Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

sábado, 14 de julio de 2012

POR TIERRAS DEL ALTO SIL


Desde Salentinos hasta su braña y el alto de la Carranca en la sierra de Gistredo

            El río Sil, principal afluente del Miño, nace al pie de Peña Orniz, en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica cerca del pueblo de La Cueta en la Babia alta, el pueblo más alto (1.460 metros) de  la provincia de León. Cuando atraviesa la comarca leonesa del Bierzo, el río presta su nombre como apellido a muchos municipios y pueblos por donde pasa: Páramo, Palacios, Vilariño, Tejedo, Argayo… todos del Sil.
            A estas tierras del Sil acudimos a propuesta de Emilio Alegre para caminar por la sierra de Gistredo y algunas de sus cumbres señeras; pero si bien es cierto que en muchas ocasiones habíamos escuchado en los informativos meteorológicos que una fuerte borrasca desde el Atlántico cruzaría el Bierzo para barrer todo el norte de España, ésta fue la ocasión de comprobarlo sobre el terreno. Y si esa misma borrasca con fuerte viento, lluvia y niebla nos impidió llegar a las cumbres previstas, no fue impedimento para realizar una parte del camino, aunque empapados y sin poder apreciar por la niebla la totalidad de este bello paisaje.
            La caminata comienza y termina en el pueblo de Salentinos, en el municipio de Páramo del Sil, hasta finales del siglo XIX nombrado como Ribas del Sil d’Abaxo, según consta en la copia de un documento fechado en 1780 y expuesto en el bar del pueblo. Salentinos es un pueblo alargado a la vera del río de su mismo nombre, con casas de piedra y techumbre de pizarra bien conservadas. Desde allí parte el PR. LE-45 Ruta del Catoute que, tras pasar por la cumbre de este pico, finaliza en Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, tal vez el pueblo de España con el nombre más largo.

Rincón a la salida de Salentinos

           En la primera parte de nuestra caminata seguimos este PR sobre una pista que por la margen izquierda del río Salentinos recorre su precioso valle. El camino fácil y agradable va ganando altura de forma suave, atravesamos varias portillas para el ganado y pasamos junto a tres fuentes: el manantial de Brañavieja, las Fontainas y la de las Chábanas (por las chábanas, llábanas o tejas de pizarra que la cubren). Esta última fuente nos anuncia la llegada a la braña de Salentinos; amplia, con prados cercados de piedra, varias cabañas y hasta un refugio del Distrito Forestal de León en el que nos detendremos a la vuelta.
            Al salir de la braña, abandonamos la pista y el cauce del río que baja de la falda del pico Catoute. Nuestro camino toma una senda empinada que sube hasta la braña de Campogrande, dejando a la izquierda el bosque de Teixedor y a la derecha, el Teso de los Griegos, donde los romanos tuvieron explotaciones mineras de oro.

 La braña de Salentinos y el valle por donde caminamos

           Pasado Campogrande, la senda desaparece y caminamos por entre los piornales, en fuerte pendiente, hasta la campera de la Carranca. Al llegar aquí, la lluvia que nos acompaña desde Salentinos se convierte en fuerte aguacero con niebla y viento que sopla por la vertiente noroeste de la sierra; a malas penas nos permite caminar por la crestería, que está señalizada con una sucesión de mojones, hasta el alto de la Carranca a 1.886 metros de altitud.
        La propuesta inicial de Emilio Alegre consistía en seguir cresteando para ascender primero al pico Chao, luego al de Braña la Pena y por último al de Valdeiglesias, la cumbre de la sierra. Parados en el alto la Carranca, y ante la fuerte ventisca y la niebla que cubre toda la crestería, el grupo secunda la opinión del guía y su presidente de acortar el camino, iniciando desde este mismo punto el regreso.

 Mojones que indican el camino por la crestería

            Así pues, comenzamos el descenso por un sendero entre los piornales hasta Campogrande y, más abajo, a la braña de Salentinos. En esta braña está el refugio siempre abierto a ganaderos y caminantes, con la única condición de que después de su estancia en él lo dejen limpio y ordenado. Es de reducidas dimensiones, pero tiene unos tableros para literas, bancos arrimados a la pared y una chimenea donde los caminantes empapados pueden avivar una hermosa hoguera: algunos decidimos detenernos allí, mientras otros seguían su camino de regreso.
            Tras el descanso, la comida y la conversación en el agradable ambiente que propicia el fuego, continuamos el camino hacia Salentinos. Valle abajo, la lluvia amaina, la temperatura sube y se puede pronosticar un atardecer agradable, aunque al mirar atrás la sierra siga cubierta de nubes.

 El río Salentinos, también llamado de la Tejera

           A la entrada del pueblo hay un viejo molino. Tiene limpia la acequia por donde discurre el agua con normalidad y las compuertas están en buen estado: todo indica que podría estar en funcionamiento. En efecto, fue molino harinero, luego sirvió para producir la electricidad al pueblo y en la actualidad sigue moliendo como antaño para los grupos escolares que lo visitan, y el pan de su harina se vende en el bar del pueblo. Al lado del molino hay una piedra grabada con el anagrama de la mancomunidad de los Cuatro Valles leoneses y junto a ella, una llábana que sirvió para colar, hacer la colada con agua y ceniza.
            Son detalles para adornar una jornada que, aunque no pudo ser completa, deja en el caminante la idea de un bello paisaje plagado de lugares interesantes, a los que sería agradable retornar cuando el tiempo lo permita.

Por entre los piornales en flor

Las fotos son de Juan Lobelle



                                       (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 7 de julio de 2012)


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