Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

viernes, 28 de abril de 2017

EN CANGAS DE ONÍS



Desde Covadonga hasta Tornín recorriendo majadas y collados del puerto bajo

            En Cangas de Onís se distingue entre el puerto alto y el puerto bajo. El primero, el puerto alto, ocupa lo que fue el primer parque nacional de España, El Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, origen del actual Parque Nacional de los Picos de Europa (PNPE). Todo este territorio de gran tradición ganadera, como el de su vecino concejo de Onís, forma parte de la parroquia de La Riera, la mayor de municipio (80,88 kilómetros cuadrados), que se extiende por su zona meridional llegando hasta las cumbres más altas del Macizo Occidental de Picos de Europa.
            Por su parte, el puerto bajo se localiza en las primeras estribaciones de la Montaña de Covadonga, lo que podríamos considerar la antesala, los aledaños del puerto alto. Son, no obstante una buena serie de majadas, brañas y collados que se extienden por la ya citada parroquia de La Riera y también por la de Cangas. Para recorrer y conocer buena parte de este puerto bajo dispusimos en el grupo La Peñuca de una propuesta coordinada por Olvido de Següencu, sin duda la persona más indicada para ello, no en vano sus raíces se hunden aquí, en uno de los pueblos del puerto.

Vizcalluena, una de las majadas del puerto bajo.
 
            Covadonga es un buen lugar para iniciar esta caminata por el puerto bajo. Allí, de la parte alta del Real Sitio a 257 metros de altitud, parte un camino conocido como el de Peñalba que va recorriendo en gran pendiente La Matona, frondoso bosque de abedules, robles, ablanos y acebos que forma parte del monte Auseva. Se trata de una pista de tierra de exclusivo uso ganadero por donde llega a Covadonga el GR-105 Ruta de las Peregrinaciones después de pasar por lugares tan conocidos cono el Alto del Espinadal, Les Praeres de Peñamayor, Puente Miera, Espinaredo y, por supuesto Cangas de Onís, donde se inicia la última etapa de las siete que la FEMPA tiene catalogadas en este gran recorrido de Oviedo a Covadonga.

En este recorrido pudimos disfrutar de varias
panorámicas hacia las cumbres del Cornión.
 
            Superado el fuerte desnivel inicial, llegamos a los invernales de Peñalba, una amplia campera rodeada de arbolado, praderas y cabañas con sus cercados de piedra. A 425 metros de altitud, es la primera majada de cuantas recorreremos hoy; pertenece a la parroquia de Covadonga, que ya se sabe, es un pequeño enclave (2,54 kilómetros cuadrados) dentro de la más extensa. Así es que por la parroquia de La Riera ya estamos caminando en cuanto abandonamos Peñalba y entramos en el monte El Estillero.
            El camino es ahora mucho más estrecho, con firme de piedra, rodeado de arboleda y prados de pasto. Tras un corto descenso, llegamos a Vega el Agua (650 metros), lugar que en un año de lluvias debe de ser un auténtico lodazal; hoy sin embargo se nos presenta bien seco y agostado. A nuestra izquierda está la sierra de La Raíz que nos separa de Las Mestas y Orandi, donde el río se sume para aparecer de nuevo en la conocida fuente de Covadonga. Es obligada en esta vega una pequeña pausa antes de iniciar el ascenso hacia las majadas de Soperi.

El camino después de Peñalba ofrece vistas hacia
la sierra de la Estaca y el pico Cruz de Priena.
 
            En Soperi de Arriba a 736 metros de altitud -a la derecha dejamos Soperi de Abajo- hay varias cabañas en estado de abandono. Son majadas que pertenecen al pueblo de Següencu y hasta ellas llega un buen camino por el que sigue nuestro recorrido. Primero pasamos por la vega de Narves, amplísima y ya con abundante ganado; se trata de un valle ciego, donde se sume el agua de varios manantiales del entorno. Luego, dejamos a la izquierda Cuesta Breceña que señala el camino hacia el puerto alto; y siempre con la vista hacia el renombrado Cantu les Pulgues, después de cruzar Cuncasada, donde está el conocido potreru, llegamos al collado Gusñuebu, sobre la braña de su mismo nombre. Este collado, a 836 metros de altitud, es la base para alcanzar nuestra cumbre de la jornada: el Porru Tinteru (870 metros).

El potreru de Cuncasada, un cercado donde se recoge el ganado.
 
            Desde esta cumbre, que se alcanza con una ligera trepada, la vista nos entretiene un buen momento. A nuestros pies, el estrecho cauce del Dobra encajado bajo la sierra de Amieva; al otro lado de esta sierra que se levanta frente a nosotros, sabemos que están Carbes, San Román y Amieva, pueblos de este concejo; y por supuesto, el cauce del río Sella al que alcanzaremos al final del camino. Por lo demás, a lo lejos asoman las nevadas cumbres más altas del Macizo Occidental de Picos de Europa: Torre de Santa María, Peña Santa, Picos de los Cabrones, La Verdilluenga...

Detalle del ganado en un rincón de la vega de Narves.
 
            Tras los comentarios y la labor de los fotógrafos, es obligado el descenso hacia el collado Gusñuebu para retomar el camino hacia el norte. Al paso por Les Arreves nos sorprende una profunda sima por la que discurre el cauce de un reguero en busca de su surgencia en algún lugar de estos puertos. Luego, recorremos Los Porros, una pequeña sierra cuyas estribaciones caen al Dobra, por una senda en la ladera contemplando parte del camino recorrido hasta ahora. Así llegamos a los invernales de Ñajuentes a 700 metros de altitud, extensa pradería con varias cabañas y cuadras que nos ofrece un buen lugar para el esperado momento del descanso, la comida y la conversación.

Desde el Porru Tinteru, la sierra de Amieva,
más allá de las profundidades del Dobra.
 
            Por Ñajuentes pasa el camino que comunica el pueblo de Següencu con el potreru de Cuncasada; se trata de una buena pista de tierra con el paso reservado, leeremos más adelante en un cartel, sólo a caminantes y vehículos con la debida autorización. Por esta pista, pronto cruzamos la riega el Carrizal y abandonamos la parroquia de La Riera para entrar en la de Cangas. Pasamos por Pozabal, el Mosquín y llegamos a Los Payares (650 metros), donde, entre prados de siega y diente, hay varias cabañas convertidas en casas de verano.

 
La majada de Ñajuentes, bajo el pico La Maeda;
más atrás asoma el mirador de Següencu.
 
            En uno de tantos cruces que encontramos en los caminos de esta zona abandonamos la pista que se va hacia el norte, al pueblo de Següencu pasando por sus invernales de La Vara, y seguimos en dirección oeste hacia La Pandiella. Pero antes, junto a la fuente Jaidiellu cruzamos un arroyo y vemos al fondo, a nuestra izquierda, la Hoya de San Vicente en el río Dobra. La Pandiella es una zona de prados, robles y nogales con varias cabañas y cuadras. Allí finaliza la pista y nosotros iniciamos el descenso por la senda en el bosque de Valdimiera hasta asomarnos a las vegas que recorre el Sella.

Agradable el camino al paso por La Pandiella.
 
            La vista entonces nos ofrece ya pueblos de Amieva: Vis, en un altozano de su sierra, y más al fondo, en la margen izquierda del río, Pervís. Luego, el camino, ya en su último tramo, se muestra bien espectacular. Un sendero de piedra al borde de la ladera nos permite contemplar al fondo, más allá de los prados que pertenecen al pueblo de Tornín, la desembocadura del Dobra en el Sella. Es en Puente Dobra, y allí se inicia la concurrida pista que remonta el río hacia la Hoya de San Vicente.

Se conoce como el Senderín este último tramo del camino.

            También asoma Collado de Andrín, casería del concejo de Parres en la ladera izquierda del Sella. Y al fondo del valle, Tornín, en la vega misma del río a sólo 100 metros de altitud. Un fuerte descenso y entramos por el barrio de Acullá en el pueblo, que goza de fuente termal ya desde la época romana y que fue coto hasta 1827 del conde de la Vega del Sella. Así finalizamos este entretenido recorrido disfrutando de un buen día primaveral: unos 18 kilómetros por majadas, brañas, collados... y hasta una cumbre del puerto bajo de Cangas de Onís.

 En la foto de Ana Fabián, el entretenido descenso
de la cumbre de la jornada, el Porru Tinteru.

 Las fotos, excepto la última, son de Juan Lobelle.

                 (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 22 de abril de 2017).

jueves, 20 de abril de 2017

ENTRE PROAZA Y QUIRÓS



Desde Proaza hasta Las Agüeras: Villamejín, Perueño, El Llano, Aciera... y por la sierra de Caranga

            Los concejos de Proaza y Quirós, situados en el sector centro occidental de Asturias, se integran en la comarca -mancomunidad municipal- de los Valles del Trubia, junto con los de Santo Adriano y Teverga. Los valles son, con otros cursos fluviales secundarios, las dos cuencas de los ríos que desde los puertos de Agüera y Ventana recorren respectivamente los términos de Quirós y Teverga. Ambos se unen en Caranga de Abajo, conformando el río Trubia que recorre por fértiles vegas Proaza y Santo Adriano para desembocar al Nalón en la villa que le da el nombre.
            Quirós y Proaza pertenecen a un área muy montañosa. Ambos concejos cuentan con varias zonas de paisaje protegido, así como con diversas sierras -Sobia, Aramo, Peñarrueda...- de las más renombradas en la montaña central asturiana. Pero la que hoy nos interesa nombrar es la sierra de Caranga, pues por ella irá la parte central de esta caminata propuesta y coordinada para el grupo La Peñuca por José María Arnillas, quien siempre dispone de argumentos para traernos a esta comarca de la que él parece conocerlo todo.

Detalle del pueblo quirosano de Aciera, 
que encontraremos casi al final del camino.
 
            La villa de Proaza, donde están las oficinas de la mancomunidad, se sitúa a 185 metros de altitud en una de esas fértiles vegas del río Trubia. Aquí iniciamos el camino acercándonos a la Senda del Oso, importante iniciativa turística que sirve de complemento a las actividades tradicionales de la comarca; pasamos sobre el río Trubia y junto a la central hidroeléctrica diseñada por Joaquín Vaquero Palacios y finalizada por su hijo Vaquero Turcios. Ya estamos en la parroquia de San Martín, la más oriental de concejo de Proaza, y vamos por la carretera que une sus pueblos con la villa municipal; el primero es Villamejín, que sólo dista dos kilómetros y al que ya columbramos en la ladera. En sus proximidades, rodeado de prados y bosque, vemos un palacio con torre cuadrangular; es lo que se conoce como la Casona del Alemán.

Panorámica hacia Villamejín con la niebla en el monte.
 
            Pronto alcanzamos el pueblo a 380 metros de altitud, con su caserío rodeado de praderas, pomaradas y tierras de labor. Lo cruzamos y dejamos a la izquierda la carretera que va hacia San Martín y Serandi, los otros dos núcleos habitados de esta parroquia. El camino ahora es una pista de cemento con tramos de mucha pendiente; pasamos junto a la fuente del Cabril, sobre la antigua venta de Cerezales y llegamos a Llindelafaya.
            A 570 metros de altitud encontramos esta braña ganadera con varias cabañas en buen estado y una ermita abandonada. Sobre este lugar hablan algunas crónicas de cierto asentamiento medieval, una malatería o, incluso, epidemias de tifus que llevaron a abandonarlo y fundar más abajo el pueblo de Villamejín, por donde pasamos antes.
            El camino sigue por la braña de La Fabariega, La Collá y hasta alcanzar la collada de Aciera. Estamos a 681 metros de altitud entre la sierra de Caranga y la de Tene, límite y paso tradicional entre Proaza y Quirós. Es también el hito central de nuestro recorrido, ya que desde aquí se accede a la sierra de Caranga, que nos desafía aunque cubierta de niebla.

En el centro del paisaje destaca la Casona del Alemán.

            La sierra de Caranga se extiende de norte a sur a lo largo de cuatro kilómetros, haciendo límite, en su mitad sur, entre ambos concejos: una sucesión de cumbres, entre las cuales destacan las dos que tenemos señaladas en nuestra caminata. La primera, nuestra más alta cumbre de la jornada, será el Cueto Mar. Caminando por la pradera que se levanta sobre la collada, primero hacia el oeste y luego hacia el norte, vamos superando algunas colladinas entre las que se interponen tramos de monte bajo y algunos pedreros, hasta que alcanzamos la cumbre. No hubo mayor dificultad que superar el fuerte desnivel, pues el Cueto Mar tiene 1 194 metros de altitud, vértice geodésico rodeado de piedra, y es la mayor altura de la sierra. Se levanta justo encima de Caranga de Abajo, donde se unen los ríos Teverga y Quirós para formar el Trubia.

Así se inicia el ascenso hacia el Cueto Mar.
 
            Para alcanzar la segunda cumbre de la jornada, aunque hay alguna otra posibilidad, el buen criterio del coordinador nos lleva a la que, siendo más larga, se nos presenta como más segura en este día cubierto de niebla y humedad. Para ello debemos desandar el camino, ahora en continuo descenso, hasta las proximidades de la collada de Aciera, para luego recorrer la sierra por su ladera oriental, la menos abrupta y pedregosa.
            Pasamos sobre algunas majadas y junto al manantial donde nace el arroyo que más abajo recorrerá el valle de Los Llagares; atravesamos algunos pedreros y, ganando altura en la ladera, llegamos a la collada de La Forcá (1 025 metros). Sobre esta collada se levanta, lo tenemos a la vista, el pico La Forcá con sus 1 108 metros de altitud que alcanzamos sin ninguna dificultad.

Así finaliza el ascenso a la cumbre del pico La Forcá.
 
            Es la cumbre más septentrional de la sierra, y una lástima que la niebla nos impida ver su impresionante desplome hacia el río Trubia y el desfiladero de Peñas Juntas. Sin embargo, unos metros más abajo, protegida la espalda del viento norte, nos depara un buen lugar para el momento de la comida, el descanso y corta conversación. Luego, de nuevo hacia la collada de Aciera, en algún momento del camino, por primera vez en la jornada, la niebla se mueve y nos permite divisar buena parte de las tierras de esta parroquia de San Martín que pronto dejaremos atrás para entrar en Quirós.

Escaso paisaje que permite la niebla en el monte de Proaza.

            Ya a la vista de la torre de alta tensión que se levanta junto a la collada de Aciera, atajamos por las praderías para internarnos de forma definitiva en Quirós, alcanzando el antiguo camino real que, en muy buen estado, desciende casi paralelo a la moderna pista de acceso rodado a los pastos. Pasamos junto a la fuente de los Sapos y llegamos a la Rozá de Aciera, un lugar con muchas y bien cuidadas cabañas donde un grupo de personas disfrutan de su merienda campestre.

El camino por tierras de Quirós después de la callada de Aciera.
 
            El descenso sigue por las brañas de La Foxaca y Pandiello hasta el pueblo de Perueño a 520 metros de altitud. Allí nos sorprenden las ruinas de la ermita de Santa Eulalia (Santolaya); solo las paredes y el arco de entrada, junto a un hermoso tejo: todo ello declarado en 2015 bien de interés Cultural. Una buena pista de hormigón une este pueblo con el de El Llano. Sobre ambos se levanta la estribación más meridional de la sierra de Caranga, donde la Federación Asturiana de Montaña tiene su escuela de escalada, que cuenta, también en El Llano, con un refugio para los aficionados.

Florido detalle en la aldea de Perueño.
 
            Por la pista descendemos hasta Aciera, un pueblo a 415 metros de latitud con excelentes casas de piedra y madera, varios hórreos y la correspondiente ermita. Es, además, un inmejorable balcón sobre el embalse de Valdemurio y, en su margen izquierda, el pueblo de Villaorille. Desde la AS-229 que bordea el embalse, sube a Aciera la QU-7 que sigue hasta Tene, otro de los pueblos de esta parroquia quirosana de Las Agüeras. Por la misma carretera, desde Aciera sólo un kilómetro nos separa de La Agüeras, a 340 metros de altitud, en la orilla derecha del embalse construido en 1967 para mover las turbinas de la central de Proaza. También se aprovecha el embalse para diversas iniciativas turísticas, con un área recreativa y deportes acuáticos y de pesca.

En un altozano sobre el valle, los restos de la ermita de Perueño.
 
            Un buen lugar para finalizar nuestro recorrido por este camino, habitual paso entre Proaza y Quirós, por las parroquias de San Martín y Las Agüeras atravesando la collada de Aciera, hasta que el trazado de la carretera abrió el desfiladero de Peñas Juntas. Lo anduvimos, pero además quisimos alcanzar en la sierra de Caranga esas dos cumbres señeras en busca de su amplia panorámica sobre ambos concejos. Y es verdad que nada pudimos ver, sino apenas imaginárnoslo bajo un continuo mar de niebla; pero poco importa, si quienes disfrutamos caminando por el monte sabemos buscar el aliciente por encima de la niebla.

 El río Trubia a su paso por Proaza, donde iniciamos el camino.
 

Las fotos son de Juan Lobelle.
 
                 (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 15 de abril de 2017).

jueves, 6 de abril de 2017

EL CAMÍN REAL DE LA MESA



Por el GR 101 desde el puerto de San Lorenzo hasta Dolia... y algo más: Cuvasil, Tablado y hasta Belmonte de Miranda

            El Camín Real de la Mesa es una de las rutas más emblemáticas y reconocidas de la montaña asturiana. Su origen parece estar en la antigua calzada romana que pretendía ser una prolongación de la Ruta de la Plata para unir Astorga (Asturica Augusta) con la costa a través de Lucus Asturum (Lugo de Llanera). Hay quien incluso le atribuye origen prerromano, pero de lo que no hay duda es de su utilidad como vía de comunicación para personas, ganado y mercancías con tierras de León y Castilla desde la Edad Media, y una importante vía de comunicación con la Meseta hasta mediados del siglo XIX.
            En la actualidad se encuentra señalizada como ruta de gran recorrido para aficionados a la montaña, el senderismo o el ciclismo de altura. Es el GR 101, algo más de 56 kilómetros, entre Torrestío y Grao por cuatro concejos asturianos: Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grao. Su nombre quizás se deba a la entrada en Asturias por los puertos de la Mesa y a su tramo más rectilíneo por el también conocido como Cordal de la Mesa entre Somiedo y Teverga.

Detalle del río Pigüeña y Belmonte de Miranda; final de la caminata.
 
            Para acercarnos a tan histórica calzada, los del grupo La Peñuca aceptamos la invitación del presidente Albino González Ordiz, quien quiso coordinar esta etapa entre San Lorenzo y la aldea de Dolia; un considerable recorrido, al que añadimos algo más para finalizar en Belmonte de Miranda.
            El puerto de San Lorenzo, a 1 349 metros de altitud entre los términos de Teverga y Somiedo, es lugar de vastos pastizales donde se celebra feria anual de ganado en el mes de agosto; lo cruza la AS-265 que enlaza San Martín de Teverga  con la AS-227 en La Riera de Somiedo. Allí nos incorporamos al camino real y, por la ladera de la sierra La Verde que hace límite entre los dos términos, pasamos por Las Mostachales, braña equinoccial de Orderias, el pueblo somedano que vemos más abajo en la carretera del puerto.

En primer término uno de los mojones que jalonan el camino.
 
            En moderado ascenso alcanzamos el collado La Tartulla a 1 404 metros de altitud y entramos de nuevo en Teverga. Por un paso estrecho y empedrado conocido como Cuendia de la Celada descendemos a la vega del Cueiro, uno de los hitos de esta etapa del camino. Se trata de una amplia vega con buenos pastizales, donde se celebró desde muy antiguo importante feria de ganado para los pueblos de estos cuatro concejos. En la actualidad la feria ya no existe, pero sí una romería con concurridos deportes tradicionales como el tiro de cuerda y las carreras de caballos.

Orderias, aldea de Somiedo en la parroquia de Las Morteras.
 
            El Cueiro es un punto importante en el camino real porque desde aquí parte una variante: el GR 101-1 que por Marabio y Cuevallagar llega hasta Villanueva de Santo Adriano. No hace mucho coincidimos con esta variante en algún punto de otra caminata (El puerto de Marabio en Teverga, 17 de noviembre de 2016).
            A partir de aquí pasamos por La Pousa el Sal; el Alto la Casa, donde el camino aparece en algunos tramos bien empedrado, muestra su antiguo origen; y bordeamos el pico La Berza, vértice de tres municipios, Belmonte, Teverga y Grao. Esta cumbre (1 434 metros) es la más alta del concejo de Grao y en su ladera norte nace el río Cubia, afluente del Nalón.

La vega del Cueiro y, al fondo a la izquierda, el pico La Berza.
 
            Nuestro camino se interna de forma definitiva en el concejo de Belmonte, pero bien próximo al de Grao, pues entre ambos se interpone la sierra del Conto, también conocida como Cordal de Porcabezas, que recorremos de sur a norte. Así, vamos pasando por los collados La Barrera, Acebo y Gamón; luego, por la campa Los Madeiros y la braña La Furcada, hasta llegar al Alto de Peñas Negras. Todo esto con vistas hacia Montovo y Llamoso, únicos núcleos habitados de sus respectivas parroquias, a los que pertenecen los lugares que vamos recorriendo.

En el entorno del collado Gamón aparecen algunas lagunas.
 
            El Alto de Peñas Negras a 1 162 metros de altitud se encuentra flanqueado por un fuerte murallón calizo, que sin duda le da nombre y que a nosotros nos protege del viento norte, ofreciéndonos así un buen lugar para el momento del descanso, la comida y la conversación. Y tras la pausa, aunque el camino marcado desciende y pasa por la Venta Porcabezas, nosotros lo abandonamos, dispuestos a ganar la cumbre del pico Porcabezas y cumplir así con un "algo más" de la propuesta inicial de la caminata.

Agradable el camino por el Cordal de Porcabezas.
 
            El pico Porcabezas de 1 210 metros de altitud, en el extremo norte del cordal, tiene vértice geodésico y fácil acceso por pradería y apenas algo de monte bajo. Una vez en la cumbre, contemplamos hacia el este parte de la cuenca del Cubia y, más allá, tierras de Yernes y Tameza; hacia el oeste, al fondo, el valle del Pigüeña adonde nosotros nos iremos acercando. En el descenso por su ladera norte alcanzamos de nuevo el camino real y, después de pasar junto a la fuente de la Salud, recorriendo las amplias praderías pasamos junto a las cabañas del Alto de Mouro, dejamos a la derecha la braña las Barreras y llegamos a otro hito del camino: La Corredoria.

El camino a seguir desde la cumbre del Porcabezas: 
Alto de Mouro, La Corredoria y Dolia.
 
            A 878 metros de altitud, encontramos un lugar de camperas, cabañas y prados de siega cercados de piedra que pertenecen a los pueblos de Ondes y San Martín de Ondes. Hasta La Corredoria llega una pista hormigonada que parte de la BE-1 en San Martín de Ondes y que, después de atravesar la pradería, desciende hacia Villamarín en el concejo de Grao.
            El camino real, después de recorrer también la pradería, pasa junto a la Venta de La Corredoria, un edificio alargado de considerables dimensiones y en buen estado, que incluso contaba con una ermita. Luego, sigue en muy leve descenso, entre prados y bosque, por la margen izquierda del río Dolia, que también llega hasta el pueblo para bordearlo y orientar su curso en el término de Grao hacia el río Cubia.

Por la pradería, en busca de las cabañas del Alto de Mouro.
 
            Nosotros en el pueblo de Dolia, situado a 850 metros de altitud, tenemos obligada parada para contemplar su apretado caserío, su ermita y sus hórreos en buen estado; todo ello junto a los vecinos, a quienes informamos del camino recorrido y nos informan de lo que aún nos queda por recorrer. Y es que ya finalizamos nuestra etapa del GR 101 Camín Real de la Mesa, que sigue su trazado, como hasta aquí, con mojones informativos, postes indicadores de dirección y miliarios romanos hasta su final en la villa de Grao. A nosotros nos resta el "algo más", el descenso más pronunciado de la jornada hasta el fondo del valle.

La entrada en Dolia, señalizada con el correspondiente mojón.
 
            Primero nos acercamos a Cuvasil, una casería abandonada que se comunica con Dolia por una pequeña pista. Luego, el descenso se acentúa por la margen derecha del arroyo Cuvasil que baja impetuoso a desembocar en el Pigüeña; es un viejo camino bordeando los picos Castiechu y Cervera entre bosque de castaños, robles y sorprendentes matas de acebos. Por lo demás, su suelo a veces empedrado, otras con abundante barro y a menudo con árboles caídos que dificultan el paso muestra el actual estado de una caleya que, hasta la llegada de la carretera en las últimas décadas del siglo pasado, fue la única vía de acceso al pueblo para personas y animales, y hoy sólo frecuentada por caminantes como nosotros.

 La salida de Dolia hacia Cuvasil y Belmonte.

            Al fin, cuando pasamos junto a los prados y cuadras de Las Pandiellas ya avistamos en la ladera del monte La Queimada las aldeas de Tiblós y Tablado. Entramos en esta última a 330 metros de altitud y atravesamos su disperso caserío rodeado de verde. Por una carretera local, Tablado dista kilómetro y medio del fondo del valle, donde se encuentra Belmonte de Miranda a 200 metros de altitud.
            Entramos en la villa, cruzamos por el puente sobre el río Pigüeña y ante el edificio de la casa consistorial finalizamos esta caminata larga, pero entretenida como pocas. No en vano hemos recorrido una tercera parte del Camino Real de la Mesa surcado de pintorescos lugares, una naturaleza envidiable y siempre con espectaculares vistas hacia los valles y las montañas que lo rodean.

 El puerto de San Lorenzo, inicio de esta etapa del Camino Real.

Las fotos son de Juan Lobelle.

                   (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 1 de abril de 2017).