Última etapa: hasta Oviedo desde Ablaña
por Baíña, Valmurián, Olloniego y La Manjoya
Toca hoy comentar la última etapa
del Camino de Santiago por San Salvador; el que recorrían los peregrinos
medievales que en León abandonaban el Camino de Santiago Francés para visitar
la basílica de San Salvador en Oviedo. Un itinerario que les obligaba a
recorrer las ásperas tierras del norte de León, atravesar la cordillera
Cantábrica por el entonces llamado puerto de Arbás y descender luego hasta el
fondo del valle. Un terreno, el de los valles del Lena y el Caudal, entonces
sin duda con un aspecto orográfico muy distinto al que encontramos los
caminantes de hoy; con la continua presencia de la autovía, el ferrocarril y
zona industrial.
Ruinas medievales al paso del camino.
Así, el actual trazado del camino,
al llegar a Mieres recorre la villa urbana hasta La Peña, donde hay un albergue
de peregrinos; aunque nosotros en aquella penúltima etapa seguimos por la Senda
del río Caudal hasta terminar en Ablaña. Si bien, a partir de Mieres la
señalización actual discurre por la N-630, nosotros iniciamos, una buena mañana
del mes de enero, esta etapa final donde terminamos la anterior: en Ablaña de
Arriba, parroquia de Loredo. Y la propuesta de José Montero, patrón del Camino
para el grupo La Peñuca, nos lleva con muy buen criterio a recorrer la primera
parte siguiendo el trazado de la Ruta de la Plata; y es que ya lo dejó dicho el
poeta: "A Roma por todas partes se va... lo que importa es caminar".
Oviedo, San Salvador, se asoma al final del camino.
Después de Ablaña, por carretera
local al lado del ferrocarril y a la vista de la N-630, llegamos a La Pereda, que
fue importante lugar de embarque en Renfe y Feve del carbón de Riosa y Morcín.
Y si de zona industrial hablamos, ya hemos dejado atrás la central térmica y
cerca de aquí, la Thyssen fabrica sus escaleras mecánicas. Cruzamos por puente de
hierro a la margen derecha del río Caudal y llegamos a Baíña. Dejamos a nuestra
izquierda el río, que va a desembocar al Nalón en Soto Ribera, y miramos hacia
la sierra de Llagos que se levanta sobre el caserío de Baíña.
El camino al inicio, entre el río Caudal y el ferrocarril.
Por la ladera sur de esta sierra
ascendemos en buen camino de tierra hasta Valmurián, aldea de la misma
parroquia de Baíña situada en un altozano y a la que llega una pista bien
hormigonada. Por esa pista seguimos el ascenso, siempre con buenas vistas a
todo el valle del Caudal. Pasando por las caserías de La Teyera, La Gatera y
Navalín, a 415 metros de altitud, podemos observar el enorme tajo que dejaron
en la sierra las excavaciones de la cantera El Peñón.
Detalle de Valmurián, en la sierra de Llagos.
Estamos en la parte más alta de la
sierra, que se levanta entre los municipios de Mieres, Ribera de Arriba y
Oviedo; la carretera comienza un leve descenso hacia el este y, dejando a la
izquierda la que comunica con Sardín y Soto de Rey en el término de Ribera de
Arriba, nos lleva hasta el alto El Padrún, uno de los hitos de esta etapa. El
Padrún es una collada a 320 metros de altitud entre las sierras de Fayéu y
Llagos, separando los valles del Caudal y el Nalón. Hasta el año 1836 fue el
límite norte del antiguo Conceyón de Lena, que hasta aquí extendía su
territorio desde el mismo puerto de Pajares. Hoy es el límite entre Mieres y
Oviedo y lo atraviesa la AS-242, que durante mucho tiempo fue la más importante
carretera nacional entre el centro de Asturias y León.
Llegando a la casería en el alto El Padrún.
A esta carretera se refiere
Jovellanos en su "Carta del viaje de León a Oviedo" dirigida a
Antonio Ponz. Cuando Jovellanos hizo este viaje a finales del siglo XVIII, la
carretera estaba en plena construcción y sólo llegaba desde Oviedo a
Santullano. Destaca en su carta "la aspereza y altura del terreno en la
célebre cuesta del Padrún, que me pareció tomada con gran conocimiento, aunque
será todavía algo agria para subir y bajar en diligencia" (1).
Después de la obligada pausa en tan
emblemático lugar, aprovechando el agradable sol de esta mañana de enero y
contemplando la sorprendente escombrera de Pumardongo que se levanta casi a
nuestros pies, retomamos el camino hacia el norte: a partir del Padrún la
señalización de la Ruta de la Plata y el Camino de San Salvador coinciden.
Pasamos por Casares, la primera casería de la parroquia de Olloniego y seguimos
el descenso por camino empedrado, sin duda vestigios de la antigua calzada
medieval, enlazando con la AS-242 en alguna de sus curvas. Cruzamos el arroyo
San Frechoso, que desde la sierra de Fayéu baja por su valle hasta desembocar
al Nalón en Olloniego; pasamos por El Alcantarillón, casería al lado mismo de
la carretera, y ya en el fondo del valle, por amplia pasarela de hierro
cruzamos sobre la A-66.
Vista desde El Padrún; en el centro, la escombrera de Pumardongo.
En todo este descenso tenemos a la
vista el disperso y soleado caserío de La Mortera en la ladera sur de la sierra
de Tudela, en la que destaca el pico Castiello. Sobre él se levantan bien visibles
los restos del castillo que durante el siglo XII fue testigo de algunos
acontecimientos novelados en un libro de reciente aparición.
La sierra de Tudela con La Mortera y, a la izquierda, el pico Castiello.
Olloniego se extiende en la margen
derecha del río Nalón a lo largo de la AS-242. Nosotros recorremos el pueblo
para contemplar a la salida el puente medieval que en 1676 una riada del Nalón,
al cambiar su cauce, dejó en seco. Muy cerca están la torre y el palacio de los
Muñiz, del siglo XIII. Parece ser que la torre fue levantada para vigilar el paso
sobre el Nalón, obligado al pago de un portazgo concedido por Alfonso VII al monasterio
de San Pelayo.
La aldea de El Portazgo está algo
más allá, después de cruzar el río por el nuevo puente, levantado en 1780. En
esta aldea, en pleno meandro del Nalón, hay un edificio datado de 1833, que sin
duda fue fielato ocupado en el control y pago al paso de personas y mercancías.
El puente medieval abandonado por el río Nalón.
El camino, de nuevo por caleya bien
empedrada entre bosque de castaños y pradería, tiene ahora considerable ascenso
hasta el lugar donde hubo un polvorín y hoy ocupan las instalaciones de uno de
los centros del Proyecto Reto. Es un altozano que mira al sur, entre el pico
Llanza, también conocido como Peña Arnea, y el alto de la Manzaneda: un buen
lugar, sin duda, para el esperado descanso, la comida y la conversación.
Después de Olloniego, el camino se empina hacia el pico Llanza.
Tras el descanso, bordeando el pico
pronto llegamos a Picullanza, casería de la parroquia de Pereda, en el pequeño
municipio de Ribera de Arriba; y algo más allá, a 340 metros de altitud, la
Venta del Aire, en la misma parroquia pero ya en la linde con el término
municipal de Oviedo. Por Pereda, parroquia meridional de Oviedo, continuamos
nuestro descenso. Pasamos por San Miguel, nos encontramos con el arroyo de
Ceprosa, que nace en las estribaciones del pico Llanza, y seguimos su margen
izquierda hasta su unión con el arroyo Morente, que viene de San Esteban
de las Cruces.
Al dejar atrás los dos arroyos, pasamos
por Casielles y, poco más abajo entramos en La Manjoya; varias entidades de
población: Los Prietos, El Medio, El Caserón..., y por la Bolgachina y el
Parque de Invierno entramos en zona urbana. En este recorrido por La Manjoya es
de destacar el encuentro con la ermita de la Merced, ruinas en las que destaca
un curioso arco de medio punto.
El camino al paso por la aldea de San Miguel.
Hay quien relaciona el topónimo
Majoya con la expresión "Mon joie", grito que los
peregrinos lanzaban al verse próximos a la ciudad; algo semejante al monte del
Gozo en Santiago de Compostela. Y es que desde La Manjoya ya columbramos la
única torre de la catedral de San Salvador, el final del camino; este Camino de
Santiago por San Salvador que La Peñuca fue haciendo desde León en siete
etapas. Y aquellos peregrinos medievales aún debían tener fuerzas para continuar
hasta su destino final en Compostela por el llamado Camino Primitivo, el que
recorrió el rey Alfonso II cuando se tuvo noticia del hallazgo del cuerpo del
santo. En todo caso, una sorprendente aventura la de aquellos auténticos y
esforzados peregrinos, y un hermoso legado para disfrutar nosotros en caminatas
como la de este estupendo día de finales del mes de enero. -Vale.
Espléndida panorámica desde el alto El Padrún;
de izquierda a derecha: el Gamoniteiru, el Aramo y la Gamonal.
(1) Gaspar Melchor de Jovellanos: Cartas del viaje de
Asturias (Cartas a Ponz). Oviedo, 2003
Las fotos son de Juan Lobelle.
(El
grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 28 de enero de
2017).
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