Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

jueves, 15 de diciembre de 2011

POR LOS ACANTILADOS DEL INFIERNO

De Ribadesella a Cuerres, un recorrido por la rasa costera

Esta caminata se desarrolla por la costa de Ribadesella, partiendo de la propia villa para pasar luego a la parroquia de Collera, que es la que ocupa toda la rasa costera oriental del concejo hasta el límite con el de Llanes. El camino comienza en el centro mismo de la villa para recorrer el paseo del puerto, decorado con paneles alusivos a su historia. El primer objetivo es subir a lo alto del monte Corbero donde se encuentra la ermita de la Virgen de La Guía, levantada por el Gremio de Mareantes en el siglo XVI aunque muy reformada en el XIX. La cima del monte ofrece una buena vista de la estructura urbana, su larga playa y la desembocadura del Sella, pero también, allá entre Colunga y Parres, se aprecia el pico Pienzu, patrón de la sierra del Sueve.

 Ermita de la Virgen de La Guía sobre el monte Corbero

Se sigue el camino por un sendero empedrado que bordea la ladera del monte de forma paralela al paseo del puerto, y aquí este caminante se encuentra con la primera sorpresa: en un lugar bien vistoso, sobre la piedra que cierra el sendero, aparece una placa con la que los riosellanos recuerdan a Don Eugenio Campandegui. El caminante recuerda en su primera juventud a Eugenio Campandegui, joven sacerdote recién salido del Seminario, como coadjutor en su parroquia de Santo Toribio de Cocañín, en La Güeria de Carrocera. Seguimos caminando por el empedrado, no sin detenernos a contemplar la torre de la Atalaya, tal vez de origen medieval pero más bien modelo historicista del siglo XIX, y poco más adelante, el chalé de la Atalaya, palacete ecléptico mandado construir hacia 1922 por la viuda de un indiano riosellano enriquecido en Cuba. Tras una empinada cuesta, de súbito aparece la playa de La Atalaya, en realidad una pequeña playa urbana de piedra negra pizarrosa.

 Recuerdo al sacerdote Don Eugenio Campandegui

Pronto entramos en los dominios de la parroquia de Collera y, al acercarnos a los caseríos de Espina, coincidimos con el Camino de Santiago por la Costa, por el que caminaremos durante un trecho hasta llegar a los acantilados y playa de Arra. Allí hay un área recreativa donde se puede hacer una pequeña parada y comentar el desarrollo de la marcha; también, observar dos picos interesante: el Cuetu La Cueva y La Corona del Castiello. El primero tiene en la cima un mojón de piedras apiladas por los montañeros que hasta ella suben; es tradición de todo montañero que se precie, subir al Cuetu La Cueva llevando al menos una piedra para amontonarla en su cima. En cuanto al pico La Corona del Castiello, ya en el concejo de Parres, dicen que desde sus 448 metros de altitud, con unos prismáticos se puede contemplar en agosto el Descenso del Sella, desde su salida en Arriondas hasta la meta bajo el puente de Ribadesella.
Abandonamos el área de descanso y el camino se vuelve senda, en ocasiones confusa, que discurre por cuetos junto a fincas de labor y prados donde pasta el ganado; bordeando también las manchas boscosas de eucaliptos y pinos, y sobre todo mucho monte bajo: brezales y tojales donde se pierde la senda y resulta en extremo difícil el caminar. Si la marea está subiendo, el caminante se sorprende al encontrarse con el ruido que producen algunos bufones; así pasamos junto a los acantilados del Infierno y Tomasón, el hermoso islote de Paluverde y el pico Les Gaviotes: es la parte más agreste y dura de la caminata, pero también de una belleza incomparable.

El hermoso islote de Paluverde

         La llegada al Área Recreativa de Guadamía se agradece, pues aquí está prevista la comida. Es un área bien cuidada, con mesas y paneles informativos, desde donde es posible divisar los espectaculares chorros de los bufones en la rasa de Llames de Pría al otro lado del  río Guadamía, que marca el límite entre los concejos de Ribadesella y Llanes. Este río está cruzado por numerosos y llamativos puentes, y sus aguas alimentaron varios molinos, algunos de los cuales, aunque inactivos, aún se pueden ver; en su desembocadura forma un pequeño estuario con una pequeña playa triangular, también conocida como de Los Bufones o Castru Les Arenes. Por el área recreativa pasa el PR-AS 276 de reciente trazado, que esta reconocido como circuito de orientación en Ribadesella.

 Área Recreativa de Guadamía

Después de la comida, sólo queda una hora de camino por una pista y luego una encrucijada de carreteritas en la margen izquierda del río, siguiendo las señales de PR antes citado, hasta llegar al pueblo de Cuerres, un lugar con las viviendas diseminadas en varios barrios al pie de la sierra de Las Pandas. Por allí pasa el Camino de Santiago y allí, al lado de la ermita de San Mamés, del siglo XVI, y la fuente de Los Peregrinos termina nuestra caminata, después de recorrer toda la zona oriental del concejo de Ribadesella por su agreste costa de rocas calizas sobre la que se estrella el mar Cantábrico, al que se asoman los verdes prados y los bosques de eucaliptos y pinos: sin duda, una de las costas más bellas de la Península y todo un aliciente para un entretenido caminar en las últimas semanas de otoño.  

Las fotos son de Juan Lobelle


                                 (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 10 de diciembre de 2011)

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL CAMINO DE SAN SALVADOR

Segunda etapa: de Cascantes a Pola de Gordón


Romero, para ir a Roma,
lo que importa es caminar;
a Roma por todas partes,
por todas partes se va.
Antonio Machado


            No es que a Santiago, como a Roma, se vaya por todas partes, pero son múltiples los caminos que llevan a Compostela; tantos que, acudiendo a la exageración, podríamos decir que no existe pueblo, comarca o provincia por donde no pase uno. El más conocido es el Camino Francés, que pasa por León y entra en Galicia después de atravesar El Bierzo. Por Asturias pasa el Camino del Norte o de la Costa, y  de Oviedo  parte el Camino Primitivo: este, el más antiguo, fue inaugurado por el rey Alfonso II el Casto en  su primera peregrinación al llegar a la corte la noticia de los acontecimientos ocurridos en Compostela. También  hay los caminos Sanabrés, de la Lana, Manchego, de Invierno... y hasta existe un Camino Inglés que acerca a los peregrinos en barco a las costas gallegas. En el grupo La Peñuca, José Montero, buen montañero y buen conocedor de las tierras del norte de León, es un experto guía del Camino, pues no en vano ha realizado varias veces el francés, el del norte y, claro está, este Camino de San Salvador que hoy nos ocupa.
            Entre los senderos que por el mundo conducen a Santiago, el Camino de San Salvador es un apéndice del francés. En la Edad Media eran muchos los peregrinos que en León se desviaban hacia el norte para visitar la basílica de San Salvador en Oviedo, cumpliendo con el precepto que así lo pedía: El peregrino que va a Santiago y no pasa por El Salvador, visita al criado y se olvida del Señor. Esto significaba un esfuerzo considerable, al tener que atravesar la cordillera Cantábrica para ya en Oviedo seguir por un Camino Primitivo lleno de difícultades y peligros. (1)

Una buena señalización acompaña al peregrino 

            Iniciamos nosotros esta etapa del Camino en el pueblo de Cascantes por una senda que atraviesa el bosque y luego campos de labor, desde donde ya se divisa al fondo la central térmica de La Robla. La senda bordea la central dejándola a la derecha del caminante que, por entre campos y obras de la línea férrea de alta velocidad, se acerca a La Robla. Aquí recogemos unas palabras de Jovellanos, ahora que se le recuerda en el segundo centenario de su muerte; en ellas expresa sus impresiones después de un viaje entre León y Asturias:

Un estrecho y fresco valle que el río Bernesga atraviesa y fertiliza corriendo de norte a sur; un montezuelo que le ciñe y estrecha por el poniente, cubierto de altos y frondosos bosques; (…) algunas fuentes y arroyuelos, cuyas cristalinas aguas corren y serpentean por todos lados hasta perderse en el río; y sobre todo cierta frescura y fragancia, (…) hieren de tal manera los sentidos del caminante (…).
(…)
Pero cuanto agradan las inmediaciones de La Robla, desagrada y fatiga la mansión que se hace en él. No es fácil expresar a usted cuán mala, cuán sucia y cuán incómoda es la posada. (2)

Como en cualquier ciudad industrial, es difícil encontrar motivos que hoy justifiquen esta bucólica descripción de “las inmediaciones de La Robla”. Tiene, no obstante, buen atractivo el caminar por estas tierras del alto Bernesga que han sido declaradas por la UNESCO en el año 2005 Reserva de la Biosfera; y si el peregrino busca posada, sin duda la encontrará hoy en La Robla mucho más agradable y cómoda que la de Jovellanos a finales del siglo XVIII.

La central térmica de La Robla
 
Callejeamos por el centro de la ciudad, siempre siguiendo los indicadores que marcan el Camino, atravesamos la plaza de La Constitución, pasamos ante la Consistorial y salimos hacia el norte por una pista en la margen izquierda del río Bernesga. A la salida está el Albergue de Peregrinos: un remozado edificio de piedra, en un entorno recreativo y bien cuidado, que sin duda haría las delicias de nuestro sabio ilustrado. También desde allí es posible divisar en la distancia el Cueto San Mateo, una de las mayores alturas de esta comarca. Poco más allá, el acueducto del Encañao cruza por encima del río y de la pista: es una construcción única en su estilo en la provincia de León que sorprendió de forma grata a Jovellanos, se nos explica en una placa adherida a la piedra.

El acueducto del Encañao

La pista discurre paralela al río, atravesando los pueblos de Puente de Alba y Peredilla estirados a lo largo de la carretera; al salir de este último, un túnel cruza por debajo de la CN-630 y se acerca al Ferrocarril del Norte, junto al que caminamos hasta llegar a la ermita del Buen Suceso. Esta ermita, que fue construida en 1766 y reformada en 1834, tiene planta de cruz latina con una llamativa cabecera cuadrada y una airosa espadaña de cuatro huecos; está situada en un área de descanso, donde también hay un edificio de piedra  levantado sobre el solar de un antiguo hospital de peregrinos. Es el lugar adecuado para el descanso, el bocadillo, la charla y las fotos.

Ermita de la Virgen del Buen Suceso

Al reanudar la marcha, el camino se aleja de la carretera nacional y del ferrocarril, atraviesa el pueblo de Nocedo de Gordón y se vuelve más agreste. Trepa por algún montículo y, desde lo alto, ya se divisa La Pola de Gordón, villa que en la Edad Media fue cabecera de las tierras que riega el Bernesga, con una importante economía ganadera y famosa por los pagos de portazgo, tal como nos refiere de nuevo Jovellanos:

En esta villa, capital de su concejo, se paga un fuerte portazgo al conde Luna, si no me engaño. Este portazgo es más notable por sus excepciones que por su gravamen. Nada paga el ganado lanar, privilegiado por donde quiera que vaya; nada el de paso y montura. El ganado mular y el de cuerno paga sólo en tiempo de ferias, pero las caballerías de carga pagan doce maravedises con ella y seis de vacío. Vea usted, pues, sobre qué buenos principios está calculado este impuesto. (3)

El río Bernesga, siempre presente a lo largo del Camino por tierras de León

            Nosotros entramos en la villa por el barrio de El Soto, pasamos bajo el ferrocarril y, una vez más, por un puente sobre el río Bernesga, para así llegar al centro de La Pola de Gordón, desde donde se divisa más cerca el Cueto San Mateo; aquí termina esta segunda etapa del Camino de San Salvador que deja al caminante con el apetito abierto para realizar la tercera, que nos llevará hasta el alto de Pajares, en el límite con Asturias.

(1) Concha López Narváez: Endrina y el secreto del peregrino. Espasa-Calpe, 1987. (Interesante novela sobre el Camino)
(2) Gaspar Melchor de Jovellanos: Cartas del viaje de Asturias (Cartas a Ponz). Edic. KRK, 2003
(3) Jovellanos: Cartas...

Las fotos son de Juan Lobelle


                          (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó el sábado, 26 de noviembre esta 2ª etapa del Camino de San Salvador y tiene previsto realizar la 3ª el 14 de abril de 2012)
 

martes, 15 de noviembre de 2011

ENTRE MIERES Y ALLER

Desde Figaredo hasta Moreda por el Cordal de Longalendo

El Cordal de Longalendo, anteayer aún desconocido para este caminante, se extiende de este a oeste en una seríe de cumbres y collados, marcando el límite entre los municipios de Mieres y Aller. Aunque a lo largo de este cordal aún se observa la huella de una antigua y rica explotación minera de montaña, también nos ofrece bellos bosques y buenos pastos en las majadas y brañas, localizadas sobre todo en su ladera meridional en las parroquias alleranas de Serrapio, Piñeres, Moreda y Caborana. La ladera septentrional, sin embargo, está ocupada por grandes zonas boscosas de castaños y hayas, y vierte al valle del río Turón en las parroquias de Urbiés, Turón y, más al oeste, en las de Figaredo y Santa Cruz.
Recorrer este Cordal de Longalendo es una caminata muy apropiada para estos días otoñales de pocas horas de luz, que no presenta más dificultad que la de orientarse en la amplia red de sendas y pistas ganaderas que lo recorren. Nosotros iniciamos el camino en Figaredo por una pista de hormigón que sube a la parte más alta del pueblo. Luego, vamos ganando altura de forma constante por caminos de tierra y sendas que atraviesan un amplio bosque de castaños; es la zona más occidental del cordal, que ha sido incluida en la Red Natura 2.000 por ADENA y la Universidad Autónoma de Madrid como uno de los lugares españoles mejor conservados. Pasamos ante una bocamina tapiada, algunas trincheras de la antigua explotación, prados cercados de piedra, cuadras para el ganado, y ya divisamos desde lo alto toda la parroquia de Santa Cruz; pero también al otro lado del valle se nos ofrecen el Cordal de Cubas y la majestuosidad del Aramo con el Gamoniteiru y sus antenas.

Las antenas del Gamoniteiru desde el Cordal de Longalendo

Cuando la senda gira a la izquierda y nos asomamos a la ladera norte, vemos todo el valle de Turón coronado por el pico Polio. Así, dejando atrás los castaños y caminando por entre monte bajo, llegamos a la excelente Braña de Gramedo, donde hay buenas cabañas y una amplia pradería con algunas hayas bien plantadas. A esta braña, situada a 790 metros de altitud, acuden  con su ganado vecinos del pueblo de Gramedo de Santa Cruz y también de otros de la parroquia de Turón.

La amplia pradería en la Braña de Gramedo

Después de atravesar la braña, el camino sigue por la cresta, por el Cueto Teyeres y otros altozanos y collados donde no falta la huella del jabalí que busca su  apetitosa comida, hasta llegar al lugar conocido como la Llana del Cordal. Aquí una pista de tierra sale a la derecha bordeando la ladera para bajar hasta la aldea de Rayán en la parroquia de Moreda. Nosotros tomaremos esa pista pero mucho más abajo, ahora seguimos por la senda hasta alcanzar la primera cumbre prevista: el pico La Faya (885 metros), que cuenta con vértice geodésico, entre las parroquias de Turón y Caborana. Es obligada una parada y algunas fotos en esta atalaya hacia los dos valles y hasta el centro de Asturias.
El camino, siempre por el cordal, nos lleva ahora a la Majada de Pandoto a 850 metros de altitud, que pertenece a la parroquia de Moreda y donde encontramos una fuente con abrevadero para el ganado; es el último paso para llegar a la cumbre más alta: el pico Pandoto de 1.064 metros de altitud. Éste también recibe el nombre de pico Cutrifera (1), reparte aguas entre Turón y Moreda, y coronan su cumbre un vértice geodésico y un buzón montañero en forma de hórreo. El día está claro y permite ver con nitidez el Aramo y Oviedo; pero al caminante le gusta mirar, más a la derecha del pico Polio, toda la parroquia de Urbiés, la carretera que sube a La Colladiella y, más a la derecha aún, en el confín oriental del municipio mierense La Güeria de Urbiés. Sobre todo ello, los picos Les Cruces, L’Arquera y Tresconcejos (Mieres, Laviana y San Martín del Rey Aurelio); y por detrás de este Cordal de Urbiés asoma el de Peñamayor, tan cerca que parecen juntos, aunque el caminante adivina que entre ambos fluye el río Nalón. Pero como no todo ha de ser mirar a lo lejos, hay que ocuparse también de la ladera norte que tenemos nuestros pies: un hermoso hayedo que forma parte del espacio protegido de las Cuencas Mineras. Buen lugar éste, la cumbre del Pandoto o Cutrifera, para la hora del bocadillo en animada conversación, y si el viento norte arrecia produce un bello espectáculo con las hojas del hayedo; pero entonces los caminantes deben levantarse para iniciar el descenso por la ladera sur.

La cumbre del Pandoto con todos sus adornos montañeros

Primero hay que deshacer el camino hasta la Majada de Pandoto, para pasar más abajo junto a los prados Vallicúa y llegar a la pista que viene de la Llana del Cordal, en la que está marcado el PR-AS 32, ruta de Rayán a Piñeres por Pandoto. Esta pista de tierra pasa junto a varios restos del antiguo laboreo minero: una bocamina que rezuma un manantial, una trinchera cortada por la propia pista y una pequeña escombrera. Atravesamos un bosque de castaños y por entre prados con cercados de alambre, después de dejar algunas sendas como la que acude a la fuente del Faidiellu, llegamos primero a la aldea de La Collada que sólo tiene 2 habitantes y luego, a la de Rayán, situada a 510 metros de altitud, con 10 habitantes (2). Ambas aldeas tienen acceso por la AE-1 que sube desde Moreda a La Felguerosa, pero nosotros bajamos por el antiguo camino; y esa vieja caleya cubierta de hojas de castaño nos acerca a la villa de Moreda, donde finaliza esta caminata que nos ha descubierto el interesante Cordal de Longalendo en el corazón de la Cuenca Minera del Caudal.

1-Gran Atlas del Principado de Asturias. Oviedo, 1996
2-Diccionario Geográfico de Asturias. Ciudades, Villas y Pueblos. Oviedo, 2000

 Las fotos son de Juan Lobelle

                                
                               (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 12 de noviembre de 2011)

lunes, 7 de noviembre de 2011

COSECHA DE LECTURAS (I)

          Del libro titulado Cuatro dublineses de Richard Ellmann (1918-1987), norteamericano y profesor de literatura inglesa en la Universidad de Oxford, recogemos la anécdota que James Joyce, el autor de Ulises, contó en cierta ocasión a un amigo suyo.

          Richard Ellmann relata así esta sustanciosa anécdota:
         Era a propósito de un viejo de las Islas Blasket que nunca había abandonado su tierra y que nada sabía del resto del mundo y sus costumbres. Pero un día se atrevió a salir de las islas, entró en unos almacenes y vio algo que no había visto en su vida: un espejito. Lo compró, lo acarició, lo contempló y mientras volvía a las islas, lo sacó del bolsillo, lo contempló otra vez y murmuró: “Papá, oh, papá”. No enseñó el preciado objeto a su mujer, que se dio cuenta de que el marido le ocultaba algo y se puso suspicaz. Cierto día caluroso en que los dos estaban trabajando en el campo, el hombre dejó la chaqueta en un seto. La mujer aprovechó la ocasión, corrió hacia la chaqueta y sacó del bolsillo el objeto que el marido había mantenido en secreto. Pero cuando miró el espejo, exclamó: “Bah, no es más que una cara vieja”, y llena de irritación lo rompió tirándolo contra una piedra.

(Traducción de Antonio-Prometeo Moya, 1990)

   

jueves, 3 de noviembre de 2011

DONDE REDES SE ASOMA A LEÓN

Desde el puerto San Isidro, por cumbres de la cordillera Cantábrica

La caminata que hoy comentamos discurre, entre Asturias y León, por los municipios de Aller, Caso y Lillo. Se inicia a 1.440 metros de altitud, en la AS-253 ya cerca del alto de San Isidro, caminando por una senda que en fuerte pendiente atraviesa la braña donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Desde el primer momento, la subida no cesa, y el caminante lo puede comprobar tomando como referencia la estación invernal Fuentes de Invierno que tiene en frete a la sombra del pico Toneo. Así se atraviesa la majada de Torres, con su cabaña derruida, al pie de la imponente mole caliza del pico del mismo nombre y se sigue subiendo hasta la collada la Ventanota. Desde allí nos aprestamos a coronar la primera cumbre de la jornada: el pico Ventanota de 1.913 metros de altitud. Este pico tiene abierta en la roca una ventana natural de unos cuatro metros cuadrados y se encuentra en el límite entre los concejos de Aller y Caso; desde allí se puede ver al fondo la laguna La Caballuna, en los puertos de Cotorgán de Caleao.

 Panorámica desde la ventana del pico Ventanona

        Después de esta primera cumbre, perdemos altura para ir cresteando -Horcada Llagu, Las Vallinas, La Raya- siempre por la linde entre Aller y Caso, hasta alcanzar el pico Valmartín (1.932 metros), en cuyo vértice se unen las dos provincias y los tres concejos por los que estamos caminando. Aquí la panorámica hacia el centro de Asturias es espectacular: la sierra del Aramo, Oviedo, Llanera, Siero… y hasta es posible distinguir en un día claro Gijón por el resplandor de los depósitos ubicados sobre La Campa Torres. En fin, con este panorama y tras más de dos horas y media de camino, una pequeña parada, un respiro y unos minutos de conversación se agradecen antes de seguir la caminata.

La pelada cresta del pico Valmartín
 
 Descendemos del pico Valmartín y caminamos por la cresta que separa Caso y León, bordeamos el pico L’Arenal y nos dirigimos hacia el norte, internándonos en el concejo de Caso para atacar el ascenso a la última y más alta cumbre de la jornada: el pico Cascayón de 1.949 metros de altitud; ya en pleno Parque Natural de Redes, entre las parroquias casinas de Caleao y Sobrecastiello (Bezanes). La subida al Cascayón, aunque larga como toda esta caminata, no es difícil, y una vez en la cumbre se cuenta con una magnífica atalaya para contemplar todo Redes, en especial los puertos de Cotorgán y la embocadura de Los Arrudos; pero también más a la derecha, la hermosísima pradera de  Brañagallones, la espectacular pista que le da acceso, el frondoso valle que nos oculta al río Monasterio, el Canto  L’Oso, Valdevozón y, cómo no, el siempre presente Tiatordos: el pico que parece verse desde cualquier parte elevada de Asturias.

Hacia la cumbre el pico Cascayón
 
         En la base misma del Cascayón, por la ladera que cae a Sobrecastiello se encuentra el lago Ubales, el mayor del Parque Natural y uno de los lugares con más encanto y atractivo para los amantes de estas montañas. Y mucho más lejos, allá en los confines entre Cantabria y Castilla destacan las cumbres nevadas de Peña Prieta, el Espigüete y Tresprovincias. Es aquí el lugar adecuado para dar cuenta de los bocadillos, y nosotros lo hacemos resguardados de la suave pero fresca brisa en la ladera que mira hacia en valle Los Fornos y Lillo, contemplando en las cercanías la Peña el Viento.

 El lago Ubales desde la cumbre del Cascayón

            Después de la comida, el descanso, la conversación y las fotos, sólo queda contemplar por última vez en lontananza la sierra del Sueve y el mar al norte y al sur, el inicio de la meseta castellana; luego hay que descender hasta el lago Ubales y palpar sus frías aguas, adonde con asiduidad acuden los rebecos. En las proximidades del collado Acebal pasamos junto al refugio de la guardería del Parque y un poco más arriba encontramos la llamada portilla del paso del Acebal, límite oficial entre las tierras de León y el Principado; lugar de paso tradicional de una ruta histórica, camino de arrieros, que salvaba la cordillera para facilitar el  intercambio comercial entre las dos regiones. Hoy está marcada como la PR-LE 46, conocida como Camino de Wamba, senda peatonal y cicloturista. Se trata de un buen camino, fácil de recorrer, que desciende bordeando collados y atravesando majadas, entre las que destaca la vega Los Fornos donde se pierde en un sumidero, después de una serie de meandros, un arroyo que nace debajo de la portilla. Luego, el camino continúa a través del valle Los Fornos, por donde discurre el arroyo del mismo nombre, hasta el puente de Wamba en las proximidades de una cárcava en la que el arroyo desemboca en el río Isoba, uno de los que alimentan el cercano embalse del Porma. El puente de Wamba está en la LE-332, en las proximidades de la urbanización de San Isidro, y allí termina esta caminata que tanto por los parajes que atraviesa como por las vistas que desde sus alturas ofrece, aunque larga, en todo momanto resulta de interés para el caminante.

Las fotos son de Juan Lobelle


                                              (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 29 de octubre de 2011)

viernes, 21 de octubre de 2011

EN LA SIERRA DE AVES

Desde La Fragua a la collada de Traslafuente y la cumbre del Vizcares

La sierra de Aves, una loma alargada que se encuentra al sur del municipio de Piloña, en la parroquia de Espinaredo, se puede considerar prolongación de cordal de Ponga. Por sus laderas fluyen distintos arroyos que alimentan los dos ríos que la delimitan: Color e Infierno, ambos afluentes del Piloña; el primero desemboca cerca de Sevares y el segundo, ya con el nombre de río Espinaredo, en los aledaños de Infiesto. A lo largo del cordal y sus laderas se suceden camperas, majadas y collados que ofrecen excelentes pastos, así como diversas zonas boscosas de tejos y acebos; sólo en su mayor altura la roca sustituye al bosque y al verdor de la pradería: se trata del pico Vizcares y éste será el objetivo de nuestra caminata.
En el caserío de La Fragua, próximo a la aldea de Riofabar, cuando el reloj marca las diez de la mañana, comenzamos nuestro caminar por la carretera a la vera del río Espinaredo que a partir de aquí cambia su nombre por el de río Infierno. La carretera finaliza en el área recreativa de La Pesanca y allí comienza una pista que sube, siguiendo el cauce del río Infierno, hasta la foz de Moñacos; nosotros dejamos la pista para tomar una senda que, tras atravesar el río por un puente de madera, remonta el arroyo Estanquera por su margen izquierda. Esta senda, que va ganando altura con rapidez, nos permite contemplar al paso una vieja haya de gran porte y a la que le han salido cual verrugas unos enormes nudos en su tronco robusto. A las dos horas de camino y a 859 metros de altitud, nos encontramos con la majada Cureñu en la que destacan varias cabañas bien distribuidas para dejar libre las mejores zonas de pasto en la pradera. Hay también una fuente con su abrevadero, por lo que es el momento y lugar para la primera parada  con refrigerio, mientras contemplamos al fondo y en la distancia la aldea de Ligüeria en la parroquia de El Sellón, limítrofe con la de Espinaredo por donde discurre nuestro caminar.

 Cabaña en la majada de Cureñu

Tras el pequeño descanso, media hora más de fuerte subida y llegamos a la collada de Traslafuente, a 1.094 metros de altitud, donde Piloña se encuentra con Ponga y Caso: Redes da la espalda al Nalón y vierte sus aguas a la cuenca del Sella. La subida sigue ahora por un sendero bien marcado, la senda de la Culebrina, que pronto desaparece, y entonces es el caminante quien debe zigzaguear por la ladera buscando la altura hasta llegar a la cresta de la sierra y desde allí alcanzar, sobre las dos de la tarde, la cumbre pelada y rocosa del pico Vizcares. Aquí, a 1.421 metros de altitud, si, como en este caso, el magnífico tiempo otoñal lo permite, encontramos el lugar adecuado para hacer una buena parada y dar cuenta del bocadillo. Lo hacemos extasiados ante la panorámica que se nos presenta: frente a nosotros, el Sueve y todo el concejo de Parres; más a la derecha, el Cuera y la imponente mole del Cornión; sobre las tierras de Ponga, la Llambria deja asomar por detrás al Tiatordos; más a la derecha aún y casi al alcance de la mano, la foz de Moñacos; también, las sierras de Ques y Peñamayor; al fin, mucho más al fondo se difumina la cordillera Cantábrica donde descuellan las dos Ubiñas. Todo un impresionante panorama que merece casi una hora de parada y entretenimiento, con permiso del guía Fernando Espina, buen conocedor de esta zona, no en vano sus raíces familiares se engarzan en la parroquia de Beloncio.

Cumbre pelada y rocosa del pico Vizcares
 
        Pero desde la altitud del Vizcares hay que descender hasta los 300 metros, donde nos espera La Fragua, punto de salida y regreso. Primero vamos perdiendo altura de forma paulatina por la ladera sur de la sierra, sin apenas senda perceptible por entre matojos y piornales. Es la parte más penosa del camino; aunque a este caminante se le torna agradable al percibir de frente la silueta de Peñamayor: cada vez se aprecian mejor en nuestro monte de La Peña los picos La Múa, Varallonga y Orosu; la mata el Texiu, el cordal de Breza, y hasta el pico La Chamaca. Así se llega a un collado donde encontramos una senda que desciende casi en vertical hasta las cabañas de la campa Llanoriu (821 metros). A partir de aquí seguimos el camino por donde sube y baja el ganado de la parroquia de Espinaredo a los pastos que ofrecen las majadas y los collados de la sierra. El camino desciende en fuerte pendiente por entre robles, castaños y abedules hasta encontrar el reguero, uno más de los que alimentan el río Espinaredo; a su vera nos espera el caserío de La Fragua, donde sobre las cinco y media de la tarde terminamos esta jornada montañera plagada de pasos y vistas que harán las delicias de los caminantes.

(Las fotos son de Juan Lobelle)


                                 (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 15 de octubre de 2011)

viernes, 23 de septiembre de 2011

EN LA CUENCA DEL RÍO LUNA

De Abelgas de Luna a Villasecino por los picos Churros y Penouta

            En el mes de julio caminábamos por el norte de León en busca de las fuentes del Omaña; ahora lo haremos por la cuenca del río Luna, partiendo de Abelgas, en el municipio de Sena de Luna, para terminar en Villasecino de Babia. La caminata comienza a la entrada del pueblo, donde hay un viejo molino; allí tomamos el camino que en pronunciada cuesta remonta la riega de Piedrafita por su margen izquierda. Este camino nos lleva a una amplia majada con cercados de piedra y varias cabañas ganaderas; la atravesamos y comenzamos a crestear dejando a nuestra izquierda el valle de Valverde. Así vamos ganando altura hasta llegar a la cumbre del pico Churros que, desde sus 1.989 metros de altitud, nos ofrece la panorámica que estábamos esperando: Las Ubiñas y la comarca de la Babia.
            Es el momento y el lugar adecuados para hacer la primera parada, retomar fuerzas y sobre todo contemplar Las Ubiñas, Puerto Pinos, cuyos pastos disfrutan los ganaderos del municipio de Mieres y, a sus pies, pueblos de la Babia: Pinos, San Emiliano, Torrebarrio, Candemuela… El caminante recuerda que hace un mes estuvo con dos amigos entre las Ubiñas, contemplando desde el alto de El Ronzón estos mismos pueblos y la apacible comarca de la Babia. Allí sentados, cavilaban los tres caminantes sobre aquel rey que, cuando le acuciaban los problemas, abandonaba la capital del reino y se recluía en la tranquilidad de estas tierras. Entonces, la corte era un hervidero de preguntas: “Pero… ¿qué opina el Rey de esto? ¿Por qué no interviene el Rey? ¿Qué hace el Rey al respecto de este asunto?”. Preguntas que sólo hallaban una respuesta de los cortesanos más enterados: “El Rey está en Babia”.

Cumbre del pico Churros
       
     Tras la primera parada, continuamos caminando por la cresta, perdiendo altura hasta los 1.932 metros. Parados en este lugar, los caminantes miran a la cumbre del pico Penouta (2.108 metros) que se muestra imponente, y discurren sobre dos posibilidades de ascenso: una, perder aún unos metros de altura, atravesar un pedrero y ascender por la ladera que parece más fácil; la otra, atacar  desde allí el ascenso casi en línea recta. Optamos por la segunda y, aunque costosa, salvo un par de pasos donde fue preciso emplear las manos para sujetarse a la roca, no resultó difícil. En la cima del Penouta, mientras nos ocupamos del bocadillo, contemplamos en toda su extensión el largo valle de Valverde, por el que corre el arroyo del mismo nombre que mucho más abajo se convierte en el río Abelgas, antes de entregar sus aguas al río Luna justo en la cola del embalse de Barrios de Luna.
            Después de la comida, volvemos a mirar hacia el norte y contemplamos una vez más la cordillera Cantábrica, donde la niebla juega a penetrar por entre las Ubiñas o por el puerto de Ventana; pero la más alta temperatura de estas tierras de León la detiene para que nosotros podamos seguir disfrutando de un día claro y soleado. Iniciamos un primer descenso bastante pronunciado, aunque fácil de realizar, por la falda del Penouta hasta la laguna Bustalgil y desde allí, caminando entre piornales, bordeamos la ladera para alcanzar una serie de collados entre los que destacan los de Peredinas y La Salgadina. Bordeando el collado de Bizarreras, donde nace la riega del mismo nombre, tomamos un camino que se dirige hacia el pueblo de Riolago atravesando varias majadas donde pasta bastante ganado vacuno. Abandonamos este camino para atravesar nuevas praderías y encontrarnos con una pista que, casi en llano y por entre prados de diente, nos lleva hasta Villasecino.

Rosal silvestre en la collada de la Salgadina

Ya a la vista del pueblo, lo primero que topamos es la iglesia: un macizo edificio de piedra con espadaña para una campana, en un campo de abedules. Entre la iglesia y el pueblo una carreterita sin asfalto atraviesa la amplia y fértil vega, cruza un puente sobre el río Luna y nos deja en Villasecino, bonito pueblo del municipio de San Emiliano, capital de la Babia baja, donde después de seis horas y media finaliza esta grata y entretenida caminata que bien se puede dividir en dos partes: la primera, casi en continuo ascenso, desde Abelgas hasta la cumbre del Penouta y, después, el largo descenso hasta llagar a Villasecino; todo ello sin mayores dificultades que atravesar algún pedrero o cuando la senda se pierde entre los piornales.

(Las fotos son de Juan Lobelle)


                           (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 17 de septiembre de 2011)


domingo, 28 de agosto de 2011

BREZA EN PEÑAMAYOR


En la sierra de Peñamayor, para nosotros simplemente La Peña, Breza es uno de los lugares con un encanto especial. Se trata de una campa situada a 1.182 metros de altitud en el concejo de Laviana,  parroquia de El Condao. Situada casi en el límite con los municipios de Piloña y Nava, la campa tiene forma de altozano y vierte aguas hacia las cuencas del Nalón y del Sella. Hay allí algunas cabañas en buen estado, prados cercados de piedra, un albergue y dos fuentes: una de ellas, llamada Fuentefría, sirve también de abrevadero para el ganado.

El albergue de Breza

            El camino más frecuentado para llegar a Breza es por la ladera opuesta de La Peña: bien por Fresnéu y Callacente, bien por La Baúa y Campagüés. En ambos casos el camino confluye en el lugar conocido como La Goleta, muy cerca de donde se instaló una antena de telefonía a la que los técnicos llegan por una pista en pésimo estado; una pista más de las muchas que surcan La Peña como las venas la mano de un viejo, la mayoría, dicen, para el servicio de los ganaderos. En la Goleta hay un paso para cruzar  hasta el collado de Llagos, que tiene en su parte inferior una interesante vega en forma de embudo donde confluyen las aguas de los alrededores, y que en época de deshielo se convierte en una pequeña laguna conocida como El Charcu Llagos. Desde este bonito paraje, la campa de Breza está sólo a quince minutos. También se llega a Breza desde El Condao, por una pista en muy mal estado y con un trazado tan dificultoso que sólo es apta para recorrerla a pie o para vehículos todoterreno; es por ello que muy rara vez se ve un vehículo en las inmediaciones de la campa, lo cual es un valor añadido al encanto de este lugar.

Breza desde el camino que viene de Llagos

               Una de las salidas, o también llegadas, de Breza es por El Treme en dirección a Les Praeres de Nava, para desde allí bajar a Nava o Infiesto. El Treme es una campa grande, alargada y muy pendiente, con bastante piedra, argomas y carrascos, pero también buen pasto para el ganado.
 Después de este largo descenso, tras cruzar una de las riegas que forman el río La Muriosa, entramos en la campa Neres, también muy grande y alargada, pero bastante más llana que la anterior. En el centro hay un gran peñón conocido como El Pegollón de Neres, que tradicionalmente señalaba el límite de pastos entre Laviana, Nava y Piloña. El momento más agradable para caminar por el Treme y Neres son las primeras horas de la mañana, con el sol saliendo por encima del valle de La Marea y estrellando sus rayos en la ladera abrupta de La Peña, donde cuelga la mata El Texu.

Panorámica bajando el Treme 
      
             Después se pasa por la campa El Covayu y, tras un prolongado descenso, atravesamos la campa Espines donde hay varias cabañas y siempre abundante ganado caballar; pasamos por la Ortigosa, más cabañas y también buenos pastos, y llegamos a Les Praeres de Nava, lugar al que hemos dedicado ya un artículo en este blog. Por allí cruza el GR-105 Ruta de las Peregrinaciones, que pasando por La Llama, donde hay un albergue del ayuntamiento de Nava, sigue el valle del río La Muriosa hasta que desemboca en el río La Marea, afluente del Piloña.
   
La campa Neres y al fondo Breza, desde el Covayu
 
 La campa de Breza esta cerrada por dos alturas: Los Caspios y El Trigueru. Los Caspios, de 1.245 metros de altitud, son varios picachos de piedra cuarcita con fácil acceso, a los que merece la pena subir pues desde allí se divisa casi todo  el municipio de Piloña y la ruta antes descrita para llegar a Nava o Infiesto. El Pico Trigueru o La Triguera (1.293 m.) es la mayor altura de La Peña. El acceso a su cima, donde hay un vértice geodésico y un buzón montañero, desde la campa se hace por la cresta. La cumbre del pico ofrece una buena vista del centro y oriente de Asturias y hasta los Picos de Europa; también, al otro lado, se puede ver el alto valle del Nalón y la cordillera Cantábrica.

 Panorama subiendo al Trigueru

Desde el Torreón de Breza, que así se le llama también al Trigueru, se puede apreciar con nitidez el cordal que se extiende, en una sucesión de campas y collados, hasta llegar al pico La Chamoca en el municipio de Sobrescobio. Para realizar esta caminata, se sale de Breza dejando Los Caspios a la izquierda y, tras pasar la fuente, bordeamos el pico Suriellu (1.132 m.) atravesando la campa del mismo nombre. A la izquierda el caminante ve el valle de La Marea, en el municipio de Piloña; a su derecha, la riega L´Artaosa, que ve nacer en la campa del mismo nombre y que baja hasta El Condao, y varias caserías de esta misma parroquia: El Colláu, L´Abigular, La Ortigosa... Tras bordear el pico Arrudo, se inicia el ascenso a la cumbre por su cara norte cubierta de bosque. La Chamoca separa los municipios de Laviana y Sobrescobio y desde la cima se puede ver casi todo este municipio: la capital, Rioseco; el embalse del mismo nombre y pueblos como Campiellos o, más a lo lejos, Ladines, Soto de Agues... Merece la pena realizar esta caminata y subir a esta cumbre de 1.283 metros de altitud. Aquí termina para nosotros la sierra de Peñamayor: es su extremo sur; al norte comienza en el pico La Múa y así se extiende por los municipios de Nava, Piloña, Bimenes y Laviana.

El cordal de Breza y al fondo el pico La Chamoca

Esto es pues Breza, en el corazón de La Peña, adonde se puede llegar sin dificultad para disfrutar de la naturaleza y contemplar su magnífico panorama: Piloña, El Sueve, Los Picos de Europa... Pero más maravillosa aún es allí una noche clara y despejada bajo la cúpula cubierta de estrellas. Y al fondo, el brillo de los faros en la costa Cantábrica. En Breza hay un albergue y un bar, aunque éste sólo está abierto al público los fines de semana. Entonces acuden ganaderos y caminantes para pasar unas horas de tertulia en animada conversación montañera; incluso en los días de invierno, cuando la nieve visita La Peña y extiende su manto por la campa: entonces Isidoro se encarga de mantener el fuego de leña en su punto para hacer el ambiente aún más agradable.

Cuando, al atardecer, la niebla cubre Breza...

                                                                                                       Las fotos son de Cuno Rotella

viernes, 5 de agosto de 2011

POR EL PARQUE NATURAL DE REDES

A la sombra de los picos Maciédome y Tiatordos

El Parque Natural de Redes se extiende por los municipios de Caso y Sobrescobio, con opciones de incorporar también otros limítrofes (Laviana, Ponga…), en la cuenca alta del río Nalón, aunque una pequeña parte vierte aguas al Sella. Los picos Meciédome y Tiatordos son las mayores alturas en la margen derecha del Nalón, en el Cordal de Ponga, la alineación montañosa más septentrional de las que estructuran el Parque. La parroquia de Sobrecastiello, por donde hoy discurre nuestro andar, es la más extensa de las diez que integran el municipio de Caso; tiene su centro en Bezanes y cuenta con otras aldeas como Soto, Belerda, La Foz o Pendones, que será inicio y final de esta caminata que siempre tendrá como referencia los dos picos señeros, y que podemos dividir en tres tramos: la subida desde Pendones hasta la cima del Maciédome; el descenso de esta cumbre y el largo, aunque llano, camino hasta la majada de Tiatordos; y, finalmente, el descenso desde esta majada hasta Pendones.
El primer tramo es una subida constante desde el momento que cruzamos el puente sobre el río Pendones y tomamos la pista por la que discurre el PR.AS-65.1, que pronto abandonamos para seguir la senda que trepa por la montaña, ofreciendo vistas del río Nalón al fondo de su valle. Pasamos así por La Llongar, con su cabaña recién arreglada, la majada de Pandevilla y llegamos a la vega Texéu, que nos regala con una esperada fuente. Tras el breve descanso al lado de la fuente, la subida continúa hasta la collada y majada de Llagu: varias cabañas abandonadas, bastante ganado vacuno, vistas a los dos valles, Ponga y Nalón, y la proximidad de la cumbre que ya se adivina a nuestra derecha.

  Majada de Pandevilla

 La majada de Llagu en el camino del Maciédome
       
        Para llegar a la cumbre, aún queda una hora de camino: primero por una senda casi llana que bordea el pico hasta llegar a la campa Empuéu; luego por la Pandona, una canal de piedra en la que se trepa hasta llegar a la cumbre. Mientras subimos, para tomar aire volvemos la vista atrás y vemos al fondo, muy al fondo, el río Nalón y los pueblos de Bezanes y Soto; mucho más arriba, Brañagallones con la espectacular pista que le da acceso y cumbres como el Cantu del  Oso. Desde los 782 metros de altitud de Pendones hasta la cima del Maciédome (1.899 metros) se ha superado un desnivel de algo más de 1.100 metros en tres horas de agradable caminar, y arriba espera un bonito panorama; pero la niebla que sube del valle de Ponga nos oculta el resto del Cordal. Por fortuna, pasados unos minutos, la niebla que no para vuelve hacia abajo, se refugia en el valle y deja ver la punta descarnada del Tiatordos y, a sus pies, la majada hacia donde luego caminaremos. A lo lejos, están los Picos de Europa cubiertos por la niebla, pero cuando el viento se la lleva a otra parte los podemos ver e intentamos adivinar la silueta de algunas cumbres.

El pico Maciédome visto desde Pandevilla

       Hay que deshacer el camino, descender de nuevo a la collada de Llagu y allí buscar el lugar adecuado para el tiempo dedicado al bocadillo. Comienza así, por el Cordal de Ponga, el segundo tramo de la caminata; primero entramos en el concejo vecino para, atravesando el collado de Pandellanza, volver de nuevo a Caso e internarnos en el monte del mismo nombre. Este monte de Pandellanza es un inmenso hayedo que cuelga de los paredones rocosos de la Xerra del Vallín: recorrerlo es una de las mayores delicias que puede ofrecer el montañismo. Con las hayas en su mayoría jóvenes y lo suficientemente espaciadas para dejar paso a una luz tamizada que sólo puede regalar este tipo de bosque, el hayedo de Pandellanza se nos ofrece como el más bonito de los muchos que hay en Asturias. Y por si esto fuera poco, aún nos espera una agradable sorpresa: entre las hayas que van causando nuestra admiración, de repente nos encontramos con dos robles tres veces centenarios. Uno de estos robles presenta una talla majestuosa, con un tronco que tres personas juntas apenas podrían abarcar; el otro, de una talla también considerable aunque algo menor, ha sido, como el olmo del poeta, “hendido por el rayo” en 1988 y también está medio podrido, pero no por eso han dejado de salirle “algunas hojas verdes”. Ya abandonado el hayedo, encontramos la fuente de Xerús que dicen, la más fría del concejo de Caso y cuyas aguas bajan de un manantial en la misma roca del Tiatordos. La majada de Tiatordos está a pocos pasos, y allí es obligada una parada para contemplar el verdor de la pradera, el ganado que en ella pasta y, en la cumbre, la niebla que sigue jugando con el viento. 

El pico Tiatordos, desde la cumbre del Maciédome
       
        El descenso hasta Pendones se hace por la llamada Ruta del Tiatordos por ser la habitualmente usada para subir al pico. Descendemos por la majada del Pláganu, donde hay una fuente que es el nacimiento de la riega El Palombar. Después, por la Foz del Palombar bajamos hasta encontrar el camino que, entre prados de hierba a la orilla del río Pendones, nos lleva hasta el final de esta caminata ideal para los verdaderos amantes de la montaña. Y es entonces, al concluir este mágico recorrido, cuando nos vienen a la memoria unas palabras inspiradas en las que escribió Manuel Vicent en su libro León de ojos verdes refiriéndose al mar, navegantes y marineros:
Hay trotamontes que van disfrazados de montañeros, pero la montaña te bautiza con su nombre después de que le hayas dado suficientes pruebas de que eres esforzado al mismo tiempo que precavido; y también, cuando hayas aprendido a contemplar su belleza y sus misterios. Sólo entonces te conviertes en un auténtico amante de la montaña por dentro y no por fuera.
A tenor de esta reflexión, es por lo que consideramos que no se debe cruzar la vega Texéu sin pararse a mirar atrás para contemplar las caprichosas formas que la erosión dibuja en la roca; ni, atravesar a la carrera el monte de Pandellanza sin detenerse  siquiera ante el roble herido para palpar la madera de su tronco y admirar el milagro de su rama verdecida; ni, pasar al trote por la majada de Tiatordos sin embelesarse ante la belleza de una flor y, por qué no, estimar la calidad de su cabaña ganadera. Porque si lo primero lo puede hacer cualquier buen atleta, lo segundo distingue a un caminante que da muestras de su amor a la montaña: un buen montañero. Y esta caminata que acabamos de relatar a la sombra del Maciédome y Tiatordos no tiene desperdicio para ello.

Las fotos son de Juan Lobelle

        
                     (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 30 de julio de 2011)

martes, 19 de julio de 2011

DESDE MURIAS DE PAREDES

Haciendo camino por la ruta de Las Fuentes del Omaña

Tomando Murias de Paredes, villa y ayuntamiento de estas tierras pobladas por  antiguos astures, como punto de partida y de llegada, se puede realizar una caminata siguiendo la ruta marcada como Las Fuentes del Omaña, adornada, además, con la ascensión a cuatro cumbres que no presentan gran dificultad, aunque sí alargan el recorrido.
La fachada de la casa consistorial en el centro de la villa es un buen lugar de inicio, ya que allí encontramos un panel informativo sobre la ruta marcada, y tomamos hacia el pueblo de Montrondo la carretera que pronto abandonamos para seguir por el antiguo camino vecinal que se encuentra en muy buen estado. Una vez que dejamos atrás el lugar de La Leyenda del Pozo Hollao, nos internamos en el valle de Montrondo por una pista que con ligera pendiente nos introduce en un abedular, siempre a la orilla del río que da nombre a la ruta. Al salir del bosque, en continuo aunque ligero ascenso, nos encontramos con las praderías de Liforco y la finca que llaman del Mular. Es aquí donde dejamos el camino marcado para tomar hacia la izquierda una senda que, entre matorrales rastreros y herbáceos, va ganando ya fuerte altura para llevarnos hacia las tres cumbres con las que, como hemos dicho más arriba, pretendemos adornar nuestra caminata.
La primera de estas cumbres, La Peñona, es la más agreste y la que presenta más dificultades: desde la loma donde nos dejó la senda, tras una pequeña parada para tomar fuerzas, se asciende en vertical por un fuerte pedrero hasta la cima que se encuentra a 1.982 metros de altitud. Una vez arriba, hay que perder altura para luego subir hasta el siguiente pico que es El Tambarón Sur: esta es la subida más larga, pero con menos dificultades que la anterior ya que no hay pedrero sino una senda que culebrea hasta la cumbre, mientras nos deja divisar a nuestra espalda el pueblo del Fasgar, uno más del municipio de Murias. Esta cumbre y la del Tambarón Norte están casi a la misma altura (2.103 metros) unidas por una pequeña cresta desde la que podemos divisar al fondo un bonito panorama: el pueblo y el valle de Salientes, que tienen su acceso por la carretera de Páramo del Sil, y la imponente mole del pico Catoute (2.111 metros) que los cierra por el sur; estamos caminando por los cordales que separan las cuencas de los ríos Sil y Omaña. Pasados los dos tambarones, un pequeño descenso y en Las Rubias, a 1.970 metros, frente a la cuarta cumbre que nos espera, encontramos el lugar adecuado para los treinta minutos dedicados a los bocadillos.
Después de la comida, subir al pico Mular de 1.930 metros, no presenta ninguna dificultad. Pasado el Mular, con su amplia cumbre llana, enlazamos de nuevo con la ruta marcada y, por una pista en muy buen estado, vamos descendiendo hacia el Puerto de La Magdalena por lugares de gran belleza: la braña de Vivero, con su bonita laguna de origen glaciar; el hermoso valle del Fasgarón, por el que corre el arroyo del mismo nombre y en el que pasta la ganadería vacuna de la zona; los amplios prados de siega,  siempre cercados con paredes de piedra, y las construcciones ganaderas que se extienden por la planicie del puerto; sin olvidar la rica fuente de agua fresca que  tanto agradece el caminante. Junto a estas construcciones ganaderas y confundiéndose con ellas, se encuentran los restos de la capilla de La Magdalena, hoy enajenada por el arzobispado de Oviedo, pero aún ejemplo de arquitectura religiosa rural.
El puerto de La Magdalena se encuentra a 1.434 metros de altitud. Caminamos sólo unos metros por el arcén de la LE-493 para abandonarla y tomar el antiguo camino del puerto, por donde también está marcada la ruta cicloturista entre Rielo y Villablino. Es éste un buen ejemplo de conservación de antiguos caminos rurales, como todos los que hemos recorrido en esta ruta de Las Fuentes del Omaña que con los adornos convenidos finalizamos en el mismo punto de inicio, Murias de Paredes, después de siete horas de bonito y agradable camino al andar.        


                      (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 16 de julio de 2011)

jueves, 7 de julio de 2011

POR EL CANAL DE REÑINUEVO

Entre Asturias y Cantabria,
del Jitu de Escarandi a Urdón y La Hermida


            El Jitu de Escarandi es un lugar llano situado a 1.291 metros de altitud, dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa, donde se señala el límite entre Asturias y Cantabria. Por allí pasa la carretera que une el pueblo cabraliego de Sotres con Tresviso, ya en Cantabria; y este puerto de Escarandi fue en otro tiempo lugar adonde llevaban sus ganados los pastores del municipio de Peñamellera Baja. “Jitu aquí significa límite; aunque en otros lugares donde sopla mucho el viento el topónimo deriva de ajitar (cortar la respiración)” (Enciclopedia del paisaje de Asturias. Editorial Prensa Asturiana. Oviedo, 2003).
            En este Jitu de Escarandi comienza la caminata que, con el canal de Reñinuevo como centro principal de operaciones, nos lleva hasta Urdón y La Hermida. Esta caminata tiene tres características que han de ser reseñadas: su largo recorrido, su particular carácter de rompepiernas y el continuo caminar en fila de a uno. El recorrido es largo, no tanto en kilómetros (la hoja de ruta marcaba unos 25) cuanto en horas, por la dificultad del caminar en zonas muy boscosas y alternando descensos con fuertes subidas, lo que produce en el caminante un cansancio especial propio de las rutas así denominadas rompepiernas; además, todo el recorrido, salvo los últimos metros, se tiene que realizar en fila de a uno, pues aunque muchas veces se hace por sendero armado, éste es tan estrecho que no permite otro caminar; a ello hay que añadir las escalinatas, sendas en el bosque, incluso el propio muro del canal que se aprovecha para el paso y dos túneles bien estrechos y sin ninguna iluminación.
            Cuando se inicia el camino en el Jitu por la pista que baja al pueblo de Beges y  la vista del pico Obesón (1.716 metros) a nuestra izquierda, no es posible adivinar las dificultades comentadas en el párrafo anterior; pero pronto dejamos la pista para adentrarnos en el bosque de Valdediezmo que también recorremos con facilidad por un sendero estrecho pero bien armado. A la salida del bosque divisamos a lo lejos los primeros invernales del pueblo de Tresviso y al fondo el río Sobra con la presa del Barrial, hoy abandonada debido a diversas fugas de agua. Hasta la presa hemos de descender para cruzar el río por un puente de piedra que llaman de Casares. Sigue la senda trepando por la ladera entre hierba larga y abundantes árgomas, delicia de los y las caminantes que lucen en su indumentaria el pantalón corto, hasta encontrarnos con el camino que baja de Tresviso: es el lugar adecuado para hacer uso del chocolate, frutos secos y demás. También desde aquí podemos observar al fondo la presa de Traslapeña que alimenta el canal de Reñinuevo por el que luego habremos de caminar.
            Tras la breve parada reconstituyente, iniciamos el descenso hasta el río Urdón por el camino que viene de Tresviso: es un sendero con bastante pendiente, a veces en forma de escalinata tallada en la roca, pero siempre en buen estado pues lo usan los operarios que acuden al mantenimiento del canal. Al llegar al fondo del valle, el sendero cruza el río por un puente de madera e inicia el ascenso hasta la altura del canal excavado en la roca a media ladera de la sierra de Beges: se tiene aquí un paso bastante espectacular y apropiado para los aficionados a la fotografía. Llegados al canal, se sigue la corriente caminando por el muro que lo cierra, con el agua a nuestra derecha y a la izquierda, la fuerte pendiente hasta el río; nos adentramos así en la profunda Garganta del Urdón que el veterano montañero asturiano Paco Tessier bautizó como El Cares de Cantabria.

                                                                                                Puente sobre el río Urdón

            El camino resulta pues divertido a la vera del canal, pero, ay, después de un trecho, éste se oculta en la roca y los caminantes se ven obligados a tomar una senda que va perdiendo altura casi hasta llegar al río para luego volver a recuperarla en duro ascenso; este desvío, por encima o por debajo del canal, se hace hasta siete veces entre trecho y trecho del divertido caminar junto al agua. Es la parte más dura y pesada de la caminata, sobre todo en la zona de Piedras  Negras donde se camina un buen trecho por debajo del canal y el agua rebosante encharca la senda y dificulta aún más la marcha: fue aquí donde este  sufrido caminante  buscó la ayuda en forma de ánimo de Juan Lobelle, vocal de montaña del grupo La Peñuca, siempre dispuesto en la parte final del grupo para dar ánimo a quien lo precise. Y a fe que lo hubo de hacer con algunos que en este tramo se sintieron agotados. A la salida de Piedras Negras, en un altozano, Toño el buen guía, viendo ciertas caras de agotamiento, entre ellas la del autor de este blog, y también teniendo en cuenta la hora, decretó la conveniente parada para comer los bocadillos: fueron sólo veinte minutos, pero suficientes para recomponer el ánimo.

El canal de Reñinuevo ocultándose en la roca
    
              Después de la comida, con un nuevo ascenso para recuperar la altura del canal, sigue la marcha, ahora tal vez en su parte más espectacular: el paso por el corredor de Matallana, una estrecha  y endeble cornisa artificial colgada en la roca; el túnel sin iluminar, en el que debemos caminar agachados por una pasarela de chapa colocada sobre el agua; y a la salida del túnel, el bello panorama del Balcón de Pilatos en la senda que sube a Tresviso. Así llegamos a la  plataforma con la caseta donde finaliza el canal y se inician los tubos que precipitan el agua para mover las turbinas de la central de Urdón.

                                                                                         El endeble corredor de Matallana

            El definitivo descenso hasta Urdón, un desnivel de unos 400 metros, aunque largo no es difícil: primero se hace por una escalinata tallada en la roca que se adentra en un túnel sin iluminar y con la bóveda bastante irregular, lo que hace peligrar las cabezas más altas; luego, una senda amplia y bien cuidada que desemboca en la pista que desde Urdón sube a Tresviso. Por esta pista y ya en terreno llano bordeamos la central y estamos en la N-621. Allí, justo en el límite entre Asturias y Cantabria, podría terminar nuestra caminata, pero el autobús espera en La Hermida y por carretera recorremos la breve distancia de dos kilómetros… porque allí también esperan las refrescantes cervezas, bien merecidas después de siete horas y media de duro caminar.
(Las fotos son de José Manuel "Ferre")


                                       (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 2 de julio de 2011)