Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

viernes, 14 de noviembre de 2014

POR TIERRAS DE CASOMERA



Desde La Paraya por el camino del puerto de Piedrafita hasta el collado y la majada de Bustempruno, para finalizar en Casomera

            Casomera es de las 18 parroquias del municipio de Aller la más meridional, y sus tierras se elevan en la cordillera hasta los límites con León en el término municipal de Cármenes. La collada de Bustempruno y el puerto de Piedrafita están en el límite mismo entre las dos regiones; y hasta el puerto llega un camino tradicional de paso que tiene origen romano y que asciende por el llamado valle de Llananzanes: nosotros lo recorrimos en la primera parte de esta caminata propuesta por José Manuel Álvarez para el grupo La Peñuca.
            Iniciamos el camino en La Paraya, en la AE-6 a 650 metros de altitud, unos metros antes de donde se encuentra la pequeña central hidroeléctrica inaugurada en 1922. Atravesamos el pueblo y ascendemos por una estrecha carretera rodeada de castaños hasta la aldea de Llananzanes a 790 metros de altitud en la ladera de la sierra que le da nombre.

El bosque, casi constante en toda la caminata
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A partir de aquí el camino es a veces de tierra y barro, a veces empedrado, pero siempre a la sombra del frondoso hayedo y en continuo ascenso. A nuestra derecha, al fondo del valle discurre el río Llananzanes y a la izquierda vemos el canal del agua que mueve las turbinas de la citada central eléctrica. Así hasta que, después de caminar unos metros por el muro del mismo canal, en el Cantu Posaorio debemos cruzar el arroyo la Carbazosa por un endeble puente artesanal que pone a prueba el equilibrio de los caminantes; es el lugar donde el canal recoge las aguas de la sierra.
            El ascenso se acentúa hasta llegar a la vega Campanal, formada por Campanal de Abajo, prados cercados y algunas cabañas, y Campanal de Arriba (1 318 metros), donde se impone una primera parada. En esta majada de Campanal de Arriba hay una fuente con abrevadero y varias cabañas, una de ellas emparedada entre dos grandes monolitos de piedra, y se disfruta de buena vista hacia la mole de Peña Rueda del Pino.

Desde Campanal de Arriba, las cumbres nevadas
 
            Seguimos el ascenso por buen camino y empinados repechos; pasamos por el collado Rocín, con ruinas de corros de piedra y la pradera cubierta con una ligera capa de nieve, y dejamos a la izquierda el camino que por el bosque va hasta la braña de Llananzanes; cruzamos el arroyo de San Pedro que baja a desembocar en el Llananzanes y llegamos a la majada de San Pedro (1 530 metros). Esta majada es un hito importante, porque aquí estuvieron la ermita y la venta que servía de descanso a los arrieros que recorrían este camino: de ambas construcciones quedan visibles restos en la pradera.

Curiosa cabaña empotrada, en Campanal de Arriba

            Por la Cuesta de la Loma los Caseros culminamos nuestro ascenso a 1 640 metros de altitud: estamos bajo el puerto de Piedrafita y del Cueto Vea, ambos cubiertos de niebla. Abandonamos el camino y seguimos por una estrecha senda que, entre incómodo monte bajo de abundantes escobas, recorre la ladera del Cueto Vea hasta salir a la collada de Bustemprubo (1 648 metros).
            Esta collada, que en algunos documentos aparece también como Bustembruno, está en el límite entre ambas comunidades. El viento azota con fuerza, pero es necesario cruzar la valla de separación de pastos para asomarnos a la ladera sur donde nace el río Torío, importante afluente del Bernesga y muy apreciado por los pescadores, que desciende por el valle de Aguazones, atraviesa el término de Cármenes y después el de Vegacervera recorriendo sus renombradas Hoces.

El camino, a veces empedrado

            A partir de aquí todo será descenso; primero por senda entre monte bajo hasta la majada de Bustempruno (1 400 metros), dejando a nuestra izquierda la Senda de los Segadores que va hacia la loma de Valverde. La majada de Bustempruno tuvo antaño mucha vida ganadera. La atraviesa el arroyo del mismo nombre, que nace en la ladera norte de la collada, y en él se instalaban las ocheras, pequeños estanques para conservar la leche tan fresca como en una nevera. Hoy la majada está abandonada como casi todas las de los puertos altos, pero conserva en pie algunas cabañas: dos de ellas nos sirven de refugio para el momento del bocadillo, el descanso y la conversación, mientras fuera arrecia la lluvia como no hizo en ningún momento de la caminata.

La majada de Bustempruno
 
            Tras el descanso, breve porque el frío aprieta, descendemos por senda en acentuado zigzag por la margen izquierda del arroyo hasta la majada de la Matancia (1 300 metros) con una cabaña en ruinas, y poco más allá encontramos el arroyo de Caben que baja por el valle de Valverde de la ladera del pico Estorbín. Cruzamos por un curioso y frágil puente construido con el quitamiedos de alguna carretera este arroyo a punto de unirse al de Bustempruno, y de esta unión nace el río Llananzanes, afluente en La Paraya del río Aller que desciende del puerto de Vegarada.

Fragil puente para cruzar el arroyo

            Recorremos ahora la ladera en la margen izquierda del río por buen camino carretero, que a partir de la braña Cuevas, donde hay una cuadra alargada, se convierte en pista de uso ganadero; y esto se nota en la presencia de cabañas en buen estado, prados cercados de alambrada, ganado pastando en ellos y la presencia de algún ganadero con el vehículo a la vera del camino. Pasada la fuente la Cabranta, contemplamos el camino recorrido en el ascenso por la otra ladera del valle; también, el disperso caserío de Llananzanes, donde destacan en la distancia el edificio que fue escuela, la ermita de Santa Ana y una nave ganadera en la parte superior de la aldea.

El caserío de Llananzanes en la otra ladera y al fondo, Peña Rueda
 
            Más allá del Cantu Bigón (1 009 metros) parte un camino hacia la aldea abandonada de El Bao, que también vemos a nuestra derecha; y desde la majada de Rebucho se nos ofrece una buena panorámica de Peña Redonda y parte de la Cuerda del Ajo, por la que ya anduvimos en otra hermosa caminata (En el puerto de San Isidro, 30 de septiembre de 2013). Luego, desde la collada Llaneo lo que se nos ofrece es la visión de Peñamea y Peñas Negras en la linde entre Aller y Laviana.

Más allá, la vista alcanza hasta Peñamea

            Sólo resta, cuando al caer la tarde el tiempo clarea y aun el sol parece brillar en las cumbres, el pronunciado descenso hasta el pueblo de Casomera a 620 metros de altitud, en la AE-6 a orillas del río Aller, para finalizar esta interesante caminata en la que ni la lluvia, el viento y la nieve nos pudieron ocultar la belleza del monte en esta parroquia allerana.

El río Llananzanes, muy presente en toda la caminata


                  (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 8 de noviembre de 2014)

Las fotos son de José  María Arnillas

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