Desde Proaza hasta Las Agüeras:
Villamejín, Perueño, El Llano, Aciera... y por la sierra de Caranga
Los concejos de Proaza y Quirós,
situados en el sector centro occidental de Asturias, se integran en la comarca -mancomunidad
municipal- de los Valles del Trubia, junto con los de Santo Adriano y Teverga.
Los valles son, con otros cursos fluviales secundarios, las dos cuencas de los
ríos que desde los puertos de Agüera y Ventana recorren respectivamente los
términos de Quirós y Teverga. Ambos se unen en Caranga de Abajo, conformando el
río Trubia que recorre por fértiles vegas Proaza y Santo Adriano para
desembocar al Nalón en la villa que le da el nombre.
Quirós y Proaza pertenecen a un área
muy montañosa. Ambos concejos cuentan con varias zonas de paisaje protegido,
así como con diversas sierras -Sobia, Aramo, Peñarrueda...- de las más
renombradas en la montaña central asturiana. Pero la que hoy nos interesa
nombrar es la sierra de Caranga, pues por ella irá la parte central de esta
caminata propuesta y coordinada para el grupo La Peñuca por José María
Arnillas, quien siempre dispone de argumentos para traernos a esta comarca de
la que él parece conocerlo todo.
Detalle del pueblo quirosano de Aciera,
que encontraremos casi al final del camino.
La villa de Proaza, donde están las
oficinas de la mancomunidad, se sitúa a 185 metros de altitud en una de esas
fértiles vegas del río Trubia. Aquí iniciamos el camino acercándonos a la Senda
del Oso, importante iniciativa turística que sirve de complemento a las
actividades tradicionales de la comarca; pasamos sobre el río Trubia y junto a
la central hidroeléctrica diseñada por Joaquín Vaquero Palacios y finalizada
por su hijo Vaquero Turcios. Ya estamos en la parroquia de San Martín, la más
oriental de concejo de Proaza, y vamos por la carretera que une sus pueblos con
la villa municipal; el primero es Villamejín, que sólo dista dos kilómetros y
al que ya columbramos en la ladera. En sus proximidades, rodeado de prados y
bosque, vemos un palacio con torre cuadrangular; es lo que se conoce como la
Casona del Alemán.
Panorámica hacia Villamejín con la niebla en el monte.
Pronto alcanzamos el pueblo a 380
metros de altitud, con su caserío rodeado de praderas, pomaradas y tierras de
labor. Lo cruzamos y dejamos a la izquierda la carretera que va hacia San
Martín y Serandi, los otros dos núcleos habitados de esta parroquia. El camino
ahora es una pista de cemento con tramos de mucha pendiente; pasamos junto a la
fuente del Cabril, sobre la antigua venta de Cerezales y llegamos a
Llindelafaya.
A 570 metros de altitud encontramos
esta braña ganadera con varias cabañas en buen estado y una ermita abandonada. Sobre este lugar hablan algunas crónicas de cierto
asentamiento medieval, una malatería o, incluso, epidemias de tifus que
llevaron a abandonarlo y fundar más abajo el pueblo de Villamejín, por donde
pasamos antes.
El camino sigue por la braña de La
Fabariega, La Collá y hasta alcanzar la collada de Aciera. Estamos a 681 metros
de altitud entre la sierra de Caranga y la de Tene, límite y paso tradicional
entre Proaza y Quirós. Es también el hito central de nuestro recorrido, ya que
desde aquí se accede a la sierra de Caranga, que nos desafía aunque cubierta de
niebla.
En el centro del paisaje destaca la Casona del Alemán.
La sierra de Caranga se extiende de
norte a sur a lo largo de cuatro kilómetros, haciendo límite, en su mitad sur,
entre ambos concejos: una sucesión de cumbres, entre las cuales destacan las
dos que tenemos señaladas en nuestra caminata. La primera, nuestra más alta
cumbre de la jornada, será el Cueto Mar. Caminando por la pradera que se
levanta sobre la collada, primero hacia el oeste y luego hacia el norte, vamos
superando algunas colladinas entre las que se interponen tramos de monte bajo y
algunos pedreros, hasta que alcanzamos la cumbre. No hubo mayor dificultad que superar el fuerte desnivel,
pues el Cueto Mar tiene 1 194 metros de altitud, vértice geodésico rodeado
de piedra, y es la mayor altura de la sierra. Se levanta justo encima de
Caranga de Abajo, donde se unen los ríos Teverga y Quirós para formar el
Trubia.
Así se inicia el ascenso hacia el Cueto Mar.
Para alcanzar la segunda cumbre de
la jornada, aunque hay alguna otra posibilidad, el buen criterio del
coordinador nos lleva a la que, siendo más larga, se nos presenta como más
segura en este día cubierto de niebla y humedad. Para ello debemos desandar el
camino, ahora en continuo descenso, hasta las proximidades de la collada de
Aciera, para luego recorrer la sierra por su ladera oriental, la menos abrupta
y pedregosa.
Pasamos sobre algunas majadas y
junto al manantial donde nace el arroyo que más abajo recorrerá el valle de Los
Llagares; atravesamos algunos pedreros y, ganando altura en la ladera, llegamos
a la collada de La Forcá (1 025 metros). Sobre esta collada se levanta, lo
tenemos a la vista, el pico La Forcá con sus 1 108 metros de altitud que
alcanzamos sin ninguna dificultad.
Así finaliza el ascenso a la cumbre del pico La Forcá.
Es la cumbre más septentrional de la
sierra, y una lástima que la niebla nos impida ver su impresionante desplome
hacia el río Trubia y el desfiladero de Peñas Juntas. Sin embargo, unos metros más
abajo, protegida la espalda del viento norte, nos depara un buen lugar para el
momento de la comida, el descanso y corta conversación. Luego, de nuevo hacia
la collada de Aciera, en algún momento del camino, por primera vez en la
jornada, la niebla se mueve y nos permite divisar buena parte de las tierras de
esta parroquia de San Martín que pronto dejaremos atrás para entrar en Quirós.
Escaso paisaje que permite la niebla en el monte de Proaza.
Ya a la vista de la torre de alta
tensión que se levanta junto a la collada de Aciera, atajamos por las praderías
para internarnos de forma definitiva en Quirós, alcanzando el antiguo camino
real que, en muy buen estado, desciende casi paralelo a la moderna pista de
acceso rodado a los pastos. Pasamos junto a la fuente de los Sapos y llegamos a
la Rozá de Aciera, un lugar con muchas y bien cuidadas cabañas donde un grupo
de personas disfrutan de su merienda campestre.
El camino por tierras de Quirós después de la callada de Aciera.
El descenso sigue por las brañas de
La Foxaca y Pandiello hasta el pueblo de Perueño a 520 metros de altitud. Allí
nos sorprenden las ruinas de la ermita de Santa Eulalia (Santolaya); solo las
paredes y el arco de entrada, junto a un hermoso tejo: todo ello declarado en
2015 bien de interés Cultural. Una buena pista de hormigón une este pueblo con
el de El Llano. Sobre ambos se levanta la estribación más meridional de la
sierra de Caranga, donde la Federación Asturiana de Montaña tiene su escuela de
escalada, que cuenta, también en El Llano, con un refugio para los aficionados.
Florido detalle en la aldea de Perueño.
Por la pista descendemos hasta
Aciera, un pueblo a 415 metros de latitud con excelentes casas de piedra y
madera, varios hórreos y la correspondiente ermita. Es, además, un inmejorable
balcón sobre el embalse de Valdemurio y, en su margen izquierda, el pueblo de
Villaorille. Desde la AS-229 que bordea el embalse, sube a Aciera la QU-7 que
sigue hasta Tene, otro de los pueblos de esta parroquia quirosana de Las
Agüeras. Por la misma carretera,
desde Aciera sólo un kilómetro nos separa de La Agüeras, a 340 metros de
altitud, en la orilla derecha del embalse construido en 1967 para mover las
turbinas de la central de Proaza. También se aprovecha el embalse para diversas
iniciativas turísticas, con un área recreativa y deportes acuáticos y de pesca.
En un altozano sobre el valle, los restos de la ermita de Perueño.
Un buen lugar para finalizar nuestro
recorrido por este camino, habitual paso entre Proaza y Quirós, por las
parroquias de San Martín y Las Agüeras atravesando la collada de Aciera, hasta
que el trazado de la carretera abrió el desfiladero de Peñas Juntas. Lo
anduvimos, pero además quisimos alcanzar en la sierra de Caranga esas dos
cumbres señeras en busca de su amplia panorámica sobre ambos concejos. Y es
verdad que nada pudimos ver, sino apenas imaginárnoslo bajo un continuo mar de
niebla; pero poco importa, si quienes disfrutamos caminando por el monte
sabemos buscar el aliciente por encima de la niebla.
El río Trubia a su paso por Proaza, donde iniciamos el camino.
Las fotos son de Juan Lobelle.
(El
grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 15 de abril de
2017).
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