Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

lunes, 30 de julio de 2012

MONTES DE PONGA


Desde La Uña hasta Beleño por el cordal del Collao Zorro

       Dos cordales se extienden por el término municipal de Ponga perpendiculares a la cordillera Cantábrica. Uno de ellos, el más occidental recibe precisamente el nombre de Cordal de Ponga y sirve de límite con el Parque Natural de Redes, concejo de Caso; sus cumbres señeras son el Maciédome, a quien los ponguetos nombran como el Alto Ponga, y el Tiatordos, que se levanta frente a la villa capital. El otro es un cordal interior que separa las parroquias de Sobrefoz y Casielles: el del Collao Zorro. A este cordal acudimos en el grupo La Peñuca invitados por Manuel Quintana, buen conocedor de la zona, para realizar una larga caminata partiendo del pueblo leonés de La Uña.
            El comienzo, a 1.200 metros de altitud, en la C-635 al lado de la fuente La Turriente permite a los caminantes abastecerse de agua para el camino. Tras pasar por un puente sobre el río Esla atravesamos la vega de Martindiez y pronto encontramos la unión de los arroyos Riosol y de la Castellana: ambos se disputan el nacimiento del Esla; nosotros seguimos al de la Castellana por el valle de Valdosín. Estamos caminando por una buena pista de tierra sobre la que se marca el PR. LE-20 Puerto de Ventaniella, y sobre nosotros se asoman orgullosas las peñas Ten y Pileñes, las del refrán:

Ten y Pileñes,
buen par de peñes;
Ten pa les cabres,
pa le oveyes,
Pileñes.

     La vega y el bosque de Valdosín
       
              La vega de Valdosín es amplia, cuenta con un buen redil y en ella encuentra buen alimento el ganado vacuno. A partir de aquí la pista se convierte en un buen sendero que nos sube al puerto de Ventaniella a 1.430 metros de altitud; es el límite regional y fue importante paso para los intercambios comerciales asturleoneses. Un poco más allá, ya en Asturias, está la pradería de Ventaniella con la ermita y el albergue de caminantes; pero nosotros no bajaremos hacia allá, sino que descendemos a la majada El Xerru (1.390 metros) para encontrar un sendero que inicia una fuerte subida.

 Hacia el puerto de Ventaniella

            Es la primera gran ascensión de la jornada: el sendero se pierde en amplias praderías colgadas del cordal y debemos forzar la máquina para alcanzar los 1.642 metros de altitud del collado Miédome. Viene luego un considerable descenso hasta la hermosa majada de Viañu, donde unos ganaderos se afanan en la reconstrucción de dos cabañas, para luego iniciar el segundo duro ascenso hasta el collado Viañu y, más arriba, la collada Obrango (1.434 metros).

 Majada y collado Viañu

            Un nuevo y obligado descenso para atravesar los puertos de Sus nos lleva a iniciar la última, mayor y más larga ascensión hasta el pico Collao Zorro (1.844 metros); es la mayor altura de la jornada y también la cumbre del cordal. Es también el lugar indicado por Manuel para el descanso y el bocadillo. El sol que no calentó en demasía, lo cual, junto a una pequeña brisa, fue de agradecer por los caminantes, aparece ahora con fuerza; y allí, frente al otro cordal (el de Ponga), a la vista de las praderías de Ventaniella, y al fondo, muy al fondo del valle el pueblo de Sobrefoz, disfrutamos del encanto especial de estas montañas mientras reponemos fuerzas para la última parte de la caminata. 

 Fuerte subida al collado Miédome

            Es un largo descenso desde la más alta cumbre del cordal hasta los 619 metros de San Juan de Beleño. Por la ladera bajamos al propio Collao Zorro y por un sendero que bordea el pico Luengo llegamos al collado Pumerín, más abajo a la collada Caldes y hasta la majada Cabanín, como en todas las majadas que atravesamos repleta de ganado, pero en ésta con más ejemplares de caballar que de vacuno. Desde aquí entramos en el valle que marca la riega Les Foyaques, afluente del río Ponga. Por su margen izquierda desciende un camino carretero, una vieja caleya empedrada pero en bastante mal estado: abundancia de agua y barro, árboles caídos, alguna alambrada que cierra el paso a ganado y caminantes; como, además, la pendiente es considerable, el final de la caminata se hace penoso. Mas al fin llegamos a la vera del río y a la PO-1, la carretera que une Sobrefoz con la capital municipal.

 Descenso del pico Collao Zorro

            Aquí en Beleño, topónimo que parece remitir al dios celta Belenos, termina esta caminata que aunque dura, tal vez la más dura de cuantas he relatado en el blog durante el presente año, es de una belleza que, tengo para mí, acaso sólo los montes de Ponga y Redes puedan ofrecer.

 Hacia la majada Cabanín

  Las fotos son de Elena Castro  

 

                                   (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 21 de julio de 2012)


sábado, 14 de julio de 2012

POR TIERRAS DEL ALTO SIL


Desde Salentinos hasta su braña y el alto de la Carranca en la sierra de Gistredo

            El río Sil, principal afluente del Miño, nace al pie de Peña Orniz, en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica cerca del pueblo de La Cueta en la Babia alta, el pueblo más alto (1.460 metros) de  la provincia de León. Cuando atraviesa la comarca leonesa del Bierzo, el río presta su nombre como apellido a muchos municipios y pueblos por donde pasa: Páramo, Palacios, Vilariño, Tejedo, Argayo… todos del Sil.
            A estas tierras del Sil acudimos a propuesta de Emilio Alegre para caminar por la sierra de Gistredo y algunas de sus cumbres señeras; pero si bien es cierto que en muchas ocasiones habíamos escuchado en los informativos meteorológicos que una fuerte borrasca desde el Atlántico cruzaría el Bierzo para barrer todo el norte de España, ésta fue la ocasión de comprobarlo sobre el terreno. Y si esa misma borrasca con fuerte viento, lluvia y niebla nos impidió llegar a las cumbres previstas, no fue impedimento para realizar una parte del camino, aunque empapados y sin poder apreciar por la niebla la totalidad de este bello paisaje.
            La caminata comienza y termina en el pueblo de Salentinos, en el municipio de Páramo del Sil, hasta finales del siglo XIX nombrado como Ribas del Sil d’Abaxo, según consta en la copia de un documento fechado en 1780 y expuesto en el bar del pueblo. Salentinos es un pueblo alargado a la vera del río de su mismo nombre, con casas de piedra y techumbre de pizarra bien conservadas. Desde allí parte el PR. LE-45 Ruta del Catoute que, tras pasar por la cumbre de este pico, finaliza en Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, tal vez el pueblo de España con el nombre más largo.

Rincón a la salida de Salentinos

           En la primera parte de nuestra caminata seguimos este PR sobre una pista que por la margen izquierda del río Salentinos recorre su precioso valle. El camino fácil y agradable va ganando altura de forma suave, atravesamos varias portillas para el ganado y pasamos junto a tres fuentes: el manantial de Brañavieja, las Fontainas y la de las Chábanas (por las chábanas, llábanas o tejas de pizarra que la cubren). Esta última fuente nos anuncia la llegada a la braña de Salentinos; amplia, con prados cercados de piedra, varias cabañas y hasta un refugio del Distrito Forestal de León en el que nos detendremos a la vuelta.
            Al salir de la braña, abandonamos la pista y el cauce del río que baja de la falda del pico Catoute. Nuestro camino toma una senda empinada que sube hasta la braña de Campogrande, dejando a la izquierda el bosque de Teixedor y a la derecha, el Teso de los Griegos, donde los romanos tuvieron explotaciones mineras de oro.

 La braña de Salentinos y el valle por donde caminamos

           Pasado Campogrande, la senda desaparece y caminamos por entre los piornales, en fuerte pendiente, hasta la campera de la Carranca. Al llegar aquí, la lluvia que nos acompaña desde Salentinos se convierte en fuerte aguacero con niebla y viento que sopla por la vertiente noroeste de la sierra; a malas penas nos permite caminar por la crestería, que está señalizada con una sucesión de mojones, hasta el alto de la Carranca a 1.886 metros de altitud.
        La propuesta inicial de Emilio Alegre consistía en seguir cresteando para ascender primero al pico Chao, luego al de Braña la Pena y por último al de Valdeiglesias, la cumbre de la sierra. Parados en el alto la Carranca, y ante la fuerte ventisca y la niebla que cubre toda la crestería, el grupo secunda la opinión del guía y su presidente de acortar el camino, iniciando desde este mismo punto el regreso.

 Mojones que indican el camino por la crestería

            Así pues, comenzamos el descenso por un sendero entre los piornales hasta Campogrande y, más abajo, a la braña de Salentinos. En esta braña está el refugio siempre abierto a ganaderos y caminantes, con la única condición de que después de su estancia en él lo dejen limpio y ordenado. Es de reducidas dimensiones, pero tiene unos tableros para literas, bancos arrimados a la pared y una chimenea donde los caminantes empapados pueden avivar una hermosa hoguera: algunos decidimos detenernos allí, mientras otros seguían su camino de regreso.
            Tras el descanso, la comida y la conversación en el agradable ambiente que propicia el fuego, continuamos el camino hacia Salentinos. Valle abajo, la lluvia amaina, la temperatura sube y se puede pronosticar un atardecer agradable, aunque al mirar atrás la sierra siga cubierta de nubes.

 El río Salentinos, también llamado de la Tejera

           A la entrada del pueblo hay un viejo molino. Tiene limpia la acequia por donde discurre el agua con normalidad y las compuertas están en buen estado: todo indica que podría estar en funcionamiento. En efecto, fue molino harinero, luego sirvió para producir la electricidad al pueblo y en la actualidad sigue moliendo como antaño para los grupos escolares que lo visitan, y el pan de su harina se vende en el bar del pueblo. Al lado del molino hay una piedra grabada con el anagrama de la mancomunidad de los Cuatro Valles leoneses y junto a ella, una llábana que sirvió para colar, hacer la colada con agua y ceniza.
            Son detalles para adornar una jornada que, aunque no pudo ser completa, deja en el caminante la idea de un bello paisaje plagado de lugares interesantes, a los que sería agradable retornar cuando el tiempo lo permita.

Por entre los piornales en flor

Las fotos son de Juan Lobelle



                                       (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 7 de julio de 2012)