Al pico Feliciano desde el puerto de
Aralla, y por Los Calderones hasta Piedrasecha
El
puerto de Aralla en la LE-473
es el paso natural entre los términos municipales de Sena de Luna y La Pola de Gordón, uniendo sus
pueblos de Aralla y Geras. De nuevo en la montaña central leonesa, entre la comarca
de Luna y las tierras de Gordón, comenzamos aquí a 1 544 metros de
altitud este recorrido: una propuesta para el grupo La Peñuca de José Montero, buen conocedor de estas tierras a las que siempre nos invita para disfrutar
caminando.
La
caminata comienza por una pista que pronto abandonamos para alcanzar la
crestería ya a 1 758
metros de altitud. Esta crestería, en principio, es
fácil de recorrer, con buenas vistas a ambas vertientes; y cuando aparecen las
dificultades conviene tomar la senda que discurre por la ladera que vierte a
Luna.
Así
llegamos al collado Pedroso (1 865 metros) y proseguimos el ascenso,
sorteando la alambrada que marca la separación de pastos, hasta alcanzar la
primera cumbre y punto más alto de la jornada: el pico o cerro Pedroso ( 1 914 metros). Desde
esta cumbre, vértice de tres ayuntamientos, Sena de Luna, La Pola de Gordón y Barrios de
Luna, tenemos una buena panorámica del embalse de Barrios de Luna y la A-66 con el puente atirantado
sobre el embalse; y al otro lado, el arroyo Polanco que recorre las praderías
antes de internarse en un estrecho desfiladero.
Aralla de Luna y la carretera que sube al puerto
Del cerro salimos por la crestería para luego descender hasta Brañarredonda. Desde aquí hacia nuestra izquierda, por Los Corrales y El Cavio, alcanzando el arroyo, llegaríamos hasta Geras de Gordón; pero nosotros tomamos la pista y luego senda que, atravesando praderías, pasa junto a una fuente con abrevadero, y siempre en ligero descenso, nos lleva a la vega del Palomar (1 769 metros), donde hay unas lagunas o charcas que se conocen como Pozos de la Vega: un buen lugar para los aficionados a la fotografía. El sendero sigue en descenso hasta la colladina (1 685 metros) desde la que ya divisamos el primero de los objetivos de la jornada: el pico Feliciano, con el que la niebla juega ocultándonoslo a veces.
Uno de los pozos en la vega del Palomar
El
ascenso al pico desde esta colladina, por entre piornales primero y pedregales
más arriba, se hace largo; sin embargo, cuando se alcanzan sus 1 820 metros de
altitud, la niebla ha desaparecido dejando paso a una fuerte ventolera que
encoge a los caminantes.
En
el alto del pico Feliciano está el único buzón de cumbres colocado por el grupo
La Peñuca; fue
en marzo de 2003 en recuerdo de Feliciano Gómez Carrero, directivo del grupo
fallecido el año anterior. Algunos de los que ahora caminamos con este grupo no
llegamos a conocerle, pero sí hemos oído muchas anécdotas que lo definen como
gran caminante, entusiasta animador, amable y buen compañero en el camino. El
buzón está acompañado de una placa del Colectivo Montañero Gijonés porque “Las
personas sólo dejan de existir cuando se las olvida” y “Feliciano, amigo,
compañero, siempre estarás en nuestro recuerdo”.
Hacia el pico Feliciano
Refugiados
del fuerte viento, mirando hacia el nordeste, encontramos el lugar para el
bocadillo, la conversación y un pequeño descanso. Mientras, contemplamos al
fondo, frente a nosotros, los pueblos de Geras y, más a la derecha, Paradilla
de Gordón; más allá, el pequeño embalse de Casares y, cerrando el panorama, la
cordillera por Pajares y el Brañilín.
El
descenso es fuerte, y como el viento arrecia, nos obliga a caminar con tiento
entre pedregales y piornales hasta llegar a una vega (1 662 metros) con
algunas cabañas. Allí, en la alambrada, una portilla nos permite el paso,
dejando a nuestra espalda el municipio de La Pola de Gordón para adentrarnos en el de
Carrocera. Por buena pista de tierra seguimos el descenso, dejando a nuestra
izquierda la collada y el pico Amargones, hasta llegar al collado del Fito (1 675 metros); a la
derecha sigue la pista junto al arroyo de Pernaliega hasta la vega de Santas
Martas (1 450 metros).
Los perros pastores siguen a los caminantes por la vega
En
Santas Martas hubo una abadía y un pueblo cuya desaparición se relaciona con la
leyenda del envenenamiento colectivo por animales malditos: en este caso, una
sacabera en el agua de amasar el pan de la caridad. Lo que los caminantes
encontramos hoy son varias cabañas en prados de pasto para el verano, y el
Pernaliega que se funde en el arroyo de Los Calderones que viene de Valdiellos,
y a partir de aquí, labra un profundo valle con su punto culminante en la foz
de Los Calderones.
Cabaña y cercado de piedra en Santas Martas
Recorrer
esta foz es otro de los dos objetivos de nuestra caminata, y en verdad que
merece la pena. El río circula subterráneo por una galería cárstica, y de forma
casi perpendicular al camino, se levantan espectaculares pliegues de gran
belleza, en ocasiones al alcance de la mano; una maravilla geológica, estas
calizas que formaron parte del amplio mar que ocupó esta región de nuestra zona
cantábrica. No obstante, en la formación actual del desfiladero también tuvo su
parte la actuación humana, pues a mediados del siglo pasado, a base de dinamita,
se amplió el cauce para permitir el paso de ganados e incluso carros hacia
Santas Martas, adonde sólo se podía llegar por el collado del Fito desde
Santiago de las Villas o los Barrios de Gordón. Mas la naturaleza se niega a
ceder su parte, y una posterior tormenta seguida de gran riada dejó la foz de Los Calderones impracticable para vehículos y tal como la podemos contemplar
ahora.
Espectacular paso por la foz de Los Calderones
Si
espectacular es recorrer el desfiladero, no lo es menos su final: el abundante
caudal fluye de nuevo al exterior y, por si fuera poco, de la roca surge un
manantial para alimentar el que a partir de aquí se llama río Piedrasecha. Pero
antes, colgada de la roca está la cueva de las Palomas, donde se ha instalado
una ermita que acoge la imagen de Nuestra Señora del Manadero, que así se llama
este lugar donde el agua mana en abundancia; una escalinata de 86 pasos (alguno
se entretuvo en contarlos) sube a la cueva y ermita que celebra su fiesta en el
mes de julio.
Entrada al desfiladero de Los Calderones
Tras
el descenso de la ermita, la caminata prosigue por una buena pista en la margen
izquierda del río, hasta finalizar en Piedrasecha (1 175 metros), pueblo
del término municipal de Carrocera que cuenta con varias casas de piedra bien
conservadas y la iglesia parroquial con un retablo románico y bonitas imágenes
también románicas que pudimos contemplar gracias a la amabilidad del vecino
encargado de su custodia. Un buen colofón para una larga caminata por esta
montaña central de León que no parece agotar nunca sus atractivos.
El embalse de Barrios de Luna desde el cerro Pedroso
Las fotos son de Juan Lobelle
(El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 19 de octubre de 2013)
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