Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

sábado, 28 de mayo de 2016

REDES EN LA SIERRA DE SOTO



Desde Soto de Caso por el Colláu Llabayos, el Mayáu la Sierra, la Majada Quintaniella y el Colláu Gallegos; para volver a Soto por la Colladona, Los Argayos y Les Llampes

            Son innumerables las caminatas que se pueden realizar por la gran extensión del Parque Natural de Redes. Tanto en el concejo de Caso como en el de Sobrescobio, los dos que conforman el parque, sus majadas, collados, amplios pastizales de montaña y los mayores hayedos de Asturias dan para mucho disfrute de los caminantes; así, hasta diez artículos van en este blog con las impresiones de otras tantas caminatas realizadas con el grupo La Peñuca.
            Además de sus dos alineaciones montañosas principales; la divisoria de aguas de la cordillera Cantábrica -allí donde Redes se asoma a León- y el Cordal de Ponga, donde señorea la elevación del Tiatordos, Redes cuenta con otras sierras menores como la de Soto. Esta Sierra de Soto vierte sus aguas a las parroquias de El Campu y Orlé por su ladera norte, y a la de Sobrecastiello, por su vertiente sur. A esta última, acudimos en esta ocasión para realizar una caminata con inicio y final en Soto de Caso, propuesta por Eduardo Fernández y coordinada por Tino Vázquez, dos montañeros de solera en el grupo La Peñuca y buenos conocedores de la zona.

 Panorámica de Campo de Caso -El Campu- desde algún lugar del camino.

            La caminata se inicia, como queda dicho, en el pueblo de Soto de Caso, situado a 626 metros de altitud y atravesado por el río Nalón y la AS-117, que es la salida de La Cuenca hacia León por el puerto de Tarna. Caminamos por la carretera unos 500 metros en dirección norte hasta el lugar donde el reguero los Argayos desemboca en el Nalón, y allí tomamos un camino que en su primer tramo va paralelo a la carretera.

Primavera en Redes, en la Sierra de Soto.
 
            Este camino que da servicio a unas fincas pronto se acaba; cuando atravesamos una portilla, ya estamos en plena ladera de la Sierra de Soto. Es agradable la travesía en la ladera, siempre ganando altura por senda entre arbustos, algo de piedra y monte bajo donde se alimentan varios rebaños de cabras al cuidado de sus perros guardianes. Caminamos siempre en dirección norte y al frente, al final de estrecho valle del Nalón, podemos ver parte de los edificios de la villa municipal de Caso; atrás. hacia el sur, algunas cumbres de las que nos acompañarán durante gran parte del recorrido, entre las que destaca El Cantu l'Oso.

El camino en continua pendiente por la ladera.
 
            Una nueva portilla nos da paso a una pradería cercada de piedra y arboleda con varias cabañas y cuadras; es El Soleru a 933 metros de altitud, una braña oportuna para reponer fuerzas después de la persistente subida. Atravesamos la pradera en busca de un buen camino armado que entre bosque de hayas y robles sigue ganando altura, hasta alcanzar el Colláu Llabayos (968 metros).

En primer término, praderas de El Soleru; en el centro, Soto;
muy al fondo asoma la cresta del Cantu l'Oso.
 
            Hasta aquí llega desde la aldea de Veneros un camino por el que se accede a estos pastos que ya pertenecen a la parroquia de El Campu. Por este camino seguimos ascendiendo hasta alcanzar el Mayáu la Sierra a 1 173 metros de altitud, donde hay una cabaña refugio para ganaderos. Desde aquí es posible divisar toda la villa de El Campu o Campo de Caso, también conocida como Arrobio, aunque éste sólo es el nombre del barrio donde se asienta la casa consistorial. Situada en la base del pico Faidiello, esta majada ofrece, además, una buena panorámica hacia la Peña'l Cuervu y, sobre todo, la espectacular Peña El Casar con su ladera cubierta por un inmenso hayedo, uno de los puntos de acceso restringido dentro del parque.

Pradería, ganado y caminantes en el Mayáu la Sierra;
atrás, la Peña El Casar y su hayedo.
 
            El Mayáu la Sierra es una amplia pradería en considerable pendiente por la que ascendemos hasta el collado (1 281 metros) bajo la Peña los Fuegos. Por un estrecho paso cruzamos a la ladera norte de la sierra que vierte sus aguas hacia la parroquia de Orlé, donde, al fondo del valle, corre el río del mismo nombre a desembocar al Nalón en la cola del embalse de Tanes. Avanzamos por la ladera cubierta de hayas, un hayedo más de los muchos que se encuentran en Redes, hasta llegar a la Quintaniella (1 303 metros), bonito espacio verde desde donde es posible columbrar parte de la AS-254 que comunica Caso y Piloña pasando por la Collada Arnicio y la parroquia casina de El Tozu.

El camino por el bosque en la ladera norte de la sierra.
 
            Rebasada esta majada, pronto alcanzamos el Colláu Gallegos (1 385 metros), situado en el límite entre las parroquias de Orlé y Sobrecastiello. Este collado marca el final de esta Sierra de Soto, también conocida como de Cárdenas, y está situado entre dos cumbres renombradas: el Requexón de Valdunes, al norte y el Cantu Texerina, al sur.
           Nuestro camino nos pide alcanzar la Texerina de 1 426 metros de altitud, que será la cumbre de la jornada. No es difícil llegar a ella a pesar de su vertical pendiente, y una vez arriba la vista es casi completa hacia Sobrecastiello, la más extensa de las diez parroquias casinas. Vemos los pueblos de Soto y Belerda en la vertical misma de donde nos encontramos; se nos oculta, sin embargo, Bezanes, aunque podemos distinguir el cementerio en el lugar donde estuvo situado el antiguo templo parroquial de San Salvador. También tenemos a la vista todo el valle del río Monasterio y la pista de uso restringido que sube hasta Brañagallones.

Hacia la cumbre del Cantu Texerina.
 
            De vuelta al Colláu Gallegos, el camino sigue bordeando las fincas del Cotu Braña, importantes pastizales de Sobrecastiello; pasamos junto al Colláu Llagos y llegamos a La Colladona (1 306 metros), pequeña zona verde en el hayedo bajo el Cantu la Estrella: un buen lugar para el descanso, la comida y la conversación, atentos a los oscuros nubarrones que cubren el cielo por el norte y a los primeros, aunque lejanos, truenos que parecen anunciar tormenta.

 Bonito detalle de los pastizales del Cotu Braña.

            Tras el descanso y huyendo de la temida tormenta que finalmente no se confirma, reanudamos el camino que ya sólo será descenso. Primero hacia el valle del reguero los Argayos que ya vimos en su desembocadura al inicio de la caminata. Por este valle, el camino ancho y con firme de piedra va perdiendo altura a base de grandes vueltas y revueltas en la ladera. Cuando cruzamos la muezca La Forcada (907 metros), donde hay una cabaña, pasamos al otro valle, el del reguero Pandón que viene del Cantu la Estrella. El camino, que sigue ancho y bien empedrado, desciende por las curvas de Les Llampes cruzando tres veces el río hasta entrar en el pueblo por su parte más alta.

 Soto de Caso, desde el descenso por Les Llampes.
A la izquierda, Los Cobos: finca destinada a la cría de ganado.

            Atravesamos el caserío de Soto, pasamos junto a algunos hórreos y la ermita de San José, y en la AS-117, bajo la que ya canalizado desemboca el Pandón, finalizamos este itinerario circular por el Parque Natural de Redes, Reserva de la Biosfera; una más de las múltiples caminatas que aquí se pueden hacer, todas siempre interesantes, atractivas y entretenidas.

 En la estrecha cumbre del Cantu Texerina. Al fondo y a la izquierda,
se aprecia parte del camino que sube a Brañagallones.


Las fotos son de Juan Lobelle.

                      (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 21 de mayo de 2016).

viernes, 13 de mayo de 2016

ENTRE PONGA Y AMIEVA



Con inicio y final en Puente Vidosa: Rubriellos, El Estosu, Derrabáu, Gioves, Baeno, Cruz del Pico y Puente Rampión

            Ponga y Amieva son dos concejos vecinos situados en la zona suroriental asturiana. Ambos disponen del curso del río Sella, que nace en León, municipio de Oseja de Sajambre, y entra en Asturias por Ponga para luego atravesar Amieva de sur a norte antes de pasar, ya en su curso medio, al término de Cangas de Onís. El curso del Sella por los dos concejos está acompañado por la N-625, que atravesando el Puerto del Pontón es importante vía de comunicación entre el oriente de Asturias y las tierras de León.
            El río, aguas arriba de La Cruz de la Lloreda, en su recorrido por la parte más oriental de Ponga, viene encajonado en la espectacular foz conocida como Desfiladero de Los Beyos, donde apenas queda espacio para la sinuosa carretera construida a mediados del siglo XIX. Y sobre las profundidades de este desfiladero también se asoman las montañas más occidentales de Amieva, en el límite entre ambos términos municipales; allí acudimos los del grupo La Peñuca para una caminata propuesta y coordinada por Alberto Noriega.

El Desfiladero de Los Beyos y, en la ladera, el caserío de San Ignacio,
lugar también conocido como El Beyu. 

            Se trata de un recorrido que iniciamos y finalizamos en Puente Vidosa, en la N-625 desde donde sale también la PO-2 hacia San Juan de Beleño, la villa municipal de Ponga. Al partir de aquí a 250 metros de altitud, el ascenso no cesará hasta alcanzar la cumbre de la jornada.
            Y comenzamos este ascenso por una larga escalinata que forma parte de una serie de tirolinas, ferratas, rocódromos y puentes tibetanos; todo un complejo multiaventura para los amantes de las emociones. La escalinata nos acerca a la cascada de Aguasalio que salta desde las vallinas de Rubriellos; sigue después el camino por senda rodeada de matorral y arboleda hasta llegar a Rubriellos (515 metros), una aldea deshabitada desde la década de los setenta del pasado siglo. Queda allí, junto a las paredes de lo que fueron viviendas y cuadras, la muestra de un hórreo beyusco; pequeño, con techumbre a dos vertientes y sustentado sobre paredes de piedra, donde se resguardan las cabras que se alimentan de los matorrales que casi cubren lo que fue aldea.

Detalle de Rubriellos: ejemplar de hórreo beyusco.
 
            Sigue la senda en ascenso mientras al otro lado del valle se deja ver el caserío de San Ignacio, el centro de esta parroquia pongueta. Pasado el collado Cocoba (785 metros) y cruzando la riega Llaganozos, por el monte Valleyones llegamos al cueto El Estosu a 890 metros de altitud, donde hay una cabaña en ruinas y donde realizamos un primer alto en el camino, no sólo para tomar aliento y recuperar fuerzas en esta sinuosa subida.
            Merece la pena asomarse al borde del cueto para divisar al fondo del desfiladero la carretera y el Sella; y en la otra ladera del valle, más pueblos de Ponga: Biamón, La Caviella y la iglesia de Casielles en un altozano tras el que se nos oculta su caserío. Los dos primeros, pueblos o deshabitados o de población estacional y Casielles, la cabecera de la otra parroquia de Los Beyos; también en la ladera, la senda por donde llegaba el cartero, una muestra de las dificultades de comunicación de estos pueblos en un tiempo no tan lejano.

El ascenso en la hermosura del bosque.
 
            El ascenso prosigue por La Cangona, pradería donde debemos atravesar la alambrada de separación de pastos entre las parroquias de San Ignacio y Casielles. Así llegamos al Derrabáu, amplia pradería con la majada El Cuetu a 1 200 metros de altitud y varias cabañas en ruinas; desde aquí sí es posible contemplar Casielles: la iglesia en el alto y el caserío escalonado sobre la espectacular Foz de los Andamios, por donde se trazó la pista de acceso al pueblo que sólo a finales del pasado siglo se convirtió en carretera.

Pueblos de Ponga: Biamón, La Coviella y Casielles.
Al fondo, en el centro, asoma entre la niebla el Tiatordos.
 
            Sobre nosotros ya se presenta tentadora la cumbre de la jornada; alcanzarla no presenta más dificultad que insistir en el ascenso, primero por pradería, monte bajo, después y algo de piedra, al final. Y así llegamos a los 1 389 metros del pico Jucantu (junto-al-cantu), sobre canales y terrazas que se asoman a Los Beyos, en la linde entre los términos de Ponga y Amieva. Es un lugar espectacular: hacia el oeste y el sur, la profundidad de Los Beyos y más allá, tierras de Ponga; al norte, atravesando el cordal que oculta el Vallegón del Pandiellu, la pista de entrada desde Amieva a los invernales por donde nosotros pasaremos más tarde.

El Jucantu se levanta sobre las praderías y la majada del Derrabáu.
 
            Antes debemos abandonar el Jucantu, donde la fuerte ventolera no permite una cómoda estancia, y descender hacia el valle de Gioves, ya en el término de Amieva. En la majada de Gioves (1 122 metros) hay una cabaña con techo de piedra y una fuente con abrevadero, donde nace un arroyo que alimenta al río de Redonda que más abajo se cruzará en nuestro camino. Al fondo de esta majada, en un pequeño hayedo encontramos, olvidado ya de forma definitiva el viento de la cumbre, un apacible lugar para la comida, el descanso y la conversación.

Majada de Gioves, praderías y montes de Amieva.
 
            Luego, continúa el descenso por el valle hasta cruzar la riega del Lasprón, otra de las que conforman el río de Redonda, que da paso a una buena senda en la ladera del Sierrón de Agüergu. Es éste también un momento de gran belleza en el camino: mientras atravesamos un frondoso bosque de carrascos, contemplamos a nuestra izquierda, en la ladera del cordal que nos separa de Ponga, un espléndido hayedo de los que tal vez sólo se puedan encontrar en los montes de Redes o de Ponga.
            Cuando llegamos a la Colladiella estamos ya en el amplísimo Puerto de Baeno, del que forman parte los invernales de Amieva que divisábamos desde la cumbre del Jucantu. Después de un buen camino por entre prados cercados de alambre, está a 898 metros de altitud la majada de Baeno con varias cabañas, y junto a una de ellas, la Cruz del Pico. Aquí se toma una senda que nos descenderá hasta el fondo de Los Beyos: es lo que en términos montañeros se nombra como un sedo, un atrevido paso aéreo.

En el Puerto de Baeno florece la primavera 
para disfrute de los caminantes.
 
            El descenso por este Sedo de la Cruz del Pico nos ofrece, mientras nos acercamos al fondo del valle, una buena panorámica del pueblo de San Ignacio, con todo su caserío escalonado en barrios en la ladera de la margen izquierda del Sella. Es el único núcleo de población de su parroquia, exceptuando la casería de Vidosa, hoy moderno hotel y lugar de recreo donde nos espera el final del camino. Descender, en fin, desde la Cruz del Pico es encontrarse en la majada Redonda a 467 metros de altitud antes de cruzar sobre piedras el arroyo Baeno, el último que alimenta al río de Redonda que surge aquí en un portentoso salto justo ante el puente sobre el que nosotros lo cruzamos; un inevitable lugar para el espectáculo y la labor de los fotógrafos.

 Junto al puente, la espectacular cascada del río de Redonda.

            De la majada Redonda salimos en pequeño ascenso por un camino tallado en la roca, para luego descender por paso escalonado en el hayedo de monte Cuevu hasta la N-625 en las proximidades de Puente Rampión (240 metros). Desde aquí sólo un escaso kilómetro nos separa por carretera de Puente Vidosa, inicio y final de esta emocionante caminata que tuvo de todo: potente subida, cumbre airosa, praderías, bosques y precipitado descenso para volver al valle; todo un conjunto de alicientes para quienes disfrutamos caminando por la montaña.

Así empezó todo: la cascada de Aguasalio 
y la escalinata sobre Puente Vidosa.  

Las fotos son de Juan Lobelle.

                        (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 7 de mayo de 2016).