CAMINO AL ANDAR

Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

lunes, 17 de diciembre de 2018

POR LA COSTA ORIENTAL


Desde Llanes hasta Villahormes por Poo, Celorio, Barro, Niembro y San Antolín

            Después del de Ribadedeva, Llanes es el concejo costero más oriental de Asturias. Su área norte forma parte del Paisaje Protegido de la Costa Oriental. Este territorio costero, con extensas planicies y formaciones de tipo cárstico es muy reconocido turísticamente; no en vano, el concejo dispone de un potente sector servicios que alcanza su punto álgido en los meses de verano.
            En esta caminata pudimos contemplar, e incluso en algún caso pisar, la arena de sus incontables playas; bordear la rías y otear los numerosos islotes que adornan la costa. Caminata que fue propuesta en el grupo La Peñuca por Rafa Carretero, quien ya se ha convertido en auténtico patrón de las rutas por la costa oriental. Fueron unos veinte kilómetros y medio por siete parroquias, desde Llanes, la capital municipal, hasta la de Hontoria en el pueblo de Villahormes.

Pisando los arenales -como la playa de Poo- también
se hace camino al andar.
 
            Fue bonito iniciar el camino en la zona urbana de Llanes; en la parte antigua. Así pudimos recorrer algunas calles, vimos parte de la bien conservada muralla medieval, pasamos junto al puerto, bordeamos la playa del Sablón y ascendimos hasta el paseo de San Pedro. Caminando por este agradable paseo tenemos buena vista de la zona urbana, sus modernas urbanizaciones y también los terrenos aledaños que por distintas razones quedaron sin urbanizar. Y después, dejando a la derecha el islote llamado el Peñón y la conocida como Playina, alcanzamos en amplia zona verde, La Talá (Atalaya). Desde allí, hacia la parte meridional de concejo, la vista se pierde en la barrera natural de la sierra de Cuera.

En el paseo de San Pedro la vista se reparte entre 
la zona urbana y el mar.
 
            Poco a poco, siempre por buena senda en zona verde y al borde del acantilado, nos acercamos a la ría de Poo. En este recorrido podemos contar el buen número de islotes que adornan la rasa costera. Todos están en el mapa; desde el Castro de Poo hasta la isla de Almenada, ya al otro lado de la ría. Pero para enfrentarnos con esta isla, la mayor, que cuenta incluso, en bajamar, con su playa, debemos bordear la ría.
            Caminamos, para ello, hacia el Sur, pisamos la arena de la playa de Poo y cruzamos sobre el río L'Agüera, que nace cerca de Porrúa y desemboca en la cabecera de esta ría. De nuevo hacia el Norte, por el acantilado pasamos junto a la playa de San Martín, también frente a su islote. Cerca de esta playa, vemos las ruinas de la ermita de San Martín y nos dirigimos hacia Celorio.

El camino por la zona verde que se acerca a la costa.
 
            Es ésta, Celorio, una de las villas del concejo; con amplio caserío disperso, abundantes chalés, urbanizaciones y diversas instalaciones turísticas. Nos detenemos en la bonita plaza ante el Monasterio de San Salvador. Fue fundado como monasterio benedictino a principios del siglo XII y reformado en el siglo XVII, su época de mayor esplendor. En la plaza llama la atención la torre románica, cuadrada y de gran tamaño. Tras las leyes de desamortización del siglo XIX, el monasterio pasó por diversas compras hasta que en 1919 lo adquirió la Compañía de Jesús, y en la actualidad alberga una pequeña comunidad de monjas.

Llegando al Monasterio de San Salvador; a la 
derecha asoma la torre románica.
 
            Al salir de la plaza, tenemos la ensenada de Celorio con sus dos playas: la de los Frailes, justo frente al monasterio, y la de Palombina. Nos toca ahora un tramo de casi tres kilómetros por carretera. Pasamos junto al cámping y nos acercamos a la playa de Borizu, frente a la que también destaca una isla de considerables dimensiones. Entre esta última playa y la Tayada está la punta de Troenzo. Acercarse a su extremo supone un desvío de kilómetro y medio; y es para ver lo que llaman el Cristo de Celorio: una rocosidad que, dicen, semeja la figura de un cristo. Tras el regreso a la carretera después de figurarse aquella imagen en la roca, pero también apreciar desde la punta una buena vista de la costa desde Celorio hasta aquí, nos vamos acercando a Barro.

Una muestra de los islotes que decoran esta etapa 
por la costa oriental.
 
            Barro es una de las tres localidades de su parroquia, junto a Niembro y Balmori; esta última más al sur, al paso de la AS-263. Las otras dos, Barro y Niembro, se encuentran al borde de la ensenada de Niembro, y entre ambas localidades pasamos junto a una "capilla de ánimas". Algo más allá están la iglesia parroquial y el pequeño cementerio, sobre un saliente rocoso y al borde del agua. Entre ambos, el pequeño puerto de El Vau, donde vemos algunas barcas varadas.
            Cruzamos Niembro por sus empinadas callejas y seguimos subiendo por Cabo Prieto hasta el mirador de Cerro Castiello, donde hay un área recreativa con mesas y bancos. En lo alto de cerro hay una gran antena que ya habíamos visto a lo lejos, casi al inicio del camino, desde La Talá de Llanes. Al fondo tenemos la reconocida playa de Torimbia, a la que sólo se puede acceder por una senda peatonal que desciende por la ladera del cabo. Sin duda fue un acierto destinar este lugar, mirando al mar, al momento del descanso, la comida y la conversación.

Espectacular imagen de la iglesia parroquial y
 el cementerio de Barro, junto al puerto 
de El Vau en la ensenada de Niembro.

            Continuamos el camino desde lo alto del cerro iniciando, por zona boscosa, el descenso hacia la playa de San Antolín de Bedón, al lado de la N-634. Tengo para mí que este tramo entre Barro, la ensenada, Niembo, el ascenso al Cerro y el descenso por senda entre bosque hasta San Antolín, fue el más agradable y bonito de toda la caminata. Cuando llegamos al llano, cruzamos por puente sobre el río Bedón. Un río que nace en la vega de Tebrandi, Cabrales, con el nombre de río Las Cabras; pasa por el concejo de Onís y desemboca en esta playa, dejando en su margen derecha la parroquia de Posada y en la izquierda, la de Naves.

Después de culminar Cerro Castiello, pasamos, ya en zona 
de bosque, junto a esta sorprendente laguna.

            Es la de San Antolín la playa más larga de Llanes, en la que destacan sus arenas blanquecinas. A su lado, también llaman la atención las ruinas del Monasterio de San Antolín de Bedón. Sus legendarios orígenes como monasterio benedictino datan de los siglos XI-XII. En el siglo XVI pasó a depender del de San Salvador, y a partir de la desamortización, en 1820, comenzó su ruina hasta su actual total abandono.

 Detalle del Monasterio de San Antolín de Bedón.

            El camino discurre por senda adaptada paralela a la carretera, hasta que por un túnel cruzamos bajo la vía del FEVE, para tomar de nuevo rumbo hacia la rasa costera. La siguiente visita será la espectacular playa de Gulpiyuri, declarada en 2001 Monumento Natural por el Principado de Asturias. Se trata de una depresión cárstica que comunica con el mar por una caverna que deja paso al oleaje y las mareas, formando una espectacular playa rodeada de pradería. Es, por lo demás, un lugar muy visitado, al que sólo se accede caminando desde un aparcamiento próximo.

Gulpiyuri: la playa y la verde colina que impide la vista al mar. 
 
            Sólo nos resta recorrer el último trecho sobre los acantilados junto a la playa de la Canalina, el Castro de las Gaviotas y la playa de la Huelga. Nos dirigimos luego hacia el Sur, y después de pasar junto a las ermitas de Santa Rita y Santa Eulalia, llegamos a Villahormes, un pueblo extendido a ambos lados de la AS-263. Allí, junto a la vía del FEVE y al lado de la estación, termina, al caer la tarde, esta atractiva y entretenida caminata por la costa oriental asturiana.

 Niembro, sobre la loma que cierra la ensenada, con su caserío 
orientado al Sur y bien visible a lo lejos.


Las fotos son de Juan Lobelle.

                       (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 8 de diciembre de 2018).

viernes, 7 de diciembre de 2018

MONTES, TIERRAS Y PUEBLOS DE PILOÑA


Recorrido circular desde Espinaredo por Porciles, Pendedor, Pandulosil, Sabonéu y la Escosura

            Piloña forma parte de la Mancomunidad de Municipios  del Oriente de Asturias. La orografía de su territorio es muy variada. Tiene una suave zona central por donde corre el río Piloña; allí, alrededor de la N-634, se asientan los principales núcleos de población: Infiesto, la villa municipal, Villamayor y Sevares. La zona norte, en la falda meridional de Sueve forma parte de la Red de Espacios Protegidos, y es la más reconocida por los amantes de la montaña.
            La zona sur, en cambio, con valles alargados y estrechos cuajados de prados y bosques autóctonos, es muy adecuada para caminatas como esta que realizamos los del grupo La Peñuca. Fue propuesta y coordinada por Eduardo Fernández, veterano caminante, conocedor como pocos de los montes de Asturias y buen patrón de las rutas que propone. Al sur, atravesadas por la PI-4 se encuentran la localidad de Espinaredo y su parroquia, la más extensa del concejo, que llega hasta la linde con los de Ponga y Caso, de donde baja el río el Infierno, que luego se llamará río Espinaredo antes de desembocar al Piloña en Infiesto.

La Escosura, casería de la parroquia de Espinaredo, 
en la parte final de nuestro camino.
 
            Aquí, en Espinaredo, iniciamos un recorrido que en su primera parte nos obligó a superar un fuerte y persistente desnivel hasta alcanzar la mayor altura de la jornada. Por una carretera local ascendemos hasta las casas de El Barro, donde abandonamos la carretera para tomar un camino que cruza por un puente la riega la Vallina. A partir de aquí el camino se empina de forma considerable. Pasamos junto a las casas de Llaviada y, más arriba, llegamos al pueblo de Porciles, colgado en la ladera de esta sierra Bedular que estamos recorriendo.

El camino en el bosque después de pasar junto a las casas de El Barro.
 
            Este camino, como se puede ver en varios indicadores, forma parte del GR 105 Ruta de las Peregrinaciones, a Covadonga desde Oviedo; según el catálogo de la FEMPA, en su 5ª etapa desde Espinaredo hasta La Vega La Matosa. También por aquí pasa el G R 109 Asturias Interior en su etapa 6ª entre Villamayor y Espinaredo. Como se puede ver debe de ser un camino bastante frecuentado, aunque hoy no nos hayamos cruzado con nadie.
            Poco más arriba de Porciles nuestro camino, por pista de tierra, gira al Este y ya será sólo nuestro. Alcanzamos la collada Tayada, y a partir de ella, tomamos la senda que asciende por la ladera norte del Cerro Sopiedra. Es una senda bien aérea con buenas vistas hacia Infiesto, toda la zona centro del municipio y más allá, al Norte la linde con Cabranes y Villaviciosa.

Cuando ya manda la cuesta, es agradable la vista 
atrás; al fondo, a la derecha, Infiesto.
 
            En lo alto del cerro, también conocido como pico la Muda, estamos en el vértice entre tres parroquias de Piloña: Espinaredo, San Juan de Berbío y Valle. Hemos alcanzado la cumbre de la jornada. Es una cumbre modesta para los amantes de los más altos riscos; estamos a 941 metros de altitud. Pero como Espinaredo se encuentra a 240 metros, nuestro ascenso continuo por Porciles (520 metros) y la collada Tayada (611 metros), fue considerable, y además sin pausa, para unos modestos caminantes.

El Cerro Sopiedra o pico la Muda, su vértice geodesíco
 y panorámica hacia la ladera meridional 
y las cumbres de la sierra del Sueve.

            Después de disfrutar del buen tiempo y las buenas vistas desde la cumbre, seguimos por el cordal de Abedular en la confluencia entre las parroquias de Valle y Espinaredo. Perdiendo altura, pasamos por el collado Espina (841 metros) y llegamos a Pendedor a 742 metros de altitud. Es una braña con buenas cabañas rodeadas de centenarios fresnos y con una fuente de hormigón. Allí cambiamos de dirección; vamos hacia el Sur y nos internamos de forma definitiva en la parroquia de Espinaredo.

Despues de la cumbre de la jornada, hacia la braña de Pendedor.
 
            El descenso continúa por el valle de La Castañar, al fondo del que suena el arroyo que le da nombre. El camino es una senda que recorre la ladera en la margen derecha del arroyo. Pasamos por la collada Carriceda, sobre la braña Les Mates, y llegamos a la majada de Pandulosil: cabañas, cuadras y prados bien cercados con alambrada. Estamos a 468 metros de altitud y hasta aquí sube una pista desde el Campón, donde el arroyo La Castañar desemboca en el río de la Felguerina. Es el lugar elegido para el descanso, la comida y la conversación.

La entrada y las primeras cabañas de Pandulosil.
 
            Al salir de Pandulosil se inicia un nuevo ascenso hasta alcanzar el collado Caneyu (672 metros), para entrar en el profundo vado de la riega Caneyu, otro afluente más del río de la Felguerina. Fue algo duro y difícil este tramo desde Pandulosil hasta la riega Caneyu, pues entre abundantes argomales y altas escobas, la senda casi desaparece y el andar se complica. Al fin el camino mejora y llegamos a la aldea de Sabonéu a 531 metros de altitud. Desde aquí, por carretera se podría llegar hasta Espinaredo, pero no lo dispone así el patrón de la caminata. A la salida del pueblo abandonamos la carretera y tomamos la vieja caleya que, después de cruzar la riega Tronquiellos, nos lleva a la casería de La Escosura, donde iniciamos el descenso final.

Camino y caminantes casi ocultos en la maleza.
 
            En este descenso ya vemos al fondo el cauce del río Espinaredo, el pueblo mismo y la PI-4 que sube hasta Riofabar. A nuestra derecha, en la otra ladera del valle que forma la riega la Vallina, apreciamos el empinado recorrido de la primera parte del camino: Llaviada, Porciles y, más arriba, la collada Tayada.
            Al atardecer, el descenso culmina donde se inició aquel fuerte ascenso mañanero. En Espinaredo, un pueblo que conserva buena arquitectura tradicional y alardea con su espléndido conjunto de hórreos. Recorremos el pueblo y poco más allá nos espera el descanso, el refresco y los elogiosos comentarios sobre esta caminata por pueblos, brañas... y hasta una cumbre en los montes de Piloña.

Bonita panorámica de Espinaredo y su entorno.
 Inicio y final de esta caminata.
 

Las fotos son de Juan Lobelle.

                           (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 1 de diciembre de 2018).




viernes, 30 de noviembre de 2018

POR LA COSTA MÁS OCCIDENTAL


Desde Tapia de Casariego hasta Castropol: amplio recorrido costero por Villamil, Penarronda, Villadún, Arnao, Figueras y Linera

            La costa más occidental de Asturias, entre las rías del Navia y del Eo, se extiende por los municipios de Coaña, El Franco, Tapia y Castropol. Es la comarca nombrada como la marina extrema occidental, que ofrece una rasa litoral con hermosos acantilados y bonitas playas bordeadas de zonas dedicadas al cultivo de cereales, pastos y prados de siega.
            Por los dos últimos concejos citados realizamos los del grupo La Peñuca esta caminata propuesta y coordinada por Manuel Llaneza. Un recorrido que coincide en gran parte con el Camino de Santiago por la Costa, y también con el GR E-9, ese sorprendente "Sendero Europeo" con el que ya coincidimos en caminatas costeras anteriores: (Por la Costa Oriental, 10 de diciembre de 2016; Por Carreño y Gozón, 21 de enero de 2016).

Tapia de Casariego en una vista atrás desde algún lugar del camino.
 
            Y si de bonitas playas hablamos ya encontramos la primera al salir de Tapia de Casariego, una villa bastante frecuentada como centro de veraneo y segunda residencia. Se trata de la playa de los Campos, también conocida como de Anguileiro, auténtica playa urbana de Tapia; la más concurrida, y dicen que preferida por los surfistas, que ostenta durante los últimos años la bandera azul de la U E. Al bordearla, cruzamos por el puente sobre el río Anguileiro que en la misma playa desemboca, pasamos junto al campo de fútbol y, dejando atrás una buena vista de toda la zona urbana, seguimos el camino en busca de nuevas playas y acantilados.

La desembocadura en la playa de uno de los cauces fluviales
 que recorren la rasa.

            Primero será la playa de la Paloma, en la que se aprecian varios islotes rocosos. A nuestra derecha dejamos la Punta Castelo, un pinar donde se asientan los restos de un castro celta, y llegamos a la playa de las Poleas; el nombre le viene del mecanismo empleado para subir el ocle. Dejamos atrás la Punta Campón, y después del recorrido por estrecha senda entre matorral llegamos a la playa de Serantes, donde desemboca el río Tol que nace en Penadecabra. Poco más allá está la playa Mixota, tan cerca que en marea baja ambas aparecen unidas.
            Caminamos ahora por zona de pastos y maizales para acercarnos a Villamil, pueblo de caserío disperso y con urbanizaciones que miran al mar. Más allá está Santa Gadea, otro de los pueblos de la rasa, que como el anterior se comunica por carretera local con la N-634. También está la playa de Santa Gadea que se cierra al oeste por las islas Pantorgas.

La playa de la Paloma y uno de sus islote rocosos.
 
            La siguiente será la playa de Penarronda con el peñón en el centro. Esta playa, que también luce su bandera azul, ha sido declarada Monumento Natural y se encuentra en el límite entre los dos municipios. En ella desemboca el río que también se nombra como Penarronda, otro de los cauces que recorren la rasa y que nosotros vamos atravesando por puentes de madera. En las proximidades de la playa están el cámping, un hotel y otras instalaciones turísticas; también la bordea una amplia pasarela de madera que recorremos hasta acercarnos a la siguiente playa. Es la de las Meninas, ya cerca de la Punta del Torno.

La ermita de San Lorenzo se encuentra en el campo 
sobre la playa de Santa Gadea.
 
            Estamos caminando ahora por el concejo de Castropol. Pasamos por el pueblo de Villadún y recorremos el Campo de Arnao, que cuenta con su área recreativa y un aeródromo para ultraligeros. Así llegamos al pueblo y la playa de Arnao, en cuyas proximidades hubo un campo de concentración al final de la Guerra Civil. Estamos ya en la bocana de la ría del Eo y podemos contemplar una bonita panorámica de la otra orilla. Es una buena vista hacia la zona urbana de Ribadeo: isla Pancha, el faro, el muelle de Porcillán y el viejo embarcadero de Porto Estreito, donde se embarcaba hacia Bilbao el mineral de La Excomulgada en los Oscos y Villaodriz en la Tierra de Miranda lucense.

Panorámica de Ribadeo, capital de la Tierra de Miranda.
 
            Pasamos junto a las casas de Arroxo y entramos en el espectacular túnel que nos permite el paso bajo la autovía y el Puente de los Santos. Así, nos acercamos a la ermita de la Atalaya, el esperado lugar para el descanso, la comida y la conversación. Está dedicada esta ermita a San Román, uno de los dos santos, el de Asturias, que dan nombre al puente bajo el que hemos cruzado. Fue construido en 1987 para mejorar la comunicación entre Asturias y Galicia, y lleva el nombre por un santo de cada región; el de Galicia es San Miguel, que tiene su ermita en Ribadeo junto al muelle deportivo.
              Tras la pausa nos acercamos a Figueras, la segunda población de este municipio. Pasamos junto a los astilleros de Gondán, la industria más importante del concejo, y descendemos hasta el puerto. Luego por las estrechas y empinadas calles, alternando con largas escalinatas de piedra, alcanzamos la plaza de la Sardinera, y desde allí nos disponemos para el último tramo del camino.

Hermosa vista del Puente de los Santos, la ría y Ribadeo.
 
            Se trata entonces de recorrer el llamado Camino Costero Figueras-Castropol: un PR municipal que bordea la ensenada de la Linera, la mayor de la ría del Eo. Estas tierras, que pertenecían a la casa de Donlebún, fueron en otro tiempo dedicadas al cultivo de lino, de ahí el topónimo. En la actualidad toda la ensenada se dedica al cultivo de ostras y almejas, y también es buen hábitat de garzas y patos. En todo caso, fue este último tramo del camino muy distinto de lo recorrido hasta aquí: bosque repoblado de pinos y eucaliptos y ausencia de la música de las olas del mar.
            Pasada la Cruz del Cabo, nos encontramos con el molino de las Acías, los restos de un molino de mareas en el que podemos observar los canales de entrada y el muro de orientación de las aguas. Después de admirar esta interesante construcción que viene de época romana, pasamos junto al palacio de las Torres y llegamos al caserío de Linera. Desde aquí tenemos una buena vista de Castropol, en una pequeña península con su caserío apiñado sobre el que destaca en lo más alto la torre de la iglesia de Santiago.

Homenaje a la pescadera en su plaza de Figueras.
 
            Después de cruzar por un puente de madera sobre la desembocadura del arroyo Fornela, vamos pasando junto a las casas de El Esquilo, Castro y Salías. Estamos ya al final del recorrido y el camino discurre paralelo a la N-640, antigua vía que pasando por Vegadeo comunicaba las dos regiones. Llegamos así a Castropol, la capital de su concejo y sede del Partido Judicial que comprende la zona más occidental de Asturias; afamada como villa del silencio, lo que sin duda se puede apreciar si recorremos sus empedradas calles que se asoman a la ría. Nosotros encontramos aquí, en su parte más baja, al lado de la carretera nacional, el merecido descanso al final de estos 23 kilómetros de caminata por la costa más occidental de Asturias.

 Sobre el puerto de Figueras y la escultura del pescador
destaca la vista del palacio de los Pardo Donlebún, del siglo XVI.



Las fotos son de Rafa Carretero.

                       (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 24 de noviembre de 2018).

domingo, 4 de noviembre de 2018

POR LOS OSCOS UNA VEZ MÁS


En Villanueva de Oscos, desde A Ponte de Penacova: San Critobal, Mourelle, Ballongo, Bruquete...

            Siempre es agradable caminar por los Oscos; los tres municipios que, junto con otros, componen la comarca llamada Eo-Oscos. Sus profundos valles y empinadas laderas con abundantes zonas de matorral, pinares de repoblación y también bosque autóctono, junto con las amplias y bien cuidadas praderías repletas de ganado vacuno orientado a la producción de carne, principal base de su economía, ofrecen amplias posibilidades para el trazado de rutas de media montaña.
            En sendos artículos de este blog podemos encontrar los comentarios a dos caminatas realizadas con anterioridad. Hace ya algún tiempo (En San Martín de Oscos, 28 de abril de 2014), caminamos por este concejo de San Martín hacia Mazo de Mon, en la linde con el vecino término municipal de Pesoz. Luego lo hicimos (Caminando por los Oscos, 16 de marzo de 2017) por el concejo de Santa Eulalia, hasta llegar a la mina Carmina. Ahora lo hacemos por la conocida como Ruta del Silencio en el concejo de Villanueva, el más extenso y más septentrional de los tres.

Detalle de Villanueva de Oscos; al fondo, 
a la derecha, el edificio del Ayuntamiento.
 
            Esta caminata, que fue propuesta y coordinada en el grupo La Peñuca por José Manuel Tejera, es el PR AS-209, por caminos bien cuidados y, sobre todo bien señalizado, con los oportunos carteles con el mapa de la ruta y el consiguiente símbolo de "Está usted aquí". Y aunque se trata de un PR (pequeño recorrido), son algo más de 18 kilómetros con un desnivel acumulado tanto de subida como de bajada de unos 1.100 metros, al que nos llevan las empinadas laderas y los profundos valles aledaños a la sierra de la Bobia.

Una muestra del camino entre la hermosura del bosque.
 
            En la carretera AS-13 que nos baja del alto la Garganta, en el lugar de A Ponte de Penacova encontramos los carteles indicadores de dos rutas: la Ruta de la Bobia y nuestra Ruta del Silencio. Desde allí coinciden ambas por una carretera hasta Pico del Somo; se trata de un entretenido ascenso por esta estrecha y empinada carretera que deja a nuestra derecha, al fondo, la vista hacia el pueblo de Morlongo y la carretera que hemos dejado ya próxima a Villanueva. En Pico del Somo, amplia explanada a 933 metros de altitud, la Ruta de la Bobia se va hacia la sierra que ya vemos cerca con su parque de eólicos. Nosotros iniciamos el descenso por la carretera hormigonada hasta la aldea de San Cristobal.

En otra muestra del paisaje recorrido, la vista
 hacia la sierra de la Bobia y sus eólicos.
 
            Es San Cristobal la cabecera de su parroquia, la más septentrional de las cuatro que conforman el concejo de Villanueva de Oscos. Se encuentra esta aldea, con fama de su excelente producción de miel, a 725 metros de altitud en un rellano del cordal que domina el barranco sobre el reguero que baja de la Bobia. Para nosotros es obligada una parada  para contemplar varias muestras de arquitectura popular y también la actividad de los que en ese momento se ocupan de un abundante enjambre en la misma plaza del pueblo.

Panorámica hacia la aldea de San Cristobal.
 
            Luego nuestro camino continúa por un sendero a veces empedrado y entre murias de piedra, siempre por bosque de castaños, robles y madroños. En fuerte descenso pasamos por la aldea de Mourelle (580 metros) y llegamos hasta el fondo del barranco (480 metros), donde cruzamos el reguero que baja de la Bobia. Es la cabecera del río Soutelo, afluente del Ahío que en el concejo de Pesoz desemboca en el Agüeira, importante afluente del Navia.

Mourelle es una aldea abandonada: casas y cuadras 
en ruinas, ocultas entre la maleza.
 
            A partir de aquí el camino es por pista y en ascenso con algunos tramos en llano, hasta recuperar los 800 metros de altitud en la braña de Ballongo. Hay una cumbre con un excelente mirador sobre lo que anduvimos y lo que nos falta por andar: un excelente lugar para el descanso, la comida y la conversación. En el cordal que tenemos al frente podemos ver restos de las instalaciones de la mina de la Excomulgada. Situada a unos 1.000 metros de altitud, en la linde con el municipio de San Martín, fue hasta mediados de los años 50 del pasado siglo una importante explotación de mineral de hierro que se transportaba hacia Bilbao (fierro pa Bilbao) desde el puerto de Ribadeo.

 En la braña de Ballongo, restos del azulejado 
en lo que debió de ser una vivienda.

            Después del descanso, el camino continúa hasta el pueblo de Brusquete (770 metros) con algunas casas rehabilitadas y un amplio colmenar. El pueblo tiene su acceso por pista desde la carretera que recorre la Bobia al alto la Garganta. Nosotros iniciamos a partir de aquí un fuerte descenso que se convierte en el tramo más pesado y difícil de toda la ruta.
            Pasado el duro trance, el camino se vuelve benévolo. A nuestra derecha quedan las cascadas del Cellón y del Picón, pasamos junto al molino de la Bobia y otra subida más, para columbrar ya de nuevo San Cristobal. Sin entrar en el pueblo salimos a la carretera, y sobre el mismo camino de la mañana subimos otra vez hasta Pico del Somo y finalizamos la caminata donde la iniciamos, en A Ponte de Penacova. Una ruta más por los Oscos con todos sus alicientes, muestras de un paisaje y unos lugares con gran encanto: estímulos suficientes para volver.

 La ermita de San Cristobal tiene grabadas 
en el dintel de la puerta las fechas 1892-2002.

Las fotos son de Ana Fabián

            (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 20 de octubre de 2018).

domingo, 22 de abril de 2018

MÁS ALLÁ DEL RÍO EO (III)



Ruta costera por La Mariña Lucense, entre los puertos de Foz y Burela

            La comarca de La Mariña se extiende, abierta al mar Cantábrico, más allá del río Eo en la provincia gallega de Lugo. En ella está trazado el Camino Natural Ruta del Cantábrico en siete etapas; las dos primeras en La Mariña oriental, la más próxima a Asturias. Ambas etapas las recorrimos los del grupo La Peñuca con inicio en la playa de Las Catedrales y final en Ribadeo y Foz respectivamente. Así quedó constancia de ello en sendos artículos de este blog: (Más allá del río Eo, 26 de febrero de 2016); (Más allá del río Eo (II), 24 de marzo de 2017).
            Ahora, José Ramón Azcano, con el bien ganado título de patrón del camino por La Mariña, nos propuso y coordinó seguir el recorrido hacia occidente; una hermosa sucesión de playas de arena blanca y limpia, alternando con antiguos vestigios de castros y zonas verdes y urbanas bien cuidadas. Y como en etapas anteriores, por una senda bien señalizada, de suelo enlosado, empedrado o de tierra firme que hace siempre cómodo y agradable el camino; sin olvidar las áreas recreativas y de descanso que jalonan nuestro paso.

Siempre con vistas al mar... y más allá.
 
            Iniciamos en esta ocasión nuestro recorrido en el puerto de Foz, en la ensenada de Rego, y podemos divisar en la otra margen gran parte del camino de la etapa anterior que aquí mismo finalizamos. Avanzamos por el paseo marítimo y pronto alcanzamos la playa de Rapadoira, en la bocana misma de la ensenada.
            En la línea del acantilado, por una oportuna pasarela de madera cruzamos la cala de Ronqueira, y ya tenemos al frente una buena vista de toda La Mariña Occidental y, al fondo, la zona urbana de Burela donde nos espera el final. El camino sigue, dejando a nuestra derecha la playa de Llas, el castro del mismo nombre, la punta Os Bois, los islotes y la playa de Paizas; todo un agradable recorrido que continúa por un camino de tierra hasta entrar en la Rúa das Chaves.

Una de las muchas playas del camino: la de Rapadoira.
 
            Nos encontramos con la vía del FEVE, la antigua línea Gijón-Ferrol, a la que nuestra senda sigue paralela hasta que llegamos a la playa A Pampillosa. Es la desembocadura del río Ouro y todo este entorno está considerado por la Junta de Galicia como Lugar de Importancia Comunitaria. El Ouro es uno de los ríos gallegos más largos de la vertiente cantábrica; nace en la sierra de Gistral, concejo de Alfoz. Después de cruzar bajo el trazado del ferrocarril y la N-642, superamos el río por un viejo y restaurado puente de hierro, para seguir por la senda bien enlosada en piedra.

Todo el camino entre la vegetación y el mar.
 
            Así bordeamos Fazouro, el pueblo, y poco más allá tenemos la punta también llamada de Fazouro. Allí, sobre el mismo acantilado, está el castro, adecuadamente ambientado para la visita de caminantes y turistas; varios paneles informativos y un área de descanso, un buen lugar para el primer alto en el camino. Después, pasamos junto a la playa de Arealonga, como su nombre indica tal vez la más larga de la comarca, y llegamos a la villa de Nois, con su puerto que en otro tiempo fue adelantado en la pesca de la ballena.

Detalle del castro de Fazouro al borde del acantilado.
 
            Dejamos atrás Nois pasando junto a su iglesia parroquial, y de nuevo la ilimitada sucesión de playas: As Polas, Da Fame y Dos Xuncos, donde desemboca el río Alemparte que también superamos por la correspondiente pasarela de madera. Disfrutamos con la vista hacia el islote Os Castelos y nos acercamos a Cangas de Foz. En el campo de la iglesia de San Pedro, hay una interesante morera incluida por la Junta en el catálogo de árboles singulares. Allí mismno, junto al polideportivo municipal y el centro de reunión ciudadana, está el área de descanso que es el mejor lugar para nuestro consabido momento de la comida y la conversación.

Y el fotógrafo quiso contemplar a sus pies, desde 
el campanario de la iglesia, todo el caserío de Nois.
 
            Al abandonar Cangas, nos acercamos de nuevo a la carretera nacional; incluso la cruzamos, y por senda de asfalto, caminamos un buen trecho paralelos a la calzada. Nuevas playas quedan a nuestra derecha: Das Areuroras y Do Cantiño, y luego las puntas de Area y das Cabras. Entonces, abandonamos el concejo de Foz y entramos en el de Burela. Este último es un concejo creado en 1994 por segregación de la parroquia homónima del de Cervo.
            Ya tenemos a la vista la villa municipal, Burela, y afrontamos la recta final de nuestro recorrido. Primero por un bello paseo paralelo al ferrocarril; dejando a la derecha una amplia área donde se asientan industrias conserveras, de astilleros y madereras. No en vano el puerto de Burela cuenta como el más próspero de todo el mar Cantábrico, con una gran flota dedicada a la pesca de la merluza, el pez espada y, sobre todo, el bonito.

El camino ahora por un bosque de eucaliptos.
 
            El puerto ya lo tenemos a la vista, y en plena zona urbana recorremos algunas calles para finalizar en la amplia explanada. Allí nos acoge un buen chubasco que por fortuna se demoró hasta el momento final de la caminata. Fueron algo más de 20 kilómetros en un recorrido costero, bello, entretenido y agradable como el que más; sólo resta animar al patrón para que proponga la continuación de esta ruta por La Mariña occidental hasta San Ciprián o tal vez Viveiro, ya en el límite de la provincia gallega de Lugo.

Hermoso paseo marítimo en Foz; allí empezó el camino.

Las fotos son de Juan Lobelle. 

                (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 7 de abril de 2018).

lunes, 4 de diciembre de 2017

POR LA SENDA COSTERA DE NAVIA




Desde el Bao hasta la villa de Navia, un recorrido por el litoral costero de las cuatro parroquias: Villapedre, Vega, Piñera y Andés

            El concejo de Navia se sitúa en la marina occidental asturiana, entre los de Valdés y Coaña. Se trata de uno de los concejos más prósperos del occidente astur, que combina la economía tradicional con un buen desarrollo industrial y de servicios. Como toda su comarca, la del Eo-Navia, se articula en torno al río Navia, el segundo por su caudal y el primero en longitud entre los ríos asturianos; también, con una amplia cuenca fluvial que es la segunda en la geografía de Asturias. Cuenta, además, Navia, con una extensa rasa marina; varios kilómetros de costa con profundos acantilados, llamativas playas y pequeños estuarios; también, fértiles llanuras de pastos y tierras de labor para los pueblos y aldeas de la parte más septentrional de concejo.
            Precisamente, a recorrer esta rasa costera fuimos los del grupo La Peñuca en una caminata propuesta y coordinada por Manuel Llaneza. Se trata de una senda que recorre todo el litoral naviego. Y después de recorrerla, de cuantas conozco la tengo para mí como una de las mejor acondicionadas: muy bien señalizada, con amplia información de los lugares de paso y sus oportunos mojones kilométricos.

Buen camino, siempre al borde del acantilado.
 
            El recorrido se inicia en las proximidades de la aldea del Bao, donde de la N-634 parte la NV-2. Al abandonar la carretera local, por un ancho camino de tierra nos acercamos al cauce del río Barayo. Este río, que nace en la cara norte del pico El Can, en la sierra de Panondres entre Villayón, Valdés y Navia, es en todo su recorrido límite natural entre los dos últimos concejos. Nosotros lo recorremos por su margen izquierda en la parroquia naviega de Villapedre; al otro lado del río son tierras de la parroquia valdesana de Otur. El camino pasa junto a una instalación ganadera rodeada de prados y luego se interna en un frondoso bosque de castaños, pinos y eucaliptos donde vimos una espectacular bolsa de la abeja velutina.
 
El camino por el bosque de Barayo.
 
            Pasada Vega Barayo, nos acercamos al río para luego iniciar un ascenso hacia el mirador de la misma playa de Barayo. Esta playa está catalogada, con toda la cuenca del río, como Reserva Natural desde 1995. Desde el mirador sobre un profundo acantilado pizarroso, contemplamos la arena oscura y la desembocadura del río después de trazar amplios meandros.
            La playa y el estuario del río Barayo, en el extremo más oriental de la costa naviega. Y a partir de aquí, nuestro camino ya será siempre al borde del acantilado; a nuestra izquierda, pradería y tierras de labor y, más al sur, la sombra de pueblos y caserías que se comunican por la NV-2. Al norte, el continuo cantar de las olas en acantilados y playas: Los Anaos, la Punta el Oligo y la de Salgueiro frente a sus tres islotes; la ensenada de Asteiro, la Punta el Castillo, la de la Farola... Así hasta llegar a Puerto de Vega.

La playa y el río Barayo, desde el mirador.
 
            Es Puerto de Vega la segunda localidad del concejo y en ella reside la cofradía de pescadores. Descendemos hasta el puerto, donde desemboca el río Romallande que nace cerca de Villapedre, y atravesamos el pueblo por sus estrechas callejas. Pasamos ante la casa de Trelles Osorio, donde se retiró Jovellanos y falleció en 1811, y llegamos a La Atalaya; bonita plaza con su mirador, un busto de bronce de Jovellanos y la ermita: buen lugar para la labor de los fotógrafos.

La Atalaya y la ermita de Puerto de Vega.
 
            Tras el breve descanso, descendemos hasta la ensenada de La Losera, cruzamos el arroyo Cabrarigal y desde el camino contemplamos la isla de Soraina. Pronto llegamos a la esperada playa de Frejulfe, una de las más frecuentadas del occidente pues cuenta con buen acceso desde la NV-2, aparcamiento y todo tipo de servicios. Aquí desemboca el río Frejulfe, también llamado río Monte, que nace en la vertiente más noroccidental de la sierra de Penondres. Está catalogada como Monumento Natural, con su campo de dunas, las limpias arenas de color oscuro y la limpieza de sus aguas. Al borde, bajo un pinar, hay un área recreativa, excelente lugar para el descanso, la comida y la conversación.

Vista parcial de la playa de Frejulfe.
 
            Al oeste de la playa de Frejulfe vemos la Punta el Picón como indicador de por donde seguirá nuestro recorrido. De nuevo el desfile de nombres que adornan el mar Cantábrico. Primero, la playa de Cereizo, pequeña ensenada en la desembocadura del arroyo homónimo; luego, después de bordear la Punta de Cereizo, pasamos sobre las playas de Fabal, de Coedo y de Las Rubias, que tal vez debe su nombre a antiguas explotaciones mineras de oro.
            Así llegamos a la playa del Moro, más amplia, y a diferencia de las anteriores con acceso por carretera y aparcamiento. Está situada a la derecha de la bocana de la ría de Navia, y tras unos metros por la carretera, una senda con escalinata nos deja en la playa de Navia. A ésta se le conoce también como la playa de Andés, pues no en vano se ubica dentro del territorio de esta parroquia.

Mirador y escalinata en la playa del Moro.
 
            Navia se encuentra a kilómetro y medio de distancia por la NV-1. Nosotros, por un bonito parque arbolado que va remontando la navegable ría por su margen derecha, al otro lado se encuentra ya el término de Coaña, nos acercamos a la villa que es la cabecera comarcal. Así, en un entorno deportivo, festivo y comercial, terminamos esta caminata costera que nos ha permitido recorrer la rasa marina naviega de punta a punta, de oriente a occidente.

Vista hacia Puerto de Vega y su empinado caserío.


Las fotos son de José María Arnillas. 
 
              (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 25 de noviembre de 2017).