Desde Arbas
del Puerto hasta Puente los Fierros por Pajares, La Romía de Arriba y Navedo
El Camino de
San Salvador es un agregado al Camino de Santiago Francés por el que muchos
peregrinos en la Edad Media
se desviaban desde León para visitar la basílica de San Salvador en Oviedo
obedeciendo al mandamiento de una vieja canción: Quien va a Santiago y no a San
Salvador, visita al criado y olvida al Señor. El peregrino entraba en Asturias
por Pajares y, siguiendo el camino real, descendía hasta Puente los Fierros; un
camino difícil, pues atravesar la cordillera Cantábrica en aquellos tiempos
debía de exigir un esfuerzo considerable. No obstante, dureza y belleza se
hermanaban en el espíritu de aquellos peregrinos que como el italiano
Bartolomeo Fontana en 1539 podían exclamar:
O Asturias, bella Asturias,
Tu sei bella, e sei dura.(1)
Si a ello se
añade que a partir de Oviedo debían seguir el Camino Primitivo, también duro y
peligroso, la dificultad de esta empresa se nos antoja mayor; hasta el punto de
que tal vez alguno gritara lo que aquel ilustre viajero polaco en 1642: Ganas
se tienen de escupir atravesando estas montañas, riscos y desiertos.(2)O Asturias, bella Asturias,
Tu sei bella, e sei dura.(1)
La señalización del Camino entre la nieve
Iniciamos
nuestra caminata en Arbas del Puerto en el único espacio libre de nieve, la N-630 que debemos abandonar
para tomar el viejo camino real por el que nos vamos abriendo paso mientras
recordamos lo que Jovellanos escribe en una de sus Cartas a Ponz sobre la
colegiata de Santa María de Arbas: El abad y canónigos, únicos moradores de
aquel yermo, viven(…)sepultados por ocho o nueve meses del año en montañas de
nieve, siéndoles muchas veces necesario abrir minas por bajo de ella desde sus
casas a la iglesia.(3)
La nieve en los primeros pasos de los caminantes
El caso es que
pronto llegamos a la vaguada de Tibigracias, donde franqueamos una portilla que
marca la divisoria entre León y Asturias: es nuestro paso del puerto. Luego,
desde los 1 400 metros
de altitud, se inicia un descenso por La Calera, territorio de pastos todo cubierto de
nieve que sólo deja ver varias fuentes y abrevaderos. El descenso llega hasta
la carretera, que cruzamos para seguir el camino hasta la Majada del Estudiante (1 186 metros), cuyo
topónimo alude a la leyenda oral de un estudiante de la colegiata de Arbas
perdido en estos parajes. Lo que nosotros columbramos desde aquí es la boca
norte del túnel de la Perruca
por el que el ferrocarril atraviesa el puerto y nos trae a la memoria la
canción del emigrante que tanto oímos durante los años sesenta en la voz de
Antoñita Moreno:
En pasando la Perruca,
y el Carrascal de la Legua,
adiós Asturias del alma,
cuándo volveré a tus tierras.
En pasando la Perruca,
y el Carrascal de la Legua,
adiós Asturias del alma,
cuándo volveré a tus tierras.
Desde la
majada descendemos a la cresta del Canto la Capillota (990 metros) por donde
caminamos entre robles y acebos. Desde aquí la vista se pierde en el monte de
Valgrande que tenemos frente a nosotros: inmenso bosque de hayas, robles y
acebos en cuyo fondo corre el río Valgrande que más abajo se llamará río
Pajares.
El caballo sobre el fondo del bosque de Valgrande
Tras un nuevo descenso llegamos a una braña donde la señalización del
Camino nos ofrece dos opciones: hacia San Miguel del Río y, más allá, Llanos de
Somerón o hacia el pueblo de Pajares. La segunda es la que nosotros seguimos
por un camino casi llano entre bosque y pradería con ya escasa presencia de nieve,
hasta llegar a la aldea de Las Campas en cuyas proximidades está el cementerio
y poco más allá el pueblo de Pajares (1 000 metros). Allá llegamos para recorrerlo
por el camino antiguo, por debajo de la carretera actual: allí encontramos la
iglesia parroquial de San Miguel y otros edificios como la Casa de los Pidal o el del
Postalgo.
Panorámica del pueblo de Pajares
En Pajares, el
Camino marcha por la N-630,
pasando por Flordacebos, hasta la ermita de la Virgen de las Nieves, donde
abandona la carretera para volver al viejo camino real. Nuestro itinerario aquí
propone, y así lo hacemos, subir hasta la estación de Pajares que como se sabe
se encuentra a bastante más altura (1 180 metros) que el
pueblo. La pista de acceso está cubierta de nieve y exige un considerable
esfuerzo, pero ello compensa a los entusiastas del ferrocarril. Resulta muy
agradable contemplar la vieja estación y las fotos son inevitables; la emoción
aumenta cuando del túnel vemos salir un tren mercancías cargado de bobinas que,
además, hace una parada técnica para cruzarse con un regional. Sigue nuestro
interesante caminar por la pista paralela a la vía del ferrocarril de la que
sólo nos separa la valla de seguridad o algunos muros cuya protección del
viento aprovechamos para la parada del bocadillo, contemplando justo debajo de
nosotros la ermita de las Nieves y al otro lado del valle el pueblo de San
Miguel del Río. El camino aún debe seguir un trecho paralelo a la vía que
aparece y desaparece entre los túneles, y la emoción es completa cuando vemos
pasar un Alvia al que oímos llegar con su inconfundible sonido.
Tren mercancías en la estación de Pajares
Cuando al fin
abandonamos, o nos abandona, el ferrocarril que se va entre túneles y viaductos
a nuestra derecha hacia Navidiello, Linares y Malvedo, descendemos por zona de
pastos y monte bajo a retomar la señalización del Camino para llegar al pueblo
de La Romía de
Arriba, junto a la fuente, en la plaza de la Vecería, tradicional lugar de reunión del ganado menor (reciella) antes de marchar a los pastos comunales. La Romía es pueblo de la
parroquia de San Pedro de Cabezón, cuya iglesia se encuentra en un altozano al
que llegamos después de atravesar el río Pandoto, uno de los muchos afluentes
del Pajares, donde hay dos viejos molinos en ruinas.
Fuente en La Romía de Arriba
En el
promontorio donde se encuentran la iglesia y el cementerio hay restos de la
antigua rectoral, la escuela e incluso una bolera; allí también florece el
inevitable texu: todo a la sombra del pico Castiechu, cuyo topónimo sugiere la
presencia de un castro. Otro pueblo de esta parroquia es Navedo, y allá nos
vamos por el viejo camino (no por la actual carretera) después de atravesar el
arroyo La Pisona
que baja del monte del mismo nombre.
A la entrada
de Navedo se cruzan varios PRs, entre ellos el PR. AS-97 Subida al Colláu
Torones que coincide con nuestra ruta hasta su final. El ascenso a este collado
(1 048 metros)
donde hay varias camperas es el más fuerte de la jornada, si bien en este caso
la ausencia de nieve lo hace más leve que los anteriores. Desde Torones sólo
resta el descenso por el valle de Orria entre castaños, prados y varias cabañas
en ruinas hasta el final de etapa en Puente los Fierros (500 metros).
La iglesia de San Pedro de Cabezón
Cuando ya
estamos llegando al final, contemplando la explanada donde se asienta la
estación del ferrocarril y nos espera el descanso, vemos salir del túnel que
también se llama Orria un mercancías cargado de troncos de madera que se dirige
a León, aunque para sorpresa de quienes no conozcan el difícil trazado del
ferrocarril en el puerto lleva dirección norte.
Todo un
aliciente más para concluir esta caminata que se puede considerar un homenaje a
los antiguos peregrinos medievales y también a aquellos técnicos y constructores del siglo XIX que fueron capaces de lograr este singular trazado del
ferrocarril de León a Gijón.
La señalización del Camino ofreciendo dos opciones
(1) Juan Ignacio Ruiz de la Peña (Cood.): Las peregrinaciones a Santiago de Compostela y San Salvador de Oviedo en la Edad Media. Oviedo, 1993
(2) Jakob Sobieski, padre del rey Juan III de Polonia. Juan Ignacio Ruiz de la Peña: Las peregrinaciones...
(3) Gaspar Melchor de Jovellanos: Cartas del viaje de Asturias (Cartas a Ponz). Oviedo, 2003
Las fotos son de Juan Lobelle
(El grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 16 de marzo de 2013)
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