Desde San Pedro de Paredes al Candanín y
Merás, para volver por La Llamiella y La Vega a San Pedro de Paredes
De las 15 parroquias que forman el
municipio de Valdés, la de Paredes es la situada más al Sur, en el límite con
Tineo. Es una parroquia extensa, recorrida por el río Esva en un valle abierto conocido
como valle de Paredes; valle y parroquia recibieron en 2001 el Premio Príncipe
de Asturias al Pueblo Ejemplar. Los habitantes de estas tierras tuvieron
acreditada fama como arrieros desde la costa hasta León a través de Tineo,
Cangas del Narcea y el puerto de Leitariegos; hoy su economía se basa en la
ganadería, aunque también destacan en la artesanía de la madera y la cestería:
una muestra de su arte se puede ver en el bar de Paredes donde recalamos al final
de esta caminata,
En 1974 se elaboró una relación de
brañas vaqueiras del concejo de Vadés: fueron catalogadas 58 brañas de las que
9 están en la parroquia de Paredes, incluyendo la renombrada de Aristébano. En
la caminata de hoy, una propuestas para el grupo La Peñuca de Jesús Manuel
(Mamel), nos acercaremos a algunas de las aldeas que fueron brañas y
recorreremos los valles de dos ríos que en esta parroquia alimentan al Esva, por
buenos caminos entre rodales de carbayeras y castaños, bosques de abedules y
plantaciones de pinos y eucaliptos.
San Pedro de Paredes en el centro de su valle
Iniciamos el camino a 155 metros de
altitud a la entrada de San Pedro de Paredes, y lo hacemos por la AS-351durante
algo más de un kilómetro, para desviarnos luego hacia la izquierda remontando
el curso del río la Vieya y luego el de su afluente el reguero Candanín,
siempre por buena pista que va ganando altura de forma moderada en busca de la
sierra de Rañadoiro. Pronto, ya en la ladera de la sierra, divisamos el caserío de
Candanín que se incluye en el citado catálogo de brañas; nos acercamos a la
aldea (439 metros), y por la pista asfaltada que le sirve de acceso seguimos
subiendo a la vera de los picos Rañadoiro y Cubia hasta un collado (480 metros)
en el alto de la sierra. Allí está la ermita de San Juan; pertenece a la parroquia
de Barcia y a las aldeas de Gallinero y Folguerón, también catalogadas como
brañas.
Praderas y caserío en la braña de Candanín
Después de la primera parada en el
campo de la ermita, que fue reformada con gusto en junio de 2012, seguimos el
camino por la ladera que cae a Barcia, contemplando al fondo todos los valles
de esta parroquia que vierten sus aguas al río Negro. La vista alcanza
también entre la bruma hasta Almuña en la rasa marina con la línea del mar en
lontananza: la sierra de Rañadoiro sirve de límite natural entre las cuencas de
los ríos Negro y Esva, y al borde del camino encontramos algunos mojones que
marcan la separación forestal y de pastos entre ambas parroquias.
La ermita de San Juan y el pico Boubiatín
Nuestro camino da la espalda a este
bello panorama, y bordeando el pico Cándano u Horreo que con su vértice
geodésico es la mayor altura de la zona, nos adentramos de nuevo en la parroquia
de Paredes. Pasamos por encima de amplias praderías donde están las caserías de
Carcabanín, Gaos y Enverniego; esta última considerada como "la braña más
próspera y con más iniciativa de Asturias". Y así debe de ser, pues a
nuestro paso divisamos entre su disperso caserío dos buenas naves ganaderas y
escuchamos el ruido y ajetreo de sus gentes en el trabajo; en sus praderías
abunda además el ganado.
Disperso caserío en la braña de Enverniego
La pista discurre ahora entre
plantaciones de pinos y eucaliptos y una zona afectada por el corte de la
madera; al fondo, a nuestra derecha, corre el río de la Solana que también baja
de la ladera de la sierra de Rañadoiro. Así llegamos a Merás a 200 metros de
altitud, en donde entramos por el barrio de la Requeixada para descender hasta
la AS-351 que atraviesa el pueblo y lo comunica con Almunia y Luarca, la villa
municipal y cabecera del Partido Judicial. En este lugar, cuna del apellido
Merás, nos vemos obligados a buscar un sitio que nos proteja de la lluvia, que
aunque no muy abundante ni molesta nos acompaña desde casi el inicio del camino,
para el descanso, la comida y la conversación: lo encontramos, gracias al
amable consejo de una vecina, en el atrio limpio y bien cuidado de la iglesia
de Santa María, en la parte alta del pueblo.
El pueblo de Merás, nudo de comunicaciones en el valle
Después, continuamos el camino
descendiendo a la era por donde corre limpio y bien canalizado el río de la Solana que en su
día movió buen número de molinos; hasta ocho, dicen, abasteció este río, todos
del pueblo de Merás de los que hoy sólo se conservan sus ruinas. A partir de aquí,
ya con el nombre de río Merás se va en busca del Esva donde desemboca en la linde
con la parroquia de Muñás. Nosotros lo atravesamos sobre un puente de piedra y
vamos ascendiendo por una caleya entre bosque de castaños y abedules para
encontrarnos de nuevo con la AS-351 en la aldea de La Llamiella (233 metros).
Seguimos un trecho por la carretera hasta que pasada otra aldea, La Puchica, la
abandonamos, y por La Candana llegamos a La Vega (280 metros); desde aquí ya se
ve cerca el lugar donde iniciamos la caminata y donde está también su final.
Cartel de bienvenida al valle, junto a la AS-351
Pero en La Vega, demorando ese
final, la señalización nos exige tomar el camino que nos llevará a contemplar el
dolmen de Restriello. Está bien señalizado, se atraviesa el pueblo y se
asciende por una buena pista maderera, hasta llegar a la última señal, que nos
invita a abandonar la pista y a adentranos en el bosque para descender por una
empinada pendiente entre piedra, monte bajo y matorrales que ocultan y
dificultan el camino.
Por el bosque en el camino hacia el dolmen
Es la guinda de la jornada que añade
un plus de dificultad a esta caminata, por lo demás fácil y cómoda; el descenso
se hace complicado, pero al final llegamos junto al dolmen y podemos palpar sus
piedras sagradas. Al fondo, corre el río Esva encajonado ya en la sierra La
Llamiella, y en las proximidades del dolmen, rodeado de matorrales, hay un
cortín donde se protegían las colmenas del apetito goloso de los osos; el
cortín está abandonado, pero por allí vemos al aire libre algunas colmenas, lo
que hace pensar que o bien los osos ya no están o han perdido su apetito.
El dolmen de Restriello exigió un buen esfuerzo al fotógrafo
Recorremos el camino de ascenso con
más facilidad que en el descenso y llegamos de nuevo a La Vega; un poco más
allá, en Toural, contemplamos la capilla de las Mercedes junto a dos palacetes
de principios del siglo pasado. Por un puente de piedra cruzamos el río la
Vieya que viene de la sierra de Estoupo en el límite con Tineo a desembocar
aquí en el Esva cuando éste marca su hermoso meandro antes de encaminarse hacia
el Norte. Ahora sí, ya restan pocos pasos para llegar a San Pedro de Paredes,
principio y final de esta interesante caminata por valle y parroquia de la
comarca vaqueira y dentro del Paisaje Protegido de la Cuenca del Esva.
(El
grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 13 de diciembre de 2014)
Las fotos son de Juan Lobelle
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