Desde Llueves hasta Margolles por el pico
Arbolín, las colladas de Cardes y Llaín y la Peña Tresano
En
el ángulo que dibuja el río Sella sobre el mapa del concejo de Cangas de Onís,
orientando su cauce hacia el noroeste en el límite con Parres, hasta
encontrarse con el Piloña y luego girar al noreste y enfilar su curso bajo
hacia Ribadesella, deja en la margen derecha una amplia zona rural y montañosa
de alturas moderadas, en donde es posible realizar caminatas como la que hoy
nos toca comentar. Recorre esta amplia zona canguesa, ocupada por parroquias
como Labra, Margolles o Triongo, una vasta red de carreteras locales y pistas
forestales o ganaderas que precisan para recorrerlas una persona que las
conozca bien. Nosotros contamos para ello con Olvido de Següenco que nació en
la parroquia de Labra y aprendió a andar en el pueblo que añade a su nombre: es
por tanto, además de caminante ágil y divertida, excelente conocedora de los
lugares que para esta ocasión propuso al grupo La Peñuca.
La caminata se
inicia, en un día con duras previsiones de frío, lluvia y nieve que luego no lo
fueron tanto, en el pueblo de Llueves, en la parroquia de Santa María de Cangas
de Onís a kilómetro y medio de la capital municipal; allí donde una estela
recuerda la muerte del rey Fabila en el año 737 en “un desafortunado lance con
un oso”.
Ermita de Santo Toribio en Llueves y al fondo el pico Arbolín
En cuanto se
sale del pueblo, comienza el ascenso por una pista que recorre el GR-109 Asturias
Interior en su 4ª etapa entre Benia de Onís y Cangas. Nosotros pronto
abandonamos el GR, que se va a nuestra derecha, y seguimos ascendiendo con la
vista puesta en el pico Arbolín, el más alto de una zona de pastos que también
recibe ese nombre. La pista nos lleva hasta la collada donde están las antenas
de telefonía y televisión, para luego seguir ascendiendo en vertical por entre
monte bajo hasta la cumbre; este ascenso desde los 216 metros de Llueves
hasta los 577 del pico es fácil y agradable, con buenas vistas sobre la zona
urbana de Cangas y el curso medio del Sella. Desde la cumbre hacia el norte se
divisa el pueblo de Olicio y la parroquia de Triongo, desde donde los ganaderos
suben con sus reses.
El
fácil descenso del pico Arbolín nos deja en una collada donde tomamos un camino
carretero que recorre un castañedo en la falda del monte Onao; por debajo de
nosotros, en la misma ladera, vemos una pista que pasa junto a la cabaña de la
guardería de montaña y por la que discurre el ya citado GR-109. Ambos caminos coinciden
en la collada de Cardes, encima del pueblo del mismo nombre, en cuyas
inmediaciones se encuentra la cueva prehistórica del Buxu.
Panorámica desde el Arbolín hacia el norte
Desde
la collada de Cardes seguimos el GR hasta la collada Llaín a 340 metros de altitud.
Este es un amplio collado entre las parroquias de Cangas y Labra, que a su vez
separa dos vertientes: hacia el sur, la del río Güeña que desemboca en el Sella
en la misma Cangas y hacia el norte, la del Zardón que lo hace en el bajo
Sella. Es también un gran cruce de caminos: de nuestra derecha viene de Labra
el GR; a la izquierda, otra pista desciende hacia el lugar de El Pasadoiro;
nosotros nos internamos en la parroquia de Labra, pero hacia el pueblo de
Tresano que vemos al frente, en la base misma de la peña que lleva su nombre.
El pueblo de Tresano y su peña
Cuando
atravesamos el pueblo de caserías dispersas y algunos hórreos, iniciamos el
ascenso a la Peña Tresano,
que en su vertiente norte nombran como pico Carroceo y en algunos mapas, como La Peña Llanielles: sus modestos 553 metros de altitud
nos ofrecen sin embargo la mayor dificultad de la jornada, tanto por la
verticalidad desde los 290
metros del pueblo como por lo intrincado del terreno,
entre monte bajo y la presencia de piedra en los últimos metros.
Subiendo a la Peña Tresano
Desde
la cumbre se divisa hacia el sur el pueblo de Labra, con la iglesia parroquial
de San Bartolomé y el palacio de Soto Cortés; hacia el norte y más cerca está
otro de los pueblos de la parroquia: Cebia, al que nos encaminamos atravesando
algunos prados cercados de piedra o de madera y alambrada.
En
Cebia hay una quesería de Gamoneo del Valle y es el lugar elegido para
ocuparnos del bocadillo, lo que por la amabilidad de la propietaria podemos
hacer a cubierto.
Cabras en la quesería de Cebia
Después
el camino prosigue bajo la lluvia por pista de tierra, atravesando distintos
caseríos de la parroquia de Labra: Duruxa, La Cabañina, La Cerezal, Carroceo o La Ería; con la presencia
siempre a nuestra izquierda de Peña Parda que nos vigila desde sus 508 metros y a la
derecha, más lejos y más alta, la sierra de Santianes cubierta de nieve. Hasta
encontrarnos con el río Zardón, que baja sinuoso de las agüerias de Tresllendes
en la parroquia de Zardón que le da también el nombre; lo cruzamos por un
puente de piedra y, caminando por su margen izquierda, pronto entramos en la
parroquia de Margolles que él, como nosotros, recorre de sur a norte hasta
desembocar en el Sella a escasos metros de donde finalizaremos nuestro camino.
El río Zardón
Seguimos
pues por la margen de río y llegamos al lugar conocido como Molín de Mingo,
donde hay un restaurante al parecer bastante concurrido; cruzamos sobre otro
puente y, ahora por la margen derecha, seguimos la misma pista de tierra que
nos lleva a la carretera que sube a San Tirso y a Santianes de Ola. Por esta
carretera que sigue el curso del río pasamos por Les Canaliegues, donde hay un
molino y donde dos hermanos, hombre y mujer, de avanzada edad muestran a los
caminantes su destreza en el trabajo de la madera: un interesante taller de
talla que llama la atención por la calidad y la variedad de sus obras.
Por
la carretera que ya comienza a pesar en los caminantes se llega al pueblo de
Peruyes, el centro parroquial de Margolles. Allí está la iglesia de San Martín,
reconstruida después de haber sido destruida como tantas otras durante la Guerra Civil, en un amplio campo
de hayas y robles centenarios; también algunas casonas de los siglos XVII y
XVIII y el edificio que fue de las Escuelas Nacionales. En la fachada de este
edificio de finales del siglo XIX hay una placa que reconoce al periodista e
historiador Juan Antonio Cabezas, nacido en este lugar y en cuyo cementerio
reposan sus restos, como hijo predilecto del concejo.
La iglesia de San Martín en Peruyes
Desde
Peruyes, sólo un kilómetro nos separa de la N-634 en las Erías de Margolles, donde finaliza
nuestra caminata y donde nos volvemos a encontrar con el río Sella, ahora con
mucho más caudal y cerca ya de su desembocadura: no en vano hemos recorrido más
de 20 kilómetros
desde las proximidades de Cangas por riscos, collados, caseríos y pueblos de las tierras que esconde en su margen derecha.
Cangas de Onís desde la subida al pico Arbolín
Las fotos son de Juan Lobelle
(El grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 23 de febrero de 2013)
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