Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

viernes, 23 de junio de 2017

POR EL NORTE DE LEÓN



Desde San Isidro hasta Puebla de Lillo: lago Ausente, valle de Iyarga, Pegaruas, Las Colladinas, Cantarín...

            Siempre es interesante caminar por los montes del norte de León. A San Isidro se llega por la AS-253 en el concejo de Aller. Cuando pasamos La Raya, una urbanización en lo alto del puerto, ya estamos en León y en el municipio de Puebla de Lillo; y hasta la villa municipal nos acercaríamos por la LE-332 en unos 15 kilómetros. Pero éste no es nuestro objetivo, sino recorrer las altas tierras que vierten sus aguas en arroyos y ríos a la margen derecha del río Porma antes de que forme, ya en tierras de Boñar, su importante embalse.
            Estas montañas del norte de León, en su sector centro-oriental se inician para esta caminata del grupo La Peñuca, propuesta y coordinada por Manuel Jesús Álvarez (Mamel), al pie de la Estación Invernal de San Isidro. Allí hay un amplio aparcamiento para los deportistas de invierno bajo el Circo de Cebolledo, casi donde arrancan los remontes y donde también hay una balsa para la preparación de la nieve artificial que luego reparten los cañones por las pistas.

Panorámica sobre Puebla de Lillo; será el final de esta caminata.
 
            Estamos a 1 580 metros de altitud y comenzamos a caminar por una pista que arranca junto a un cartel informativo del PR-LE 26 Lago Ausente. Se trata de un recorrido circular que tiene como objetivo principal este lago. Como también nosotros queremos verlo y palpar sus aguas, seguiremos una parte de este PR. La pista es de tierra y va ganando moderadamente altura, mientras nos permite ver todo el entorno de San Isidro y el pico Torres, al que en otra caminata nos propusimos alcanzar su cumbre (Por las alturas de Redes, 8 de agosto de 2016).

La laguna artificial y su entorno, donde iniciamos el camino.
 
            Pronto llegamos a un punto donde por las debidas indicaciones sabemos que el PR cierra su circuito. Nosotros seguimos por la pista, hasta el momento de dejarla para iniciar el ascenso por una senda de piedra menuda que nos deja junto al mismo lago, a 1 746 metros de altitud. Según la información del cartel inicial, hemos recorrido poco más de tres kilómetros para llegar al lago Ausente, que se encuentra en la base de los picos Requejines y Ausente; estos son nuestros siguientes objetivos y dos de las cumbres de esta jornada.

La vista hacia la carretera entre San Isidro y Puebla de Lillo
es casi constante en la primera parte de la caminata.
 
            Para llegar al primero, seguimos los postes indicadores del PR hasta un collado, donde éste inicia su descenso para cerrar el circuito en el cruce antes citado. Iniciamos aquí el propio ascenso hasta la cumbre del pico Requejines a 2 026 metros de altitud. Después de contemplar desde lo alto todo el entorno del lago y el camino recorrido para llegar a él, vemos también, muy cerca, la segunda cumbre, la que lleva el mismo nombre del lago. Es un poco más alta, pero debemos perder cierta altura antes de alcanzar, sin ninguna dificultad, el pico Ausente de 2 041 metros de altitud.

El ascenso hacia las cumbres; al pico Requejines, primero.
 
            Serían para mí incontables las cumbres que desde aquí se divisan. Por eso me quedo con el cordal que desde el norte de San Isidro se extiende hacia el este, la sierra de Mongayo, como línea divisoria entra León y el Parque Natural de Redes. Y la pista de Wamba, que hacia la vertiente asturiana nos lleva al lago Ubales (Donde Redes se asoma a León, 3 de noviembre de 2011). También en la base misma del pico, pero hacia el oeste, podemos ver bajo el Circo de Requejines, las minas de Respina; llamativa cicatriz de la explotación de talco que realizó la multinacional Río Tinto Minarals entre 1975 y 2011.

El lago Ausente, desde el pico Requejines. 
También se aprecian el valle de Isoba y el Mampodre.
 
            El descenso desde nuestra cumbre de la jornada hasta llegar al llano fue el tramo más complicado y largo de toda la caminata. Primero, lo más fácil, bajar por la loma hasta un collado, para desde allí bordear un crestón rocoso dejando a nuestra izquierda la Peña Lázara. Luego, lo más difícil y pesado: el descenso por continuos cortafuegos casi verticales y pedregosos. Cuando al fin alcanzamos el llano, estamos a 1 334 metros de altitud, en el valle de Iyarga y en la pista que lo recorre bordeando sus amplias y fértiles praderas; por el otro lado del ancho valle corre el río Respina.

El más complicado descenso desde las cumbres al llano.
 
            El camino es ahora cómodo y agradable por esta pista, pasando junto a varias cabañas y una nave ganadera, para desviarnos luego, cruzar la pradera y, junto a la braña de Respina, pasar un puente sobre el río antes de entrar en zona de bosque. Recorremos este bosque de hayas, tejos y acebos siempre por la margen derecha del río Respina, hasta llegar a la ermita de Pegaruas, situada al lado del camino en un promontorio junto al río; sobre la puerta principal, cerrada, figura la fecha 1748.
            Poco más allá, a 1 236 metros de altitud, está el área recreativa de Pegaruas; bancos y mesas con buena sombra a la orilla del río Rebueno ofrecen un buen lugar para el descanso, la comida y la conversación. También con la compañía de quienes, en un sábado de junio con tiempo ya veraniego, acuden a disfrutar de este lugar y refrescarse en las aguas del río. Y es que hasta aquí llega la circulación rodada por una buena pista que parte de la LE-332 cerca de Puebla de Lillo.

Bosque y pradería en el bonito valle de Iyarga.
 
            Por esa pista, casi carretera, reanudamos nuestro camino; atravesamos la típica barrera canadiense y por un puente cruzamos donde se unen los ríos Rebueno y Respina, que a partir de aquí serán el río de Celorno. En el lugar que se conoce como Las Colladinas, dejamos esta pista de circulación rodada y nos vamos a la derecha por una senda en la pradera ganando de nuevo altura. Vemos a nuestra derecha una pequeña laguna, la de Lagüezos, y la senda, ya a media ladera, cruza por pequeños desfiladeros entre rocas. Es uno de los tramos más bonitos y espectaculares de la caminata; a nuestra derecha queda, profundo, el estrecho valle de Celorno; y en la otra margen, la empinada ladera cubierta por un inmenso pinar: una población de pinos milenarios de los que tanto abundan por estas montañas del norte de León.

El camino por el valle de Celorno. Más allá, el pico Susarón.
 
            Cuando llegamos al Cantarín, un indicador nos da cuenta de una fuente a la derecha del camino. ¡Cómo se agradece en esta tarde de calor el agua fresca de la fuente el Cantarín! Aunque haya que abandonar la senda y descender unos metros para alcanzar sus aguas, en un lugar que pasaría desapercibido si no fuera por el oportuno indicador.
            Poco más arriba debemos abandonar la senda en otro collado, al que luego volveremos; y es que antes nos espera la tercera cumbre de la jornada. Se trata de un ascenso a campo abierto hasta la majada que se conoce como la de los Tres Robles, aunque en su entorno de pastos y cabañas hay varios robles más. Sobre esta majada se levanta el pico del Águila de 1 451 metros de altitud. Desde su cumbre podemos divisar hacia el norte casi todo el recorrido de la LE-332 desde Isoba, la LE-331 y el pueblo de Cifiñal, por donde pasa esta carretera que sube a los puertos de las Señales y Tarna. Hacia el sur, Puebla de Lillo y Redipollos, otro núcleo de este mismo municipio, y casi todo el camino que nos resta por recorrer.

Hacia la tercera cumbre de la jornada: el pico del Águila.
 
            Este último recorrido se inicia con el descenso hasta el collado donde abandonamos la senda. Luego, desde allí, el descenso sigue por la vaguada, atravesando prados y zonas de arboleda. Todo fácil de andar hasta encontrar la pista en las praderías que se extienden por la margen izquierda del río de Celorno, que poco más abajo desemboca en el Silvan.
            Este río, el Silvan, importante afluente del Porma, viene del valle de Isoba y atraviesa Puebla de Lillo. Nosotros, después de pasar junto a una buena fuente con abrevadero, lo cruzamos por un puente, pues ya estamos en la villa municipal. Sólo nos resta recorrer algunas calles, dejando a la izquierda el vistoso torreón medieval, para llegar a la Plaza Mayor a 1 144 metros de altitud. Allí finalizamos esta caminata por la siempre atractiva y sorprendente montaña del norte de León.

Espectacular vista de las minas de Respina desde el pico Ausente.
Las fotos son de Ana Fabián.
                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 17 de junio de 2017).

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