Entre Berbes y Ribadesella por el Camino
de Santiago y la Ruta
de los Miradores
El grupo de montaña La Peñuca
abre cada nueva temporada con una caminata a iniciativa de su presidente, y en
esta ocasión Albino González Ordiz nos propuso un entretenido recorrido entre
Berbes y Ribadesella para este día invernal con amenaza de lluvia que por fortuna se contuvo hasta el final de la jornada.
La
localidad de Berbes y su parroquia de Santa Marina es la más occidental del
municipio, en la linde con el concejo de Caravia del que formó parte en el
Trienio Liberal del siglo XIX. De allí parte el PR AS-247 Rasa de Berbes al
Fito, y por allí pasa el Camino costero de Santiago que nosotros remontamos
hasta la misma villa de Ribadesella. Desde el primer altozano ya divisamos al
fondo la playa de Berbes o Vega, la mayor del concejo; más a lo lejos, hacia
occidente, el pueblo y el puerto de Lastres y frente a nosotros, al lado de la
playa, el pueblo de Vega.
Caminantes al inicio de la jornada
Descendiendo
por un bosque de alisos nos encontramos con el río Acebo, que Camilo José Cela
en su obra “Del Miño al Bedasoa” reconoce con el nombre de río Vega que “con
sus aguas claras, cantarinas y bucólicas, (…) se ahoga en la ancha mar, bajo un
puente de piedra por el que pasa, casi como un suspiro, el camino real”.
Los caminantes cruzamos ahora el río por ese mismo camino, pero por un puente
de hormigón con barandillas de madera porque el viejo de piedra se lo llevó una
riada el 3 de agosto de 1988, y ya estamos en el pueblo de Vega, en la
parroquia de San Esteban de Leces. Después recorremos el pueblo por sus calles
empinadas entre hórreos y paneras, y pasamos junto a la capilla de María Magdalena con la
fecha de 1922 grabada sobre el dintel de su puerta.
El pueblo y la playa de Vega
Seguimos
ganando altura, y a la derecha, divisamos el pueblo de Barredo con los
lavaderos del espato flúor que se arranca en la zona. La cuesta
sigue, y a lo lejos se asoman los Picos de Europa cubiertos de nieve. Antes de
llegar a Abéu, en el cercano pueblo de San Pedro está el albergue de caminantes,
y a la vera del camino un rincón entre alisos y robles, con una fuente, mesas y
bancos, nos ofrece la primera ocasión para el descanso. En Abéu está, dentro de una amplia zona ajardinada y bien protegida por un cierre de piedra, el palacio
de la familia los Argüelles, uno de cuyos miembros fue Agustín Argüelles Álvarez (1776-1844), destacado político de su época que participó en la redacción de la Constitución de 1812. También en las proximidades del pueblo nace el río
San Pedro, que toma rumbo este hasta desembocar en el Sella dentro del casco
urbano de Ribadesella.
Palacio de los Argüelles en Abéu
Entre
Abéu y Tereñes el camino es llano, con la presencia a nuestra derecha de la
sierra de Santianes, límite con el concejo de Cangas de Onís, y el Mofrechu, su
cumbre señera, detrás de la que se asoma la mole nevada de los Picos; a nuestra
izquierda, los acantilados y pedregales donde algunos pescadores se afanan en
conseguir oricios o pulpos.
En
Tereñes reza la copla:
Cuando voy por Tereñes
llevo madreñes,
porque allí hay muchu barru
por les caleyes.
La ermita de la Virge de las Nieves
A
partir de aquí siempre tendremos a la vista la villa de Ribadesella y su playa
de Santa Marina, pero antes nos acercamos al faro en lo alto del monte Somos,
entre pinares frondosos y rodeado de grandes fincas amuralladas. Tras un rápido
descenso, los caminantes ponemos el pie en el extremo más occidental del paseo
marítimo y nos desviamos para visitar el mirador de la Punta del Pozo, donde es
posible observar algunas icnitas, huellas de dinosaurios.
Retrocedemos
luego en busca del puente del Pilar, allí donde el río San Pedro forma La Xuncalera, laguna con
abundantes juncos; por este puente, construido en el siglo XVII, nos encaminamos
hacia la parroquia de San Miguel de Ucio.
Puente del Pilar sobre el río San Pedro
Caminamos
ahora por la Ruta
de los Caleros en fuerte subida al pueblo de Sebreño, donde está el palacio del
mismo nombre, del siglo XVI, con su correspondiente capilla dedicada a San
José. Abandonamos la ruta anterior y tomamos la de los Miradores que va hacia
el pueblo de Ardines, para detenernos en su área recreativa, amplia y con
buenas vistas sobre la zona urbana y también la sierra de Santianes: es el
lugar adecuado para la comida, el descanso y la conversación, breve porque la
lluvia amenaza con sus primeras gotas.
Fachada principal del palacio de Sebreño
Falsa alarma, pues aún nos permite recorrer los miradores que dan nombre a
esta ruta, desde donde se obtienen espectaculares vistas de la marina y el
curso bajo del Sella, del que Cela en su obra antes citada dice que “viene del
monte de Ponga, después de beberse de un sorbo al Piloña”.
El estuario del Sella, desde uno de los miradores
También
pasamos junto a la entrada del Pozu’l Ramu, por donde se accedió por primera
vez a la joya prehistórica que luego se bautizaría, como homenaje, con el nombre
de uno de sus descubridores fallecido en posterior accidente de montaña.
Hacia allá
descendemos, a la moderna entrada de la Cueva
Tito Bustillo y su centro de interpretación, para terminar
esta caminata que nos permitió recorrer varios pueblos del concejo de
Ribadesella a través de sus campiñas que se asoman al mar.
Panorámica del pueblo de Tereñes
Las fotos son de Juan Lobelle
(El grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado,12 de enero de 2013)
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