alisal de Junco. Es el
final de esta caminata, que a pesar de las dificultades del tiempo a finales de
otoño -lluvia, niebla…- nos permitió disfrutar de variados alicientes desde las
sierras y collados hasta la orilla del río.
El alto de Las Coronas, donde iniciamos esta interesante caminata (*)
(*) Fotos de Juan Lobelle
(**) Fotos de José Arnillas
(El
grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 30 de noviembre de 2013)
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