Por Puerto Pinos a las Ubiñas, y por el
Meicín para terminar en Tuiza de Arriba
Otra
vez el puerto de la Cubilla;
de nuevo cruzamos la portilla del alto el Palo para caminar por Puerto Pinos,
pero si en el artículo anterior narraba las caminatas de Los Tres por este
“Puerto de Mieres” y hacia los puertos meridionales de Lena, ahora se trata de
buscar otros puertos más al Norte. Por eso me gustó la propuesta para el grupo La Peñuca de José Montero,
buen conocedor de las tierras de León, que me brinda la posibilidad de caminar
y escribir de nuevo sobre Puerto Pinos con el reto de la mayor de las Ubiñas, y
acercándonos a otros lugares del término de Lena hasta ahora para mí desconocidos.
Más
allá del alto el Palo, pasada la collada el Moro y la vega la Cueva, está frente a la Peña los Navares a 1 594 metros de
altitud la “Casa de Mieres”. Allí tuve la oportunidad de saludar a los
conocidos ganaderos, entre ellos a Poli, con quien no habíamos coincidido en
nuestros días de agosto en el albergue, y a Santos, el siempre presente guarda
de pastos, ocupados en ese momento con la preparación de algunas reses para la
bajada del puerto. De allí parte nuestra caminata hacia el Norte en dirección a
las Ubiñas, por una ruta ya en otra ocasión descrita pero siempre atractiva y
llena de interés.
La "Casa de Mieres" y la Peña los Navares
El
valle de la Cantarilla
con su pequeño embalse que sirve de abrevadero, el valle Angosto, y la amplia
vega de Candioches con sus praderías onduladas son la primera parte de nuestro
recorrido. Al final y al fondo de Candioches, el valle se estrecha y parece
estrellarse contra un murallón de piedra; estamos en los Ollones (1 678 metros), donde
hay una fuente con abrevadero que recibe el agua por una manguera tendida desde
la vega que está más arriba.
El valle de la Cantarilla con el embalse abrevadero
El
murallón que cierra los Ollones se puede salvar por una pista que lo bordea en
un amplio recorrido hacia la derecha, pero también se puede superar por una
senda que asciende a modo de escalera por las piedras: se conoce este paso como
la Estrechura. Cuando
se culmina, nuestra vista se encuentra con una amplia vega que cierra al frente
la impresionante mole de Peña Ubiña la Grande, a la izquierda, Peña Ubiña la Pequeña y a la derecha, Peña Cerreos. Estamos en la vega de Retuerto, también llamada valle de Riotuerto, pues en su parte más alta, en un manantial de agua siempre fría, nace este reguero que se une cerca de la "Casa de Mieres" al río Pinos.
Es un placer recorrer esta larga vega de Retuerto, siempre ganando altura según nos acercamos a las Ubiñas, y ladeándonos hacia la izquierda para encontrarnos con el cierre de separación de pastos entre Puerto Pinos y las parroquias de San Emiliano. Cuando al fin alcanzamos el cercado y bordeamos un peñasco que se conoce como la Carba, llegamos al Ronzón, un collado en el límite de pastos y un lugar importante en nuestro recorrido; es obligatoria una parada para contemplar el amplio panorama de la Babia Baja, que es el término municipal de San Emiliano: pueblos como Genestoso, Candemuela, Torrebarrio… “Qué bonita es la tierra de Babia -le comentaba yo en cierta ocasión a una amiga leonesa-, no es de extrañar que los reyes quisieran descansar en estos parajes” “Sí -me contestó ella-, aquellos reyes siempre estaban en babia”.
Pero es que, además, el Ronzón ha de ser lugar de descanso para enfrentarnos con fuerzas al reto de la jornada; dejando a nuestra espalda la pequeña Ubiña, comenzamos el incesante ascenso a la cumbre de Peña Ubiña la Grande: desde los 1 936 metros de altitud del Ronzón hasta los 2 411 de Ubiña, una diferencia capaz de poner a prueba el ánimo del caminante. La senda por la parte cimera de la pradería se convierte en una estrecha canal de pedrero, que nos deja en la mejor atalaya para contemplar todos los pueblos de la Babia Baja, hasta San Emiliano, la villa municipal, y Pinos, donde arranca la pista que sube a la “Casa de Mieres”. Después, por la arista y la crestería llegamos a la cima.
Peña
Ubiña es la segunda cumbre en altitud de la cordillera Cantábrica, la cadena
montañosa que en un sentido amplio se extiende más o menos paralela a la costa
desde Los Ancares en Galicia hasta las montañas vascas; sólo la supera el pico
Torrecerredo en el macizo de los Picos de Europa. Y desde esta preciosa cumbre
la vista del caminante parece abarcar “el mundo entero”, y es, además, una
cumbre muy prestigiosa, por lo que en un fin de semana veraniego siempre se
encuentra allí compañía.
(El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó
esta ruta el sábado, 13 de septiembre de 2014)
Superada la Estrechura, llegando a Retuerto;
en la pradera se aprecia la manguera para la fuente de los Ollones
Es un placer recorrer esta larga vega de Retuerto, siempre ganando altura según nos acercamos a las Ubiñas, y ladeándonos hacia la izquierda para encontrarnos con el cierre de separación de pastos entre Puerto Pinos y las parroquias de San Emiliano. Cuando al fin alcanzamos el cercado y bordeamos un peñasco que se conoce como la Carba, llegamos al Ronzón, un collado en el límite de pastos y un lugar importante en nuestro recorrido; es obligatoria una parada para contemplar el amplio panorama de la Babia Baja, que es el término municipal de San Emiliano: pueblos como Genestoso, Candemuela, Torrebarrio… “Qué bonita es la tierra de Babia -le comentaba yo en cierta ocasión a una amiga leonesa-, no es de extrañar que los reyes quisieran descansar en estos parajes” “Sí -me contestó ella-, aquellos reyes siempre estaban en babia”.
Panorámica de Babia desde el alto el Ronzón
Pero es que, además, el Ronzón ha de ser lugar de descanso para enfrentarnos con fuerzas al reto de la jornada; dejando a nuestra espalda la pequeña Ubiña, comenzamos el incesante ascenso a la cumbre de Peña Ubiña la Grande: desde los 1 936 metros de altitud del Ronzón hasta los 2 411 de Ubiña, una diferencia capaz de poner a prueba el ánimo del caminante. La senda por la parte cimera de la pradería se convierte en una estrecha canal de pedrero, que nos deja en la mejor atalaya para contemplar todos los pueblos de la Babia Baja, hasta San Emiliano, la villa municipal, y Pinos, donde arranca la pista que sube a la “Casa de Mieres”. Después, por la arista y la crestería llegamos a la cima.
Un buen pedrero en la subida a la cumbre
En
esta ocasión, no obstante, una negra nube acompañada de un viento fresco del
norte parece presagiar tormenta; y como dice un personaje de Antonio Machado en
La tierra de Alvargonzález: “Dios le libre de una tormenta por aquellas sierra”,
refiriéndose a la de Urbión. Y es así que nuestra estancia allí sólo duró el
tiempo justo para mostrar el inevitable contento, las correspondientes fotos de
cumbre y los comentarios sobre las distintas posibilidades de descenso, que de
inmediato iniciamos por el camino más lógico y seguro: el mismo que utilizamos
para el ascenso.
Desde el descenso de Ubiña, el valle de Riotuerto y, más allá, la vega de Candioches
De
nuevo en el Ronzón, la amenaza de tormenta parece haber desaparecido y hasta
luce el sol; arrimados a la
Carba, el peñasco que se levanta en la pradera desafiante en
su pequeñez (2 133
metros) a tan altas montañas que le rodean, encontramos,
ahora sí, el lugar adecuado para la comida, el tranquilo descanso y la
conversación.
Tras el descanso, la caminata prosigue hacia los puertos de Lena. Primero debemos
cruzar la cabecera del valle de Riotuerto por una senda que bordea el gran
pedregal que desciende de Ubiña, hasta alcanzar el collado Terreros (1 886 metros) entre
Ubiña y el pico Cerreos; cruzamos la valla y entramos de forma definitiva en el
término de Lena, parroquia de Tuiza: es el puerto Cerreo, fértiles praderías
por las que se desciende con comodidad. Aquí, en este puerto de verano, está la
fuente de las Fanas, donde nace el reguero la Piedra que más abajo se llamará río Tuiza, para
después de Los Pontones, al unirse al río Foz que viene de las estribaciones de
la peña la Mesa,
formar el río Güerna.
El Meicin desde el collado Terreros
El descenso se
hace más empinado por el Chagu hasta llegar a la vega el Meicín a 1 490 metros de
altitud. Al volver al vista atrás, algo queda claro al caminante: el acceso a
Ubiña es más cómodo y soportable, tal como nosotros lo hemos hecho, desde la
“Casa de Mieres” que desde donde ahora nos encontramos.
El
Meicín es una amplia vega con prados cercados de piedra y algunas viejas
cabañas; en la campa está también el refugio que algunos valientes montañeros
toman como punto de partida para conquistar las imponentes cumbres rocosas que
le rodean.
Los empinados puertos de Lena desde el Meicín
El
camino, ya más cómodo y bien señalizado, continúa al final de la pradera por
una senda que, tras el paso de la correspondiente portilla, se convierte en un
empedrado por la margen izquierda del reguero. Hasta entrar en la parte alta de
Tuiza de Arriba y descender al amplio aparcamiento, donde nos recibe gloriosa,
con fuerte granizada, una imponente tormenta que agradecemos haya esperado hasta
este momento final para no estropearnos tan hermosa caminata adornada con el ascenso
a la para mí inigualable cumbre de Peña Ubiña.
"El mundo entero" desde la cumbre de Peña Ubiña;
al fondo se aprecia el embalse de Barrios de Luna
Las fotos son de José
Arnillas
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