Desde Collada de Carmona hasta el pueblo
de Tudanca, por el cordal que separa las cuencas de ambos ríos
A Mari Luz, porque sus raíces familiares
se hunden en estas tierras de Cantabria
por donde hoy caminamos
El
río Nansa nace en la vertiente septentrional de Peña Labra y desemboca en la
ría de Tina Menor; el Saja corre desde la Sierra del Cordel a unirse al Besaya para,
después de atravesar la zona industrial de Torrelavega, desembocar en la ría de
San Martín de la Arena. Entre
las cuencas de estos dos ríos se extiende un montañoso cordal que nosotros
hemos recorrido desde el puerto Collada de Carmona en la CA-182. El puerto se encuentra
a 611 metros
de altitud en el municipio de Cabuérniga, y a partir de ahí caminamos en
dirección sur por una amplia pista de tierra que va ganando altura en la ladera
de la sierra.
Pronto
se encuentra el pico Matamigüela, y la pista lo bordea dejándolo a la derecha de
los caminantes que, protegidos por la sombra del bosque, siguen subiendo hasta donde
la guardería de montaña tiene su cabaña de vigilancia. Es el collado de
Zercedillo a 904 metros
de altitud, entre los municipios de Cabuérniga y Tudanca: buen lugar para el
primer descanso. A nuestra izquierda, hacia el nordeste, en la amplia cuenca
del Saja, los pueblos de Cabuérniga, -Renedo, Solares, Terán…-, se confunden en
la distancia; hacia el suroeste, contemplamos el municipio de Tudanca en el
valle del Nansa, más estrecho y escarpado con el fondo amurallado de la sierra
de Peña Sagra.
El collado de Zercedillo y la caseta de vigilancia
A
partir de este collado la pista cesa, y por senderos y praderías, siempre en el
límite entre los dos municipios, vamos ganando altura por el alto de Mostadoiro
hasta alcanzar la cumbre de La
Guariza (1.021
metros) que nos permite columbrar los cuatro pueblos que
componen el municipio de Tudanca: Sarceda; Santotís, donde se ubica la casa
consistorial; La Lastra
y Tudanca, el de mayor población. Pasado el cueto Tamaredo (1.051 metros), en la braña
del Salce poco antes del collado de Sierra Linares (1.107 metros), nos
encontramos con la sorpresa, no por esperada menos agradable, de un buen rebaño
de vacas raza tudanca.
El alto de La Guariza
Estas
vacas de reducido tamaño, con su pelaje casi negro en los machos y avellanado,
pardo siempre oscuro en las hembras; junto con las astas largas, abiertas y
torcidas, son fáciles de identificar en las praderías de la montaña cántabra.
Dicen que la tudanca produce poca leche, pero rica en grasas y que su carne es
magra y sabrosa. Más adelante en nuestra caminata tendremos ocasión de ver otras,
en verdad no muchas pues la cabaña es escasa, aunque en los últimos años parece
que va en aumento al ser catalogada como “raza autóctona de protección
especial”.
Seguimos
caminado por el Portillo Buceñores, donde abundan árgomas, arandanales y
brezales, hasta el cueto Caorra, la mayor altura de la jornada a 1.189 metros de
altitud: es el lugar elegido para el descanso, el bocadillo y la conversación,
también adornados, todo hay que decirlo, con algunas botas de buen vino. Frente
a nosotros están las pandas de Bucierca, que en esta tierra llaman panda a la
pradería situada en una loma suave y prolongada.
Pedregal, zarzas y mosquitos en el cueto Caorra
Consumidos
los minutos de descanso, damos la espalda a Cabuérniga para adentrarnos de
forma definitiva en el municipio de Tudanca. Lo primero es el descenso hasta la
braña de Carracedo, donde esta señalizado el GR 71 (Sendero de la Reserva de Saja); lo
seguiremos hasta el final del camino por una buena pista de tierra que bordea
el llamado Prado del Concejo de Tudanca. Es otra agradable sorpresa esta extensa
pradería, hermosísima por lo limpia, cuidada y bien cercada de piedra y madera;
terreno comunal que los vecinos del concejo trabajan como pasto y siega. La
labor de siega y recogida de la hierba se realiza en la actualidad con moderna
maquinaria, pero fue en otro tiempo duro trabajo manual en el que participaban
todos los vecinos en comandita. Eduardo Fuente Díaz lo ensalza en una canción:
Empezamos en Tudanca
a segar el Prau Conceju,
siempre se empieza por Mota
y se acaba en Llanu Fuegu.
Braña de Carracedo y pandas de Bucierca
En
el Prado del Concejo, una considerable cabaña vacuna, en la que destacan
algunas tudancas, hoy pasta y retoza ajena al paso de los caminantes. Y cuando
el camino se aleja del prado en su parte inferior, estamos en la Vargona, ya casi sobre el
pueblo que se nos ofrece en buena perspectiva a vista de pájaro.
Al llegar a la Vargona,
descansan mirando al pueblu;
una dice qué bien huele
alguna entornó el pucheru.
Vista del Prado del Concejo con Peña Sagra al fondo
Pero
en el descenso aún nos resta una amplia curva para encontrarnos con el cruce
del sendero que por el barranco del Jalgar sube hasta la ermita de Bado la Reina, donde se venera a la Virgen de las Nieves. El
descenso en su último tramo se adorna con las abundantes moreras que ofrecen a
los caminantes su fruto en sazón, y un cartel con la ruta Peñas Arriba (Reinosa
a Tudanca), memorial en el centenario de José María Pereda. Entramos pues en el
pueblo de Tudanca por estrechas y bien cuidadas calles entre casas de piedra,
para llegar al campo de la iglesia, donde una buena fuente de dos caños
satisface a quienes sedientos, en un día seco y soleado, terminan aquí esta
larga e interesante caminata por las montañas de Cantabria.
Panorámica del municipio de Tudanca en el valle del Nansa
Las fotos son de Santiago Rubio
(El grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 22 de septiembre de 2012)
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