Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

martes, 28 de junio de 2011

POR LAS ALTURAS DE CANGAS DEL NARCEA


De Leitariegos a Genestoso por el Collado de las Tres Lagunas
 
           Esta caminata por las altas tierras de Cangas del Narcea tiene para el caminante un encanto especial en forma de recuerdo de un tiempo que ya se va quedando lejano. Es en el año 1975 cuando el caminante, entonces un joven y pedante profesor de E. G. B. con la oposición recién aprobada, llega al municipio de Cangas para ejercer la enseñanza en la parroquia de Gedrez, formada por este pueblo más Piedrafita y Jalón. Allí permanece hasta junio de 1977, unos años cruciales como todo el mundo sabe en la historia moderna de España, y en este tiempo recorre las tierras del sur de Cangas del Narcea hasta entonces desconocidas para él. Nunca, sin embargo, había llegado hasta Genestoso, un pueblo del que sí tiene abundantes noticias por una compañera de oposición con la que a menudo se encuentra en la capital del municipio. Hoy, más de treinta años después, llega para hacer esta ruta por las tierras del sureste de Cangas del Narcea en los límites con el Alto Sil.
Comienza pues la caminata, en el alto de Leitariegos a 1.523 metros de altitud, entre la estación invernal que pertenece a León y el primer pueblo de Asturias entrando por este puerto. Desde allí nos dirigimos hacia el norte por el valle de Faro para acercarnos a la línea de la cordillera, donde nos esperan una serie de alturas por las que iremos haciendo camino en nuestro andar. La primera cumbre es el Picardín, de 1.803 metros, y después las Peñas Blancas o Chana Los Penones, de 1.865 metros. Tras un pronunciado descenso hasta los 1.675 metros, casi en el límite entre las dos provincias encontramos la Laguna de Viveiro,  de unos 100 metros de longitud, que este verano se encuentra sin agua por la escasez de nieves invernales.
La subida es dura hasta los 1.861 metros de la Gobia del Cacabiechu, pero merece la pena para desde allí contemplar un magnífico panorama que incluye el pueblo de Genestoso y, muy a lo lejos, el santuario de Nuestra Señora del Acebo.  Entre el Cacabiechu y el collado de Recuélebre nos encontramos con la laguna de La Goda: una charca habitada por algunos anfibios. La subida continúa, hasta llegar al Chanu de los Bueyes, por un camino que presenta bastantes dificultades, con senderos poco marcados en los que es fácil perderse si no se cuenta con un guía competente como José Manuel Cortina, buen conocedor de estos parajes, cuya forma de entender la montaña logra que la caminata sea agradable, placentera y también instructiva. El Chanu de los Bueyes es una planicie situada a 1.922 metros de altitud, cuyo topónimo alude a un lugar donde los bueyes acudían a mosquear. Desde allí se pueden contemplar en lontananza las montañas de Somiedo, entre las que descuella el pico Cornón al que un día de octubre de 1988 llegó el caminante desde Santa María del Puerto con un grupo de montaña de El Entrego llamado El Granizu. Como ya hemos alcanzado la mayor altura de la caminata y el reloj marca las dos y media de la tarde, considera José Manuel que es el lugar adecuado para dar cuenta de los bocadillos. Es un magnífico día de sol atemperado por una suave brisa montañera que lo hace aún más agradable; pero el descanso no se puede prolongar más de media hora porque para llegar a Genestoso aún nos quedan otras tres horas de camino.
Nuestro caminar continúa ahora por las crestas del pico Riu para luego bajar hasta el collado de las Tres Lagunas: lugar de paso del camino real que unía Cangas con la provincia de León. Estamos en pleno Monte de Genestosa, catalogado como de utilidad pública y que se encuentra incluido en el Parque Natural de Fuentes del Narcea; por una cómoda pista que desciende buscando el río Cibea entre pradería y bosques de abedules y fresnos llegamos hasta Genestoso, donde después de seis horas y media finaliza nuestra caminata. 


                                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 18 de junio de 2011)

domingo, 5 de junio de 2011

POR LAS MONTAÑAS DE LA LIÉBANA

De Lebeña a San Pedro de Bedoya por el Collado de Taruey

 Esta caminata por las montañas de La Liébana no tiene más dificultad que la larga subida para alcanzar el collado de Taruey. Se inicia junto a la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña y tiene ya sus primeras rampas al atravesar el pueblo, para después tomar una pista amplia, de origen minero, con buen piso de tierra, que recorre el valle del arroyo de Los Casares. La subida no cesa, y en ocasiones sobre todo si calienta el sol se hace dura, pero resulta muy agradable por la vista de la Sierra de Les Cuerres que vamos ladeando; también por el panorama que dejamos a nuestra espalda: los pueblos de Lebeña y Allende al fondo, junto a la carretera que sale del desfiladero de La Hermida.
Abandonamos la pista al aproximarnos a la bocamina, que se encuentra colgada de forma inverosímil horadando la roca de la montaña. Es el momento de detenerse para reponer fuerzas y observar por última vez cómo el río Deva se pierde a lo lejos por el desfiladero de La Hermida. Después, cambiamos de dirección al tomar una senda que se adentra en un hermoso bosque de fayas con grandes claros que dan lugar a una sucesión de majadas y que, poco a poco, nos va acercando al collado de Taruey. Cuando logramos situarnos en el punto más alto del collado, a 1.234 metros de altitud, el panorama cambia y lo que se ofrece a nuestra vista es la imponente crestería de Peña Ventosa y muy al fondo varios pueblos del municipio de Cillórigo de Liébana: Salarzón, Cobeña, Trillayo o Pumereña. Es el lugar y el momento adecuado para dar cuenta de los consabidos bocadillos una vez asentadas las humildes posaderas. Pero por poco tiempo porque la nube amenaza en las crestas de Peña Ventosa, y como dice un personaje de Antonio Machado en La tierra de Alvargonzález: “Dios le libre de una tormenta por aquella sierra”. Así que hay que levantarse y, con los primeros truenos y relámpagos que traen las primeras gotas, iniciar la segunda parte de la caminata.
            Tras vencer un desnivel de 150 metros, nos encontramos con la hermosa Braña de los Tejos que dicen, única en Europa por el número de ejemplares de este árbol totémico. En verdad no los hemos contado, pero es poco probable que a 1.384 metros de altitud podamos encontrar otra braña como ésta. A partir de aquí todo será descenso por el PR-S 4, conocido como camino de Pasanéu: una cómoda pista que recorre el valle de Bedoya y, entre curvas y fuertes rampas, desciende buscando el reguero que le da nombre. Los montes de Bedoya, territorio Canopy como reclamo turístico, están cubiertos por un inmenso robledal en cuyas laderas, y aprovechando algunos claros, proliferan las colmenas. Por fortuna la tormenta se ha ido hacia el norte y los caminantes, prescindiendo de chubasqueros y protectores para las mochilas, completamos el agradable descenso hasta cruzar el reguero por un viejo puente de piedra. Recorremos el último tramo por la margen izquierda del río, entre prados y tierras de labor, para llegar a San Pedro de Bedoya, donde finaliza nuestra caminata iniciada seis horas antes en Lebeña, al otro lado de Peña Ventosa.

                                    (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 21 de mayo de 2011)