Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

martes, 31 de diciembre de 2013

DESDE LA "CASA DE MIERES"



Caminatas por Puerto Pinos: las Ubiñas, la Vachota, Pinos pueblo… buena compañía entre ganaderos y caminantes

            Lo que se conoce como Puerto Pinos son una serie de vegas, majadas, puertos y collados que ocupan unas 900 hectáreas en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica. Esta considerable extensión de terreno forma parte de la comarca leonesa de Babia, pero su explotación ganadera es propiedad del Ayuntamiento de Mieres por compra realizada en 1926 a la Fundación Sierra Pambley, una familia de Villablino, por lo que también desde Asturias se le conoce como Puerto de Mieres; de esta singular característica administrativa y ganadera nos ocupamos hace algún tiempo en otro artículo de este blog (Puerto Pinos, 31 de marzo de 2012).
            La Casa de Mieres es un edificio situado  a 1 595 metros de altitud en lugar estratégico dentro del puerto: bar, vivienda del guarda de pastos, refugio y albergue, en su fachada luce el escudo de Mieres y el rótulo que lo identifica; fue en el pasado mes de agosto cuando permanecimos allí unos días para realizar nuestras caminatas, contemplar la espléndida cabaña ganadera y disfrutar de la conversación con los afanosos ganaderos.

El ganado en busca de los mejores pastos del puerto

            La primera caminata tenía que ser a las Ubiñas, y allá fuimos en la mañana de un viernes soleado y sin una brizna de niebla, con alguna intención de llegar a la cumbre más alta. Justo frente a la puerta del albergue pasa el camino que, bordeando el pequeño embalse donde abreva el ganado, sube por el valle de la Cantarilla; luego, abandonamos este camino para seguir hacia la izquierda por una senda que recorre el valle Angosto y sale a la empinada y amplia vega de Candioches. Allí hay varias piedras planas, una de las cuales nos sirve de mesa para el aperitivo siempre que recorremos esta ruta. Al poco tiempo, contemplamos a los ganaderos que conducen un buen rebaño de terneros hacia su destete; labor difícil y complicada en una pradería tan extensa. Nosotros, los caminantes, colaboramos en su trabajo apartándonos a un lado para no obstaculizar el paso de las reses.

Por la vega de Candioches

            El camino continúa por los Ollones donde hay una fuente con abrevadero, y la senda trepa entre las peñas para salir al más amplio valle o vega de Retuerto. Aquí la vista es espectacular: a nuestra espalda, las inconfundibles Tesa, Mesa y Almagrera; al frente, cerrando la vega, la majestuosa Peña Ubiña la Grande entre la Pequeña, a nuestra izquierda y Peña Cerreos, a la derecha.
            El sendero recorre la vega de Retuerto junto al reguero del mismo nombre y al final se empina ya en la ladera de Peña Ubiña la Grande. Nosotros subimos girando hacia la izquierda, bordeando la pequeña peña La Carba, que al lado de cumbres tan altas parece un peñasco en la pradera, y llegamos al collado Ronzón. Sentados en el collado contemplamos el definitivo ascenso y calculamos a qué hora estaríamos en la cumbre para comer la apetitosa empanada que Pipi guarda con celo en la mochila; pero también contemplamos hacia el sur los pueblos de la atractiva y amplia llanura de Babia: Torrestío, Torrebarrio, Genestosa…

Peña Ubiña desde la vega de Retuerto

El pueblo de Babia más próximo a la Casa de Mieres es Pinos, distante unos cinco kilómetros por una pista apta para vehículos de todo terreno y otros atrevidos. La mañana del sábado aparece nublada y con ligera llovizna, por lo que decidimos hacer este recorrido hasta el pueblo en busca de un tiempo más despejado. El camino, después de salvar por una portilla el cierre que limita los pastos, desciende por el valle que labra el río Pinos, que nace en el puerto y desemboca en el río Torrestío, afluente del Luna.

En el camino hacia Pinos

Hasta cuatro veces hay que cruzar el río por vados o por puentes de madera o de piedra; cuando llegamos al llano, en el Rosapero, ya se aprecia, apretado entre las dos laderas del valle, el caserío de Pinos, en el que destaca su iglesia de piedra con la torre cuadrada. Más abajo, a unos dos kilómetros está la villa municipal, San Emiliano de Babia, junto a la carretera que sube al puerto Ventana.
            La primera parte del camino de vuelta la realizamos por la vieja caleya en la margen derecha del río, y al salir del pueblo pasamos junto a una casa de piedra bien restaurada que marca en el dintel la fecha de 1695. Retomamos la pista cuando comienzan las duras rampas de ascenso, las nubes ya han desaparecido y el sol comienza a calentar, por lo que agradecemos una fuente al lado del camino.

El caserío de Pinos apretado en el valle

            Otra caminata fue hacia los llamados Puertos de Lena. En este recorrido, pasamos junto a la ermita de la virgen de las Nieves, donde se celebra la fiesta el 10 de agosto, cruzamos por un bonito puente de madera el río Pinos cerca de su nacimiento y llegamos a las cabañas de Piedra Xobera. Desde allí ascendemos al cordal de los Navares para descender por la otra vertiente a la vega del mismo nombre, por donde corre el llamado Reguero del Puerto. Remontando el reguero llegamos a la majada de La Cubilla, también como en la vega anterior con varias cabañas en buen estado; desde allí iniciamos el ascenso hasta el alto el Palo (1 683 metros), que también se le nombra como puerto de La Cubilla o Las Portillas
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Majada de La Cubilla desde el alto el Palo

            Hay en el alto un cartel indicando el PR AS-75 Ruta de los Confines de Lena. Recorriendo el primer tramo de esta ruta llegamos, en el collado Rodriguero, a la segunda portilla, la que da entrada a los pastos de Lena: estamos en la Vachota, valle alto como indica su topónimo. Gran extensión de pastos a los que hoy se accede con facilidad por la pista que atraviesa las portillas, pero dicen que en otro tiempo el ganado subía por las estrechas pendientes, abismos, de La Mesa, La Tesa y La Almagrera, que quedan a nuestra izquierda, aunque apenas podamos verlas ocultas entre la niebla.
            La pista sigue hasta la Majada Vieja, y al regreso nos detenemos en el alto el Palo para contemplar el monolito dedicado “A Don José Sela y Sela, alcalde de Mieres que logró para su concejo la riqueza de estos puertos 1925-1962”. Desde aquí sólo dos kilómetros por carretera nos separan de la Casa de Mieres.

En el collado Rodriguero, portilla a los pastos de Lena

            Sin ser de Mieres ni ganaderos, nos alojamos siempre en el albergue de esta casa con la amabilidad de quienes son sus guardianes y de quienes la frecuentan. Entre las primeras, Charo, excelente cocinera y Maribel, incansable y atenta siempre; entre los otros, Poli, que tiene su cabaña anexa a la ermita; Allerano, que la tiene en Piedra Xobera; Morín, que sube al puerto con su acordeón; y el más veterano, Mundial, que siempre nos acompaña en el albergue; sin olvidar a Sergio y a Fredo, los más jóvenes pero capaces de ganar al tute a todos los demás.

Jóvines ganaderos y campeones al tute

            Porque quiso la casualidad que para la tarde y noche de aquel sábado de agosto estuviera programado un maratón de tute, y como a Santos, el guarda de pastos, le había fallado su compañero lo buscaron entre nosotros, los caminantes. Y no podía ser otro que el patrón de las fotos que ilustran este texto. Jugaron y no ganaron, pero quedaron en buen lugar; los campeones fueron, ya queda dicho, los ganaderos más jóvenes del puerto. El juego culminó con una cena a la que fuimos amablemente invitados los tres; un aliciente más para nuestras andanzas por esta espléndida montaña a la que siempre se queda con ganas de volver.

Panorámica de Babia desde el collado Ronzón


Las fotos son de Cuno Rotella

domingo, 22 de diciembre de 2013

SAN ANTÓN DE CONCILLEIROS



En Valdés, desde Almuña, el PR AS-3: el monte de Barcia y la sierra de Concilleiros

            El grupo de montaña La Peñuca quiso culminar esta temporada 2013 con una propuesta de su presidente Albino González Ordiz. Si en el pasado mes de enero, al inicio de la temporada, otra propuesta suya nos llevó a recorrer pueblos del concejo de Ribadesella, ahora en Valdés cerramos con una caminata por la sierra prelitoral, recorriendo, siempre por pistas madereras y ganaderas, algunas brañas y altozanos cubiertos de pinos y eucaliptos. Para ello tomamos como referencia el PR AS-3 San Antón de Concilleiros al que añadimos algunos adornos, trazando así en nuestro recorrido un 8 con el centro en el lugar donde se asienta la ermita de San Antonio y el inicio y final de la ruta en el pueblo de Almuña.
            Almuña se encuentra en la rasa marina a dos kilómetros de Luarca, la villa municipal de Valdés, en la N-634 de la que parte la AS-220 por la que comenzamos a caminar. Pasamos sobre la A-8 o autovía del Cantábrico para desviarnos a la izquierda por una estrecha carretera y una pista de tierra que comienza pronto a ganar altura.

La costa desde la sierra: playa de Cueva y cabo Busto

            Caminamos ya por el llamado monte de Barcia y a nuestra izquierda la vista de la rasa marina es amplia y continua: más allá de la A-8, destaca el disperso caserío de Barcia; al fondo, la playa de Cueva y encima, el cabo Busto y su faro. Así, disfrutando de este panorama, llegamos hasta la braña El Cabanín y la ermita de San Antonio de Concilleiros; allí hay también un área recreativa con mesas y bancos, y es obligada una primera parada en el centro de nuestro recorrido por el que volveremos a pasar de nuevo.

El grupo ante la ermita de San Antón

            Salimos de la braña para adentrarnos en la sierra de Concilleiros en la que confluyen distintas rutas históricas: no solo el Camino de San Antón que nosotros venimos siguiendo, también un apéndice del Camino de Santiago por la costa y el camino de arrieros hacia Castilla, además del Camino de Misa que recorreremos más adelante; es así que el topónimo “concilleiros” alude a coincidencia de pasos.
            Bordeando el pico el Acebo, la pista nos deja sobre el pueblo de Argumoso que está incluido en el catálogo de brañas vaqueiras del concejo de Valdés realizado en 1974; hoy se llega hasta él por una buena carretera que parte de la AS-220. Nuestro camino prosigue por entre pinares y monte bajo en busca del techo de la jornada.

Argumoso, en la parroquia de Canero

            Es el pico Pumar de 528 metros de altitud, entre las parroquias de Barcia y Canero, un mirador privilegiado sobre el valle del arroyo Lauredal, afluente el Esva, que marca la divisoria entre las parroquias de Canero y Trevías. Más a la derecha reconocemos el valle del Esva en la parroquia de Paredes por donde caminamos en otra ocasión (El Esva entre Tineo y Valdés, 18 de abril de 2013); nos encontramos, por tanto, dentro del Paisaje Protegido de la Cuenca del Esva.
            Descendemos del pico hacia el collado de Ambasvías adonde también llega la carretera; pero nosotros antes nos desviamos hacia la derecha, para caminar por el ya citado Camino de Misa que recorrían los vaqueiros de las brañas para festejar a San Antonio en su ermita. Por este camino vamos viendo a nuestra izquierda la AS-220 en la que dimos los primeros pasos y a la que volveremos al finalizar la caminata; y en la ladera por donde serpentea la carretera, la aldea de Carlangas también en el catálogo de brañas vaqueiras.

  Por el Camino de Misa

           Una pista que sale del camino nos sube al pico Concilleiros (501 metros), también en la linde entre las parroquias de Barcia y Canero; su ladera norte está cubierta por un frondoso pinar y en la que cae al este, nace el arroyo Forcón que se precipita hasta desembocar en el Esva ya cerca del mar. Con una buena vista hacia el norte, este altozano es el lugar elegido para el bocadillo, la conversación y el descanso disfrutando del sol en un hermoso día de finales de otoño.

Descanso en el alto de Concilleiros con vistas al mar

            Después, descendemos de nuevo por la ladera sur entre brezos y tojos para retomar el Camino de Misa que nos llevará de nuevo a la braña El Cabanín. En la ladera, junto a la carretera, queda la aldea de El Cabanín, también en el citado catálogo de brañas y aquí arriba, las ruinas de la antigua braña, en la que destaca el mayor edificio, que fue la venta o casa de postas donde recalaban los arrieros que circulaban por este camino y donde hacían escala los peregrinos que iban a Santiago.

La braña El Cabanín: ermita y ruinas de la casa de Postas

            Dejando a nuestra espalda la portada de la ermita, seguimos el camino ascendiendo al alto de Picaratín desde donde ya se columbra la villa de Luarca; después, nos internamos en el monte la Cabra, cubierto de un espeso bosque de pinos. Atravesamos este pinar en un agradable descenso hasta llegar a la AS-220 a la entrada del pueblo de Fontoria y luego el de Aldín. Los dos pueblos, a escasos metros uno del otro, se extienden a ambos lados de la carretera en la margen derecha del río Negro que desemboca en la villa de Luarca.

Por el monte la Cabra

            Recorremos los dos pueblos y, tras cruzar por el mismo viaducto sobre la autovía, regresamos a Almuña para cerrar este trazado en ocho que desde la rasa marina nos acercó a las brañas interiores, en una interesante caminata por las sierras prelitorales del concejo de Valdés.

Vista de Luarca desde el alto de Picaratín


Las fotos son de José Arnillas
   
                      
                                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 14 de diciembre de 2013)

viernes, 6 de diciembre de 2013

ENTRE PARRES Y RIBADESELLA



Desde Las Coronas en Collía, por Busternales, Monte Moro, Tresmonte y la Ruta de los Molinos, hasta El Alisal en Junco

            Los concejos de Parres y Ribadesella no sólo comparten el cauce fluvial del Sella, su riqueza piscícola, su uso como canal de comunicación y, sobre todo, su Descenso Internacional y la Fiesta de las Piraguas que les ha dado a conocer en todo el mundo; comparten, además, una serie de sierras, montes y collados con suficiente altura para ofrecer a los caminantes magníficas panorámicas, tanto hacia la rasa costera de Ribadesella como hacia el interior de Parres, el vecino meridional. A estas sierras a caballo entre ambos municipios acudimos a una propuesta para el grupo La Peñuca de José Manuel Nieto en un día de niebla, lluvia y viento.

    Panorámica hacia la costa desde Monte Moro (**)
       
             La caminata comienza en el alto de Las Coronas a 307 metros de altitud, donde hay una casería al lado de la AS-341 que parte del pueblo de Collía, la cabecera parroquial distante sólo dos kilómetros. Por una pista de tierra se va ganando altura en la ladera de la primera cumbre de la jornada; pronto se abandona la pista y por una cómoda senda bien marcada entre monte bajo alcanzamos el pico Moro (549 metros). Esta cumbre, en la que destaca una cruz bien visible desde el inicio del camino, se sitúa ya en la linde de los dos municipios, parroquias de Collía (Parres) y Linares (Ribadesella). Por fortuna, hacia el norte la niebla se mueve y nos deja ver la peña caliza y alargada de Calabrez; no ocurre así al sur, donde la bruma nos oculta el pueblo de Collía y hasta la villa de Arriondas.

Subida hacia el pico Moro (**)

            Desde la cumbre seguimos cresteando, siempre en la linde entre los dos concejos; al fondo, a nuestra izquierda, divisamos el abundante y disperso caserío de Calabrez, que se asienta en el valle por donde el río Acebo corre hacia el norte para desembocar en la playa de Vega; hacia el sur, si la niebla lo permite, podemos ver pueblos de Parres como Mesariegos y Sinariega, la cabecera parroquial de Cayarga.

Por la crestería, en la línea entre los dos concejos (*)

            Después de un considerable descenso, llegamos a la casería de Busternales con buena pradería y una ermita abandonada que estuvo dedicada a San Agustín y que hoy sirve de almacén a los ganaderos. A Busternales llegan algunas pistas ganaderas desde el valle de Calabrez, por donde también pasa la AS-341 hacia Ribadesella; nosotros seguimos por una forestal entre pinares. Por la ladera que cae al sur, bordeamos el Alto de Liendre donde hay una antena de telefonía; abandonamos la pista, y por senda entre monte bajo, ascendemos al pico Perullalina (495 metros) con vértice geodésico entre las parroquias de Cayarga (Parres) y Moro (Ribadesella). Desde esta cumbre con la ladera cubierta de eucaliptos, se divisan hacia el norte aldeas de la parroquia de Moro como Sardéu o Nocéu y, más a lo lejos, la costa en la que destaca la playa de Vega.

Subida hacia el pico Perullalina (*)

            Seguimos cresteando por el conocido como Monte Moro siempre con buenas vistas al mar y a la villa de Ribadesella, hasta que llegamos al lugar donde hubo un área recreativa que llevaba el nombre de este monte. Allí tomamos la carretera que viene de Nocéu y desciende hasta Tresmonte, aldea situada a 170 metros de altitud al sur del concejo de Ribadesella. Tiene Tresmonte el honor de ser el lugar de nacimiento de Manuel Fernández Juncos, emigrante a los 11 años a Puerto Rico, donde fue Ministro de Hacienda en el primer Gobierno autónomo y donde destacó en su decidida defensa de la lengua y la cultura hispánicas, una vez que la isla pasó a ser de dominio norteamericano.

La sierra de Calabrez (*)

            A la entrada del pueblo, iniciamos el recorrido por la Ruta de los Molinos: seis kilómetros por un buen camino arreglado que atraviesa un castañedo en la margen izquierda el arroyo Ginestral de Castiello, que en su día alimentó hasta nueve molinos; quedan los restos de seis bien señalizados, en los que, deteniéndose, es posible contemplar algunos artilugios del mecanismo de estas tradicionales construcciones. El río se acerca al Sella y nosotros con él, nos encontramos con el trazado del Feve en la línea Oviedo-Santander y seguimos caminando por una buena pista entre el ferrocarril y la margen izquierda del río, por donde hoy no baja una piragua.

Uno de los molinos de la ruta entre Tresmonte y Cuevas (**)

            Así llegamos, después de pasar junto a la casería de Santiago donde hay una plantación de kiwis entre los que pasta tranquilo un rebaño de ovejas, al pueblo de Cuevas, ya en la parroquia de Junco. Aquí, aunque el “guía”, ligero caminante donde los haya, sigue sin detenerse hasta el final de la ruta, algunos decidimos acogernos para un pequeño descanso y el bocadillo bajo el techo del apeadero del ferrocarril, otros, por la amabilidad de los dueños, en el porche de un bar cerrado.
            Atravesamos el pueblo, situado a la orilla del Sella a sólo 20 metros de altitud sobre el nivel del mar, pasamos junto a algunos hórreos, ante la ermita de Santiago y pronto nos encontramos con La Cuevona: impresionante gruta natural de unos 300 metros de longitud labrada por el río, en la que podemos contemplar, gracias a una precisa iluminación, numerosas estalactitas y estalagmitas.

Entrada a La Cuevona al abandonar el pueblo de Cuevas (*)

            Por la cueva, a la vera del río que no podría llamarse sino arroyo La Cueva, discurre la RS-3, única carretera de acceso al pueblo y por la que nosotros llegamos hasta El Alisal de Junco. Es el final de esta caminata, que a pesar de las dificultades del tiempo a finales de otoño -lluvia, niebla…- nos permitió disfrutar de variados alicientes desde las sierras y collados hasta la orilla del río.
 
 El alto de Las Coronas, donde iniciamos esta interesante caminata (*)

(*) Fotos de Juan Lobelle
(**) Fotos de José Arnillas

  
                         (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 30 de noviembre de 2013)