Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

domingo, 5 de junio de 2011

POR LAS MONTAÑAS DE LA LIÉBANA

De Lebeña a San Pedro de Bedoya por el Collado de Taruey

 Esta caminata por las montañas de La Liébana no tiene más dificultad que la larga subida para alcanzar el collado de Taruey. Se inicia junto a la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña y tiene ya sus primeras rampas al atravesar el pueblo, para después tomar una pista amplia, de origen minero, con buen piso de tierra, que recorre el valle del arroyo de Los Casares. La subida no cesa, y en ocasiones sobre todo si calienta el sol se hace dura, pero resulta muy agradable por la vista de la Sierra de Les Cuerres que vamos ladeando; también por el panorama que dejamos a nuestra espalda: los pueblos de Lebeña y Allende al fondo, junto a la carretera que sale del desfiladero de La Hermida.
Abandonamos la pista al aproximarnos a la bocamina, que se encuentra colgada de forma inverosímil horadando la roca de la montaña. Es el momento de detenerse para reponer fuerzas y observar por última vez cómo el río Deva se pierde a lo lejos por el desfiladero de La Hermida. Después, cambiamos de dirección al tomar una senda que se adentra en un hermoso bosque de fayas con grandes claros que dan lugar a una sucesión de majadas y que, poco a poco, nos va acercando al collado de Taruey. Cuando logramos situarnos en el punto más alto del collado, a 1.234 metros de altitud, el panorama cambia y lo que se ofrece a nuestra vista es la imponente crestería de Peña Ventosa y muy al fondo varios pueblos del municipio de Cillórigo de Liébana: Salarzón, Cobeña, Trillayo o Pumereña. Es el lugar y el momento adecuado para dar cuenta de los consabidos bocadillos una vez asentadas las humildes posaderas. Pero por poco tiempo porque la nube amenaza en las crestas de Peña Ventosa, y como dice un personaje de Antonio Machado en La tierra de Alvargonzález: “Dios le libre de una tormenta por aquella sierra”. Así que hay que levantarse y, con los primeros truenos y relámpagos que traen las primeras gotas, iniciar la segunda parte de la caminata.
            Tras vencer un desnivel de 150 metros, nos encontramos con la hermosa Braña de los Tejos que dicen, única en Europa por el número de ejemplares de este árbol totémico. En verdad no los hemos contado, pero es poco probable que a 1.384 metros de altitud podamos encontrar otra braña como ésta. A partir de aquí todo será descenso por el PR-S 4, conocido como camino de Pasanéu: una cómoda pista que recorre el valle de Bedoya y, entre curvas y fuertes rampas, desciende buscando el reguero que le da nombre. Los montes de Bedoya, territorio Canopy como reclamo turístico, están cubiertos por un inmenso robledal en cuyas laderas, y aprovechando algunos claros, proliferan las colmenas. Por fortuna la tormenta se ha ido hacia el norte y los caminantes, prescindiendo de chubasqueros y protectores para las mochilas, completamos el agradable descenso hasta cruzar el reguero por un viejo puente de piedra. Recorremos el último tramo por la margen izquierda del río, entre prados y tierras de labor, para llegar a San Pedro de Bedoya, donde finaliza nuestra caminata iniciada seis horas antes en Lebeña, al otro lado de Peña Ventosa.

                                    (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 21 de mayo de 2011)

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