El G. R. 109 Etapa 3: desde Carreña hasta Benia por
Asiego, la Cruz de Raos, La Salce, el Coto de Alda y Avín
El G. R. 109 Asturias interior
recorre la región de punta a punta desde Panes hasta Santa Eulalia de Oscos:
algo más de 500 kilómetros en 27 etapas, entre 15 y 25 kilómetros cada una. Son
etapas bien señalizadas, por caminos que unen distintos núcleos rurales y cruzan
antiguos puentes, buscando siempre la distancia intermedia entre las grandes
cumbres de la Cordillera y el llano de la marina. Con el grupo La Peñuca hemos
realizado ya algunas de estas etapas; así, la 1, entre las dos Peñamelleras, y
la 2, entre Peñamellera Alta y Cabrales, pero también otras más adelante como
la 6 por Piloña, entre Villamayor y Espinaredo o la 10, entre Laviana y Aller.
Hoy, a propuesta de José María
Arnillas, nos aprestamos a recorrer la etapa 3 entre Cabrales y Onís; primero
por las tierras que vierten al río Casaño en su margen izquierda, para luego
descender en Onís hacia el fondo del valle del Güeña. Siempre acompañados de
una pertinaz llovizna y la molesta niebla que en escasas ocasiones nos dejó ver
la estimable panorámica que este recorrido promete.
El río Güeña nos espera al final de la caminata
Salimos de Carreña, a 200 metros de
altitud, atravesamos el pueblo hacia el barrio alto y comenzamos el ascenso por
una pista que remonta el arroyo de La Ría por su margen derecha. Pasamos junto
a la fuente las Llamas, donde hay un área recreativa en evidente estado de
abandono, varias cabañas y una nave ganadera, y pronto llegamos al cruce entre
las etapas dos y tres del G R; la primera viene de nuestra derecha para
finalizar en Carreña descendiendo el mismo trecho por donde nosotros iniciamos
el ascenso.
El área recreativa de Fuente las Llamas
Estamos en los invernales bien
cuidados de Llanu Molín, e iniciamos un descenso hacia el puente que cruza
sobre el arroyo de la Alisa, uno de los que alimentan al de La Ría en su camino
hacia el Casaño. Cruzamos los invernales de Forcao, con cabañas y cuadras en buen
estado, y retomamos el ascenso por buen camino bajo un frondoso bosque de
castaños y robles; el ascenso moderado con algunos tramos llanos nos lleva a
las praderías donde se encuentra, a 476 metros de altitud, el atractivo mirador
que reclama un primer alto en el camino.
El miradar hacia Picos en las proximidades de Asiego
El mirador Pedro Udaondo nos permite
asomarnos a Asiego, pueblo al que pertenecen los pastos de estas praderías. Hay
paneles informativos sobre la gran panorámica del Macizo Central de Picos
que nosotros podríamos ver si la niebla no lo impidiera. También nos informan
de algunas curiosidades, como que quien da nombre al mirador fue un montañero
vasco nacido en 1934, que Asiego es el quinto pueblo en habitantes del
municipio de Cabrales, que se encuentra a 375 metros de altitud y en línea
recta, a la misma distancia del Urriellu que del mar Cantábrico. El descenso hacia Asiego lo hacemos
por la carretera que sube al mirador, y sin entrar en el pueblo lo bordeamos
por su parte más alta, dejándolo a nuestra izquierda para descender hacia el
río Ricao, que encontramos junto al molino que lleva su nombre.
Caserío y praderías de Asiego, desde el mirador
El río Ricao desemboca en el Casaño
después de pasar bajo el puente El Golondrón en la AS-114, y aquí hace límite
entre las parroquias cabraliegas de Carreña y Puertas; así que, tras cruzarlo
por un puente de piedra, iniciamos el ascenso por la buena pista de hormigón
que une Puertas con este molino sin uso, pero arreglado y bien cuidado para el
disfrute de los caminantes. En este ascenso podemos contemplar a nuestra
izquierda el pueblo de Puertas y más arriba Pandiello, otra aldea de esta
parroquia; más a lo lejos, al otro lado del estrecho paso de Las Estazadas que
labra el río Casaño, acertamos a columbrar parte del caserío de Berodia,
también cabecera de otra parroquia cabraliega.
Puente sobre el río Ricao junto al molino
El camino junto a cabañas, cuadras y
alguna casa de excelente factura, nos sube hasta Llaneces, lugar de prados y
bosque donde, como su nombre indica, se inicia el llano que nos acerca a la Cruz
de Raos (491 metros). Es éste un lugar de buenos pastos, donde también un panel
nos informa de que fue cruce de caminos y punto de reunión entre ganaderos de
Cabrales, Onís y Llanes; una cruz de piedra que señalizaba el lugar fue
trasladada a las proximidades de Pandiello.
Desde Raos por camino llano o en
ligero descenso en buena pista de tierra, llegamos hasta la AS-114; estamos ya
en la parroquia de Prado, la más occidental de Cabrales y a muy poca distancia
del alto de Ortiguero (427 metros). Caminando unos metros por el arcén de la carretera
llegamos al alto, y allí un oportuno tendejón nos ofrece cobijo para el descanso,
la comida y la conversación.
En las proximidades del alto y del pueblo de Ortiguero
Luego, recorremos por carretera la
corta distancia hasta el lugar de La Salce, atravesamos su cuidado caserío, y
seguimos ascendiendo hacia el Coto de Alda, amplia zona con abundantes dolinas,
invernales y buenos pastos en el límite entre Cabrales y Onís. El nombre de
coto viene de la práctica de acotar parte de la pradera por medio de cercados
con el fin de reservar la hierba para la siega, diferenciando estos terrenos de
los abiertos al pasto libre.
Aquí, a 529 metros de altitud
estuvieron las minas de Alda de las que se conservan el castillete, parte de
los muros de la tolva y la caseta del polvorín. Perteneciente a una familia
inglesa, fue una mina de cobre conocida como mina Delfina, nombre que tomó de
Jessie-Delphine, la hija de su primer propietario. Desde 1956, la explotó una
sociedad de Gijón hasta 1958 cuando cesó la actividad y fueron abandonadas las
instalaciones.
Por el Coto de Alda: castillete de las minas de cobre
A partir de aquí, un ganadero de la zona
nos aconseja que sigamos el camino que bordea por el norte el collado de Alda, dejándolo
a nuestra izquierda, por ser más fácil que el marcado por la otra ladera. Nosotros,
sin embargo, preferimos seguir el camino señalizado en el G R, donde la senda
se pierde en ocasiones en la maleza del bosque, otras nos obliga a saltar entre
la piedra o pelear con el suelo totalmente embarrado, lo que convierte este
tramo en el más difícil y complicado de la etapa: tal parece como si el señalizador
quisiera poner a prueba la paciencia de los caminantes.
Bonitas praderías en el Coto de Alda
Cuando al fin llegamos a las cabañas
de Julacienda (565 metros), ya en el municipio de Onís parroquia de Robellada,
podemos mirar hacia atrás, ver las instalaciones mineras y comprobar que el camino
recomendado habría sido más corto, amplio, llano y seco. También desde aquí, en
la ladera del alto la Molina vemos la cueva de Alda, cercada por motivos de
seguridad, hasta cuyas inmediaciones asciende la pista que atraviesa las
praderas. Por esta pista de uso ganadero llegamos al collado el Pandal (573
metros), invernales con cabañas y cercado para recoger el ganado.
Desde aquí la vista domina todo el valle
de Onís por donde corre el río Güeña que baja de las tierras altas de Robellada
para desembocar al Sella en Cangas: Benía y más cerca Avín, hasta donde
desciende la pista, casi una carretera con firme de hormigón.
En los invernales del collado el Pandal
Por esta pista o carretera con curvas
y pendientes de vértigo, descendemos raudos hasta la orilla del Güeña donde hay
un camping, y cruzando el puente entramos en Avín (260 metros), pueblo tendido
a ambos lados de la AS-114. Atravesamos este pueblo que bien se podría nombrar
como el de los museos, de la Minería Prehistórica, de la Prehistoria, de la
Fauna Glacial..., y por la acera de la carretera recorremos el escaso kilómetro
que nos separa de Benia, la villa municipal de Onís, para finalizar esta
caminata que nos ha mostrado lugares no muy frecuentados pero llenos de interés
por tres parroquias de Cabrales y dos de Onís.
Onís en el valle del río Güeña, desde el collado el Pandal
(El
grupo de montaña La Peñuca
de Gijón realizó esta ruta el sábado, 29 de noviembre de 2014)
Las fotos son de Juan Lobelle
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