Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

lunes, 4 de diciembre de 2017

POR LA SENDA COSTERA DE NAVIA




Desde el Bao hasta la villa de Navia, un recorrido por el litoral costero de las cuatro parroquias: Villapedre, Vega, Piñera y Andés

            El concejo de Navia se sitúa en la marina occidental asturiana, entre los de Valdés y Coaña. Se trata de uno de los concejos más prósperos del occidente astur, que combina la economía tradicional con un buen desarrollo industrial y de servicios. Como toda su comarca, la del Eo-Navia, se articula en torno al río Navia, el segundo por su caudal y el primero en longitud entre los ríos asturianos; también, con una amplia cuenca fluvial que es la segunda en la geografía de Asturias. Cuenta, además, Navia, con una extensa rasa marina; varios kilómetros de costa con profundos acantilados, llamativas playas y pequeños estuarios; también, fértiles llanuras de pastos y tierras de labor para los pueblos y aldeas de la parte más septentrional de concejo.
            Precisamente, a recorrer esta rasa costera fuimos los del grupo La Peñuca en una caminata propuesta y coordinada por Manuel Llaneza. Se trata de una senda que recorre todo el litoral naviego. Y después de recorrerla, de cuantas conozco la tengo para mí como una de las mejor acondicionadas: muy bien señalizada, con amplia información de los lugares de paso y sus oportunos mojones kilométricos.

Buen camino, siempre al borde del acantilado.
 
            El recorrido se inicia en las proximidades de la aldea del Bao, donde de la N-634 parte la NV-2. Al abandonar la carretera local, por un ancho camino de tierra nos acercamos al cauce del río Barayo. Este río, que nace en la cara norte del pico El Can, en la sierra de Panondres entre Villayón, Valdés y Navia, es en todo su recorrido límite natural entre los dos últimos concejos. Nosotros lo recorremos por su margen izquierda en la parroquia naviega de Villapedre; al otro lado del río son tierras de la parroquia valdesana de Otur. El camino pasa junto a una instalación ganadera rodeada de prados y luego se interna en un frondoso bosque de castaños, pinos y eucaliptos donde vimos una espectacular bolsa de la abeja velutina.
 
El camino por el bosque de Barayo.
 
            Pasada Vega Barayo, nos acercamos al río para luego iniciar un ascenso hacia el mirador de la misma playa de Barayo. Esta playa está catalogada, con toda la cuenca del río, como Reserva Natural desde 1995. Desde el mirador sobre un profundo acantilado pizarroso, contemplamos la arena oscura y la desembocadura del río después de trazar amplios meandros.
            La playa y el estuario del río Barayo, en el extremo más oriental de la costa naviega. Y a partir de aquí, nuestro camino ya será siempre al borde del acantilado; a nuestra izquierda, pradería y tierras de labor y, más al sur, la sombra de pueblos y caserías que se comunican por la NV-2. Al norte, el continuo cantar de las olas en acantilados y playas: Los Anaos, la Punta el Oligo y la de Salgueiro frente a sus tres islotes; la ensenada de Asteiro, la Punta el Castillo, la de la Farola... Así hasta llegar a Puerto de Vega.

La playa y el río Barayo, desde el mirador.
 
            Es Puerto de Vega la segunda localidad del concejo y en ella reside la cofradía de pescadores. Descendemos hasta el puerto, donde desemboca el río Romallande que nace cerca de Villapedre, y atravesamos el pueblo por sus estrechas callejas. Pasamos ante la casa de Trelles Osorio, donde se retiró Jovellanos y falleció en 1811, y llegamos a La Atalaya; bonita plaza con su mirador, un busto de bronce de Jovellanos y la ermita: buen lugar para la labor de los fotógrafos.

La Atalaya y la ermita de Puerto de Vega.
 
            Tras el breve descanso, descendemos hasta la ensenada de La Losera, cruzamos el arroyo Cabrarigal y desde el camino contemplamos la isla de Soraina. Pronto llegamos a la esperada playa de Frejulfe, una de las más frecuentadas del occidente pues cuenta con buen acceso desde la NV-2, aparcamiento y todo tipo de servicios. Aquí desemboca el río Frejulfe, también llamado río Monte, que nace en la vertiente más noroccidental de la sierra de Penondres. Está catalogada como Monumento Natural, con su campo de dunas, las limpias arenas de color oscuro y la limpieza de sus aguas. Al borde, bajo un pinar, hay un área recreativa, excelente lugar para el descanso, la comida y la conversación.

Vista parcial de la playa de Frejulfe.
 
            Al oeste de la playa de Frejulfe vemos la Punta el Picón como indicador de por donde seguirá nuestro recorrido. De nuevo el desfile de nombres que adornan el mar Cantábrico. Primero, la playa de Cereizo, pequeña ensenada en la desembocadura del arroyo homónimo; luego, después de bordear la Punta de Cereizo, pasamos sobre las playas de Fabal, de Coedo y de Las Rubias, que tal vez debe su nombre a antiguas explotaciones mineras de oro.
            Así llegamos a la playa del Moro, más amplia, y a diferencia de las anteriores con acceso por carretera y aparcamiento. Está situada a la derecha de la bocana de la ría de Navia, y tras unos metros por la carretera, una senda con escalinata nos deja en la playa de Navia. A ésta se le conoce también como la playa de Andés, pues no en vano se ubica dentro del territorio de esta parroquia.

Mirador y escalinata en la playa del Moro.
 
            Navia se encuentra a kilómetro y medio de distancia por la NV-1. Nosotros, por un bonito parque arbolado que va remontando la navegable ría por su margen derecha, al otro lado se encuentra ya el término de Coaña, nos acercamos a la villa que es la cabecera comarcal. Así, en un entorno deportivo, festivo y comercial, terminamos esta caminata costera que nos ha permitido recorrer la rasa marina naviega de punta a punta, de oriente a occidente.

Vista hacia Puerto de Vega y su empinado caserío.


Las fotos son de José María Arnillas. 
 
              (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 25 de noviembre de 2017).

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