En el puerto de Onís: desde Buferrera
por Comeya, Soñín de Abajo, Vega las Mategas y Belbín, para volver a
Buferrera
El
río Casaño es uno de los afluentes importantes del Cares. Nace en el puerto de
Onís, en el Parque Nacional de Covadonga, producto de la surgencia conocida
como el Oyu la Madre. Después
de recorrer su profunda garganta en dirección norte penetra en el término de
Cabrales, pasa por La Molina
donde tiene el hermoso puente Pompedru, recorre el desfiladero de Las Estazadas,
y ya en dirección este, va paralelo a la AS-114 hasta Arenas de Cabrales, para allí
desembocar en el Cares.
El
objetivo de esta caminata, propuesta al grupo La Peñuca y bien dirigida por
Jacinto del Prado, fue encontrarnos con el Casaño en el Oyu la Madre realizando, a su vez, un
recorrido por algunas vegas y majadas del puerto de Onís, Macizo Occidental de
los Picos de Europa, en la parroquia de Bobia, la más extensa y de accidentada
topografía de las tres que forman el municipio; una parroquia que basa su
actividad productiva en la ganadería y la elaboración del reconocido queso de
Gamonéu.
Praderías del puerto de Onís: Vega las Mantegas
Aunque,
como ya queda dicho, caminamos en su mayor parte por el término de Onís, el punto
de partida y llegada de esta ruta circular fue en el de Cangas de Onís: el aparcamiento
de Buferrera desde donde se accede a los lagos Enol y La Ercina, quizá uno de los
lugares más visitados del Parque.
Al
partir de Buferrera a 1
040 metros de altitud, descendemos por la Foz del Escaleru, bien
acondicionada en un sendero de fácil caminar, en la margen derecha del reguero
torrencial por donde rebosan las aguas del lago Enol, pasamos el túnel bajo una
cueva natural y ya contemplamos la amplia vega Comeya. Sendero en la foz y
túnel eran el camino a las minas de Buferrera desde Comeya; lo que vemos ahora
son los restos de las columnas del cable por donde se bajaba el mineral y
movimientos de tierra a consecuencia de las labores realizadas en el lugar
donde hubo un lavadero del mineral y una pequeña central eléctrica.
La
vega Comeya, una vasta pradería a 875 metros de altitud, es también una depresión
cerrada, un poljé glaciar con el sumidero de Les Tremoles donde se oculta el
agua que baja del Enol y la del reguero Soñín para aflorar 8 kilómetros más
abajo, en una cueva conocida como Los Güeyos del Reinazu, reguero de breve
recorrido que ya en Covadonga entrega las aguas al Deva.
Comeya con las columnas del cable aéreo y las aguas camino del sumidero
Recorre
la vega Comeya el PR PNPE-1 Ruta de Frasinelli desde Corao hasta el lago La Ercina; el camino habitual
de este “Alemán de Corao” desde su casa hasta los lagos para bañarse en el
luego bautizado como Pozo del Alemán: hoy es una ruta bien recomendable.
Nosotros bordeamos la vega, y siguiendo el reguero Soñín, cruzamos la raya
imaginaria que separa ambos términos municipales y llegamos a Soñín de Abajo (980 metros), una de las
primeras majadas del puerto de Onís, desde donde nos sorprende la vista del
Cantón del Texéu. Es espectacular este Cantón rocoso que se levanta solitario
desde los 1 000 metros
para alcanzar en la cumbre los 1 173 metros de altitud; presente su visión
desde todas las vegas del puerto medio, sirve de tapón sobre la foz del Casaño.
El Cantón del Texéu desde las proximidades de Soñín de Abajo
Desde
Soñín de Abajo vemos, en la base misma donde arranca el Cantón, la pista Demués
(1 045 metros),
y la subida la realizamos entre monte bajo por una senda bastante embarrada -una
pertinaz llovizna no nos abandona desde el inicio del camino- por donde dos
pastores se afanan en el traslado del ganado. Esta pista es el camino más
frecuentado por los pastores que acuden al puerto con su ganado desde los
pueblos de la parroquia: Demués, Bobia de Arriba y de Abajo, Gamonéu de Onís y también
Gamonéu de Cangas, unido al anterior por una carretera. La pista también está
señalizada como PR PNPE-8 Ruta de Demués, unos 10 kilómetros desde
el pueblo que le da nombre hasta aquí, en la base del Cantón; la cruzamos y bordeamos
el Cantón, dejándolo a nuestra derecha, para aprestarnos al plato fuerte de la
jornada: el encuentro con el río Casaño.
La niebla sube desde el río Casaño hacia el Texéu
Para
llegar a palpar las aguas del río Casaño debemos salvar un desnivel de unos 250 metros; un descenso
por camino embarrado y entre herbazales resbaladizos. Cuando, al fin, tras
cruzar la alambrada que cierra el paso a los rebaños de ovejas, llegamos a la
orilla del río, es preciso remontarlo unos metros para acercarnos al Oyu la Madre. Aquí nace el río Casaño,
pero el agua que le aporta el oyu, ojo, de la madre tierra viene de las cuencas
altas del puerto: el reguero La
Güelga, que pasa por la majada que le da nombre, y la riega
Espines, que nace en la vega así llamada. Es este un lugar curioso: para
detenerse, para comentar “lo muncho que l’oyu avienta l’agua”, y sobre todo,
para la labor de los fotógrafos.
El siempre sorprendente Oyu la Madre
El
ascenso, recuperar ese desnivel de 250 metros, sólo nos confirma una cosa: que en
este terreno complicado y resbaladizo se sube mejor que se baja. Así, pronto
nos encontramos de nuevo en la base del Cantón y a partir de aquí el camino
mejora de forma considerable. Un sendero empedrado nos permite bordear el pico
hasta La Colladina
del Texéu desde donde avistamos la mejor ruta para alcanzar su cima, lo que con
buen tiempo y terreno seco no sería difícil; no obstante, siete valientes
montañeros del grupo afrontan las dificultades y llegan a tocar el buzón de su
cumbre; no así este humilde caminante que, como el resto del grupo, sigue su
camino dejando el Cantón a la espalda.
Tras
cruzar el Collado la Madre,
entramos en la Vega
las Mategas (1 043
metros), alargada y con algunos lodazales cercados con
madera para cortar el paso a los animales; también hay otros cercados para el
destete de terneros y para facilitar la carga de las reses en los vehículos que
hasta aquí llegan por cómoda pista de exclusivo uso ganadero. Por esta misma
pista, después de recorrer la vega, cruzamos un collado y entramos en la majada
de Belbín (1 050 metros)
en el fondo de un valle glacial.
La majada de Belbín y sus bien cuidadas cabañas
Belbín
es una majada bien cuidada adonde acuden varios pastores con su ganado y donde
se elabora el buen queso; hay cuadras y varias cabañas abrigadas bajo la loma,
orientadas al sur y conservadas con esmero, que son una buena muestra de la arquitectura
tradicional del pastoreo: en el cobertizo de dos de estas cabañas encontramos,
por la amabilidad de sus dueños, el lugar adecuado para la comida, el descanso
y la conversación.
A la entrada
de la majada llegan los vehículos autorizados por buena pista que forma parte
del GR-202 Ruta de la
Reconquista en su primera etapa desde Covadonga hasta
Poncebos pasando junto al lago La Ercina.
Después del breve descanso, seguimos esta pista, cruzamos el
collado la Llomba
y atravesamos la línea imaginaria de separación entre los dos concejos para
retornar al de Cangas de Onís; después de pasar por la vega La Tiese junto al lago, contemplamos
de cerca los restos de las minas de Buferrera: un espectacular conjunto de
picachos calizos resultantes de la explotación
y posterior erosión. Una compañía inglesa (The Asturian Mines Limited)
extrajo de estas minas manganeso, hierro y cinabrio entre 1893 y 1934.
Paisaje de las antiguas minas de Buferrera
Ahora
se han acondicionado algunas partes del lugar y reconstruido ciertos elementos
de la antigua explotación para instalar un museo de las minas, al que se accede
desde el área de servicios de Buferrera. A esta área, donde también hay un
centro de interpretación del Parque, un aula audiovisual y amplios aparcamientos,
descendemos nosotros por cómoda escalinata para finalizar este recorrido por el
puerto de Onís y la visita al nacimiento del río Casaño.
El valle Entrerroble, por donde se desciende en busca del río Casaño
(El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó
esta ruta el sábado, 31 de mayo de 2014)
Las fotos son de José
Arnillas
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