Por los valles de Pigüeña y Cormichán: La Rebollada, Corés y hasta
Villar de Vildas
Todo
el término municipal de Somiedo fue declarado Parque Natural en junio de 1988;
asimismo, también fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en el año 2000.
Nuestro proyecto inicial era acercarnos a los montes de Somiedo para realizar
una caminata hacia la sierra de la Serrantina, llegando también hasta el valle de
Xunqueiras, ya dentro del otro parque natural, el de las Fuentes del Narcea; una
propuesta para el grupo La Peñuca de Carlos de Paz (Serbal), buen conocedor de esta zona, quien gusta
de transmitir sus conocimientos para el disfrute y entretenimiento de los
caminantes. Mas la aparición de una borrasca convertida en lluvia, incluso
antes de que pudiésemos hacernos cargo de la mochila, y sin visos de amainar a
lo largo del día, nos obligó a ir variando el programa, pero sin renunciar al
principal objetivo, la aproximación a la Serrantina, y completándolo con un interesante
recorrido a la vera de dos ríos importantes del municipio: el Pigüeña y su
afluente el Cormichán.
Bosque y pradería en la parroquia de Pigüeña
Como
estaba previsto, iniciamos la caminata a 630 metros de altitud en
un lugar de la carretera que desde Aguasmestas, en la AS-227, comunica con Villar
de Vildas; cruzamos por un puente de piedra el río Pigüeña y poco después en
Los Molinos, el arroyo Cormichán. Nos proponemos seguir el valle del Cormichán
hasta su cabecera, para lo cual subimos por el camino real que unía antes del trazado
de la carretera las localidades de Pigüeña y La Rebollada; por entre
bosque y prados de diente, pronto llegamos a esta aldea, una de las tres
localidades de la parroquia de San Martín de Pigüeña.
El valle de Cormichán desde el inicio del camino
Es
La Rebollada
una aldea que mira hacia el sur en la ladera, a 883 metros de altitud y
con casas bien conservadas; la atravesamos, y por una pista de exclusivo uso
ganadero vamos recorriendo el valle por la margen izquierda del arroyo. La
pista termina al llegar a la braña de Cormichán (1 087 metros); a
juzgar por el número de cabañas y cuadras con la techumbre de teja y de losa,
ésta debió de ser una braña importante en su tiempo. Fue una braña equinoccial
de La Rebollada,
esto es donde los ganaderos de este pueblo vivían desde el equinoccio de
primavera hasta el de otoño; hoy con sus potentes vehículos y la pista para su
exclusivo uso, pueden visitar el ganado todos los días si es necesario y, en
consecuencia, las cabañas están todas en estado de abandono; para nosotros, un
buen lugar para un pequeño descanso, la labor de los fotógrafos y los
comentarios sobre la pertinaz lluvia que no nos abandona.
Entrada a la braña de Cormichán
Salimos
de Cormichán por una senda que se interna en el hayedo Débanu en la ladera que
cuelga en la margen derecha del arroyo; la senda asciende casi en vertical
hacia la cabecera del valle, y cuando en la frondosidad del hayedo empezamos a
oír las esquilas de las vacas, sabemos que pronto el bosque se abrirá a las praderas donde pasta el
ganado. En efecto, llegamos al collado Chagüezos (1 430 metros) en la
linde entre los términos de Somiedo y Cangas del Narcea; un buen lugar para el descanso
y el disfrute si el viento y la lluvia no azotaran con fuerza.
Asomarse
desde el collado hacia Cangas sería contemplar, si la niebla no lo cubriera
todo, tierras de las parroquias canguesas de Cibea y Genestoso y collados como
Rabo de Asno o el Chano de los Bueyes, por donde en otra ocasión caminábamos en
un día con mejor tiempo que hoy (Por las alturas de Cangas del Narcea, 28 de
junio de 2011). En Chagüezos también arranca hacia el norte la sierra de la Serrantina, limite
natural entre Cangas y Somiedo, que cuenta con cumbres como el pico Castiello,
Fanarrionda o el Alto de la
Pachagosa.
El ganado pasta en el collado Chagüezos
Aquí,
además, nace el arroyo Cormichán y, renunciando a otros objetivos mayores, nos
aprestamos a recorrer su valle ahora en sentido descendente; lo hacemos, sin
embargo, por una buena senda que a media altura recorre la ladera de su margen
izquierda. Así, pasamos por una braña abandonada con los restos de las cabañas
cubiertos de matorral: es La
Fontanina y, como su nombre indica, tiene una buena fuente que
en un día seco y soleado hubiera hecho las delicias de los caminantes. Desde el
camino podemos ver en la ladera opuesta el hayedo y la senda por donde subimos,
y más al fondo atisbamos también la braña de Cormichán. La senda se bifurca, y
si seguimos por la ladera sin perder altura, llegamos a la braña el Tornu (1 050 metros) para
desde allí por pista ganadera descender hasta La Rebollada, adonde
también llegamos tomando la senda descendente y pasando de nuevo por la braña
de Cormichán.
El hayedo Débanu y la senda por donde se asciende al collado
En
La Rebollada,
cuando parece al fin que la lluvia amaina y el tiempo clarea, encontramos en el
atrio de la ermita de San Antonio el lugar adecuado para el descanso, el
bocadillo, la conversación… y la hospitalidad de Armando y su mujer; un
matrimonio de esta aldea, él antiguo productor de Ensidesa, que compaginan su residencia habitual aquí y en Avilés a lo largo del año: nos abren su casa y nos
convidan con café y algo más.
La ermita de La Rebollada
Reanudamos
el camino abandonando el pueblo agradecidos por la amabilidad de estos vecinos,
y descendemos de nuevo a Los Molinos, allí donde iniciamos la ruta y donde el
arroyo Cormichán desemboca en el río Pigüeña que sigue su curso hasta
desembocar en el Narcea cerca de Oviñana. Nosotros nos aprestamos a remontar
el valle del Pigüeña por la carretera que recorre la margen derecha del río;
unos cuatro kilómetros y medio que pueden parecer pesados, pero el valle es
suficientemente bucólico, con pradería y bosque en ambas márgenes, para
convertirlos en un paseo entretenido y agradable.
La niebla por los altos, desde el valle del Pigüeña
Tras
superar una fuerte pendiente, la carretera pasa por Corés (850 metros), único
pueblo de su parroquia, situado en una pequeña plataforma sobre el río; después,
un leve descenso nos acerca de nuevo al río para ascender luego hasta Villar de
Vildas a 870 metros
de altitud.
Villar
de Vildas es también la única localidad de su parroquia, una de las 14 que
componen el municipio de Somiedo; un pueblo sin carretera hasta casi finales
del siglo XX, fue en el año 2004 Premio Príncipe de Asturias al Pueblo Ejemplar
y hoy es la segunda localidad más poblada del concejo, sólo por detrás de la
villa municipal; de aquí parte una pista hacia la braña de La Pornacal, la más grande y
mejor cuidada del Parque, que atrae visitantes casi todo el año. En Villar de
Vildas (de abedules), al lado del río Pigüeña que viene del puerto de los
Zreizales en la vertiente norte de la Cordillera, finalizamos esta caminata que, a
pesar de las inclemencias del tiempo, nos permitió recorrer dos valles, tres
parroquias, tres localidades, algunas brañas, collados y acercarnos a la Serrantina, para
asomarnos desde el Parque Natural de Somiedo al de las Fuentes del Narcea.
La aldea de La Rebollada muestra orgullosa su caserío
(El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó
esta ruta el sábado, 28 de junio de 2014)
Las fotos son de José
Arnillas
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