Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

jueves, 8 de junio de 2017

HASTA CANTABRIA



Desde el desfiladero de La Hermida, entre las agüeras de Cicera y Navedo, y por el monte Hozarco

            Hasta Cantabria se llega después de pasar por Panes, la capital de Peñamellera Baja, uno de los dos concejos más orientales de Asturias. Cuando dejamos atrás Panes, el valle se va estrechando hasta formar el desfiladero de La Hermida con paredes casi verticales de roca caliza, y uno de los más largos de España. Lo recorre la N-621, que comunica la ría de Tina Mayor con Potes y, por el puerto de San Glorio, llega hasta Riaño, en la provincia de León. Lo labra el río Deva, que viene desde Fuente De para unirse al Cares en Panes y desembocar en Tina Mayor.
            En este desfiladero de La Hermida, limite oriental del Parque Nacional de Picos de Europa, ya estamos en Cantabria y en el municipio de Peñarrubia, que tiene su Ayuntamiento en Linares y como localidad más poblada La Hermida, además de otros núcleos que recorreremos en la caminata de hoy. Y es que a este rincón del occidente de Cantabria acudimos los del grupo La Peñuca para realizar una caminata propuesta y coordinada con esmero por Ramón Azcano. Será un recorrido desde el fondo del valle hasta las altas laderas de Peñarrubia, topónimo debido a la abundante presencia de arenisca roja en contacto con la roca caliza propia de los Picos de Europa.

En la foto de José Mª Arnillas, paisaje de la caminata de hoy;
Piñeres, uno de los núcleos de Peñarrubia.
 
            Junto a la carretera nacional y en la margen derecha del río hay un pequeño edificio, refugio conocido como "Casa del pescador", que nos sirve de referencia y punto de inicio de la caminata. Cruzando la carretera arranca la caleya empedrada, junto al cartel informativo de la "Ruta de las Agüeras": un recorrido circular que será el nuestro con algunos añadidos a modo de adorno.
            El camino, como hemos dicho, empedrado y en bastante buen estado, asciende remontando el río Cicera por un estrecho valle reconocido como la agüera de Cicera, de ahí el nombre de la ruta. Fue la principal vía de comunicación del pueblo de Cicera con el valle, hasta el trazado de la carretera que desde La Hermida comunica varios núcleos de población situados en la margen derecha del desfiladero.

Otra imagen de J. Mª Arnillas: el camino por la agüera de Cicera.
 
            El continuo ascenso resulta agradable por entre bosque de ribera y a la vera del río, que nos ofrece la música de sus aguas cantarinas y nos permite contemplar sus alegres cascadas y abundantes pozas. Así llegamos a un cruce donde dejamos a nuestra derecha el camino señalizado hacia Lebeña, una localidad del vecino municipio de Cillorigo, desde donde volveríamos al fondo del desfiladero. Nosotros seguimos el ascenso hasta Cicera, cuyo caserío ya asoma tras el arbolado.
            Se trata de un pueblo, el segundo núcleo del municipio por el número de habitantes, situado a 500 metros de altitud en un rellano de la ladera, rodeado de limpias y bien cuidadas praderas. Lo atravesamos por entre sus bien conservadas construcciones de piedra y madera. Hacemos una pequeña pausa junto a la iglesia parroquial de estilo barroco montañés, y seguimos el ascenso por la senda entre prados cercados de piedra y alambrada.

 Detalle del pueblo de Cicera.
 
            Pronto alcanzamos los 578 metros de altitud en el collado donde se levanta la ermita de Santa Catalina, un edificio de planta rectangular con zaguán y techumbre de madera. Allí está el cruce de las carreteras que unen los núcleos peñarruscos de Cicera, Linares y Piñeres, y también la que comunica con el vecino municipio de Lamasón. Estamos en el monte Hozarco, también conocido como monte de Santa Catalina, que ocupará a partir de aquí una buena parte de nuestro recorrido.

Vista general de Cicera desde la salida del pueblo.
 
            Nuestro próximo objetivo es alcanzar el mirador de Santa Catalina. Después de unos primeros metros por la carretera, pronto la abandonamos para seguir la senda bien marcada que recorre el monte hasta llegar al mirador. Allí se encuentran los restos de un castillo altomedieval rodeado de fuertes murallas. A este espacio se le conoce, tal vez por su forma alargada de cabecera ovoide, como la "Bolera de los moros", y en torno a ella se cosechan increíbles leyendas. Pero de lo que no cabe duda es de su valor como fortaleza de vigilancia y control del paso hacia el fondo del valle.

El camino desde de Cicera hacia Santa Catalina, 
donde se aprecia la silueta de la ermita.
 
            Lo verdaderamente espectacular es asomarse al mirador. A sus 757 metros de altitud es la cima del monte Hozarco, y en un asombroso y vertical cortante se levanta sobre el desfiladero de La Hermida, en cuyo fondo apenas caben la estrecha N-621 y el cauce del Deva. Es el desfiladero que, según cuenta Benito Pérez Galdós en Cuarenta leguas por Cantabria debería llamarse "esófago de La Hermida, porque al pasarlo se siente uno tragado por la tierra".
            Después de tan admirable contemplación y la labor de los fotógrafos, debemos desandar el camino hasta la carretera; la cruzamos y continuamos el descenso por el más grande bosque de robles, fayas y castaños. Hay una primera parte sin apenas camino marcado, bosque a través, hasta alcanzar la senda que viene del collado de Santa Catalina. Por ella descendemos, contemplando los asombrosos castaños más que centenarios, hasta encontrarnos con el río Navedo que desciende impetuoso desde más arriba del pueblo que le da nombre.

El desfiladero de La Hermida desde el mirador de Santa Catalina.
 
            Por un puente medieval cruzamos el río e iniciamos el ascenso hasta el pueblo. Navedo, a sólo 280 metros de altitud, cuelga su caserío en la ladera del monte y mirando al fondo está la iglesia de Nuestra Señora del Valle. Bajo su pórtico encontramos refugio y protección de la pertinaz llovizna que nos viene acompañando casi desde el inicio del camino; es el esperado momento de la comida, la conversación y un breve descanso.
            Tras ese descanso, atravesamos de nuevo el pueblo y rehacemos el camino hasta el viejo puente y el cruce donde iniciamos el ascenso. A partir de aquí queda el descenso hacia el desfiladero por la segunda de las agüeras, la de Navedo, que también fue la principal vía de comunicación  del pueblo antes de tener carretera.

El camino hacia Navedo por el bosque más grande.
 
            Esta agüera de Navedo es aún más encajonada y pendiente que la anterior. El río marca contundentes cascadas, pilares y saltos de agua que hacen las delicias de los fotógrafos y son propicias para los aficionados al barranquismo. Así, ya casi llegando al llano nos sorprende en la margen derecha del río una pequeña construcción pegada a la roca. Hasta ella llegamos cruzando el río por un artesanal puente de madera. En otro tiempo fue un molino, pero hoy, totalmente restaurado y luciendo el rótulo de "Devatur" es lugar de promoción del salto por los barrancos.

 Una muestra de los barrancos en la agüera de Navedo.
 
            Poco más abajo, el río Navedo desemboca en el Deva. Allí está la N-621 en el desfiladero de La Hermida, alrededor del que giró esta caminata por las dos agüeras, el monte Hozarco, su mirador y los pueblos de Peñarrubia. Un recorrido lleno de momentos espectaculares, de los que quedan por buen tiempo en nuestra memoria; aunque en esta ocasión no fuera el buen tiempo todo lo propicio que deseáramos.

Al ------- viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, ...
 

Las fotos, excepto las dos primeras, son de Rafa Carretero.

                  (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 3 de junio de 2017).

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