Para "ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos..."

domingo, 28 de agosto de 2011

BREZA EN PEÑAMAYOR


En la sierra de Peñamayor, para nosotros simplemente La Peña, Breza es uno de los lugares con un encanto especial. Se trata de una campa situada a 1.182 metros de altitud en el concejo de Laviana,  parroquia de El Condao. Situada casi en el límite con los municipios de Piloña y Nava, la campa tiene forma de altozano y vierte aguas hacia las cuencas del Nalón y del Sella. Hay allí algunas cabañas en buen estado, prados cercados de piedra, un albergue y dos fuentes: una de ellas, llamada Fuentefría, sirve también de abrevadero para el ganado.

El albergue de Breza

            El camino más frecuentado para llegar a Breza es por la ladera opuesta de La Peña: bien por Fresnéu y Callacente, bien por La Baúa y Campagüés. En ambos casos el camino confluye en el lugar conocido como La Goleta, muy cerca de donde se instaló una antena de telefonía a la que los técnicos llegan por una pista en pésimo estado; una pista más de las muchas que surcan La Peña como las venas la mano de un viejo, la mayoría, dicen, para el servicio de los ganaderos. En la Goleta hay un paso para cruzar  hasta el collado de Llagos, que tiene en su parte inferior una interesante vega en forma de embudo donde confluyen las aguas de los alrededores, y que en época de deshielo se convierte en una pequeña laguna conocida como El Charcu Llagos. Desde este bonito paraje, la campa de Breza está sólo a quince minutos. También se llega a Breza desde El Condao, por una pista en muy mal estado y con un trazado tan dificultoso que sólo es apta para recorrerla a pie o para vehículos todoterreno; es por ello que muy rara vez se ve un vehículo en las inmediaciones de la campa, lo cual es un valor añadido al encanto de este lugar.

Breza desde el camino que viene de Llagos

               Una de las salidas, o también llegadas, de Breza es por El Treme en dirección a Les Praeres de Nava, para desde allí bajar a Nava o Infiesto. El Treme es una campa grande, alargada y muy pendiente, con bastante piedra, argomas y carrascos, pero también buen pasto para el ganado.
 Después de este largo descenso, tras cruzar una de las riegas que forman el río La Muriosa, entramos en la campa Neres, también muy grande y alargada, pero bastante más llana que la anterior. En el centro hay un gran peñón conocido como El Pegollón de Neres, que tradicionalmente señalaba el límite de pastos entre Laviana, Nava y Piloña. El momento más agradable para caminar por el Treme y Neres son las primeras horas de la mañana, con el sol saliendo por encima del valle de La Marea y estrellando sus rayos en la ladera abrupta de La Peña, donde cuelga la mata El Texu.

Panorámica bajando el Treme 
      
             Después se pasa por la campa El Covayu y, tras un prolongado descenso, atravesamos la campa Espines donde hay varias cabañas y siempre abundante ganado caballar; pasamos por la Ortigosa, más cabañas y también buenos pastos, y llegamos a Les Praeres de Nava, lugar al que hemos dedicado ya un artículo en este blog. Por allí cruza el GR-105 Ruta de las Peregrinaciones, que pasando por La Llama, donde hay un albergue del ayuntamiento de Nava, sigue el valle del río La Muriosa hasta que desemboca en el río La Marea, afluente del Piloña.
   
La campa Neres y al fondo Breza, desde el Covayu
 
 La campa de Breza esta cerrada por dos alturas: Los Caspios y El Trigueru. Los Caspios, de 1.245 metros de altitud, son varios picachos de piedra cuarcita con fácil acceso, a los que merece la pena subir pues desde allí se divisa casi todo  el municipio de Piloña y la ruta antes descrita para llegar a Nava o Infiesto. El Pico Trigueru o La Triguera (1.293 m.) es la mayor altura de La Peña. El acceso a su cima, donde hay un vértice geodésico y un buzón montañero, desde la campa se hace por la cresta. La cumbre del pico ofrece una buena vista del centro y oriente de Asturias y hasta los Picos de Europa; también, al otro lado, se puede ver el alto valle del Nalón y la cordillera Cantábrica.

 Panorama subiendo al Trigueru

Desde el Torreón de Breza, que así se le llama también al Trigueru, se puede apreciar con nitidez el cordal que se extiende, en una sucesión de campas y collados, hasta llegar al pico La Chamoca en el municipio de Sobrescobio. Para realizar esta caminata, se sale de Breza dejando Los Caspios a la izquierda y, tras pasar la fuente, bordeamos el pico Suriellu (1.132 m.) atravesando la campa del mismo nombre. A la izquierda el caminante ve el valle de La Marea, en el municipio de Piloña; a su derecha, la riega L´Artaosa, que ve nacer en la campa del mismo nombre y que baja hasta El Condao, y varias caserías de esta misma parroquia: El Colláu, L´Abigular, La Ortigosa... Tras bordear el pico Arrudo, se inicia el ascenso a la cumbre por su cara norte cubierta de bosque. La Chamoca separa los municipios de Laviana y Sobrescobio y desde la cima se puede ver casi todo este municipio: la capital, Rioseco; el embalse del mismo nombre y pueblos como Campiellos o, más a lo lejos, Ladines, Soto de Agues... Merece la pena realizar esta caminata y subir a esta cumbre de 1.283 metros de altitud. Aquí termina para nosotros la sierra de Peñamayor: es su extremo sur; al norte comienza en el pico La Múa y así se extiende por los municipios de Nava, Piloña, Bimenes y Laviana.

El cordal de Breza y al fondo el pico La Chamoca

Esto es pues Breza, en el corazón de La Peña, adonde se puede llegar sin dificultad para disfrutar de la naturaleza y contemplar su magnífico panorama: Piloña, El Sueve, Los Picos de Europa... Pero más maravillosa aún es allí una noche clara y despejada bajo la cúpula cubierta de estrellas. Y al fondo, el brillo de los faros en la costa Cantábrica. En Breza hay un albergue y un bar, aunque éste sólo está abierto al público los fines de semana. Entonces acuden ganaderos y caminantes para pasar unas horas de tertulia en animada conversación montañera; incluso en los días de invierno, cuando la nieve visita La Peña y extiende su manto por la campa: entonces Isidoro se encarga de mantener el fuego de leña en su punto para hacer el ambiente aún más agradable.

Cuando, al atardecer, la niebla cubre Breza...

                                                                                                       Las fotos son de Cuno Rotella

viernes, 5 de agosto de 2011

POR EL PARQUE NATURAL DE REDES

A la sombra de los picos Maciédome y Tiatordos

El Parque Natural de Redes se extiende por los municipios de Caso y Sobrescobio, con opciones de incorporar también otros limítrofes (Laviana, Ponga…), en la cuenca alta del río Nalón, aunque una pequeña parte vierte aguas al Sella. Los picos Meciédome y Tiatordos son las mayores alturas en la margen derecha del Nalón, en el Cordal de Ponga, la alineación montañosa más septentrional de las que estructuran el Parque. La parroquia de Sobrecastiello, por donde hoy discurre nuestro andar, es la más extensa de las diez que integran el municipio de Caso; tiene su centro en Bezanes y cuenta con otras aldeas como Soto, Belerda, La Foz o Pendones, que será inicio y final de esta caminata que siempre tendrá como referencia los dos picos señeros, y que podemos dividir en tres tramos: la subida desde Pendones hasta la cima del Maciédome; el descenso de esta cumbre y el largo, aunque llano, camino hasta la majada de Tiatordos; y, finalmente, el descenso desde esta majada hasta Pendones.
El primer tramo es una subida constante desde el momento que cruzamos el puente sobre el río Pendones y tomamos la pista por la que discurre el PR.AS-65.1, que pronto abandonamos para seguir la senda que trepa por la montaña, ofreciendo vistas del río Nalón al fondo de su valle. Pasamos así por La Llongar, con su cabaña recién arreglada, la majada de Pandevilla y llegamos a la vega Texéu, que nos regala con una esperada fuente. Tras el breve descanso al lado de la fuente, la subida continúa hasta la collada y majada de Llagu: varias cabañas abandonadas, bastante ganado vacuno, vistas a los dos valles, Ponga y Nalón, y la proximidad de la cumbre que ya se adivina a nuestra derecha.

  Majada de Pandevilla

 La majada de Llagu en el camino del Maciédome
       
        Para llegar a la cumbre, aún queda una hora de camino: primero por una senda casi llana que bordea el pico hasta llegar a la campa Empuéu; luego por la Pandona, una canal de piedra en la que se trepa hasta llegar a la cumbre. Mientras subimos, para tomar aire volvemos la vista atrás y vemos al fondo, muy al fondo, el río Nalón y los pueblos de Bezanes y Soto; mucho más arriba, Brañagallones con la espectacular pista que le da acceso y cumbres como el Cantu del  Oso. Desde los 782 metros de altitud de Pendones hasta la cima del Maciédome (1.899 metros) se ha superado un desnivel de algo más de 1.100 metros en tres horas de agradable caminar, y arriba espera un bonito panorama; pero la niebla que sube del valle de Ponga nos oculta el resto del Cordal. Por fortuna, pasados unos minutos, la niebla que no para vuelve hacia abajo, se refugia en el valle y deja ver la punta descarnada del Tiatordos y, a sus pies, la majada hacia donde luego caminaremos. A lo lejos, están los Picos de Europa cubiertos por la niebla, pero cuando el viento se la lleva a otra parte los podemos ver e intentamos adivinar la silueta de algunas cumbres.

El pico Maciédome visto desde Pandevilla

       Hay que deshacer el camino, descender de nuevo a la collada de Llagu y allí buscar el lugar adecuado para el tiempo dedicado al bocadillo. Comienza así, por el Cordal de Ponga, el segundo tramo de la caminata; primero entramos en el concejo vecino para, atravesando el collado de Pandellanza, volver de nuevo a Caso e internarnos en el monte del mismo nombre. Este monte de Pandellanza es un inmenso hayedo que cuelga de los paredones rocosos de la Xerra del Vallín: recorrerlo es una de las mayores delicias que puede ofrecer el montañismo. Con las hayas en su mayoría jóvenes y lo suficientemente espaciadas para dejar paso a una luz tamizada que sólo puede regalar este tipo de bosque, el hayedo de Pandellanza se nos ofrece como el más bonito de los muchos que hay en Asturias. Y por si esto fuera poco, aún nos espera una agradable sorpresa: entre las hayas que van causando nuestra admiración, de repente nos encontramos con dos robles tres veces centenarios. Uno de estos robles presenta una talla majestuosa, con un tronco que tres personas juntas apenas podrían abarcar; el otro, de una talla también considerable aunque algo menor, ha sido, como el olmo del poeta, “hendido por el rayo” en 1988 y también está medio podrido, pero no por eso han dejado de salirle “algunas hojas verdes”. Ya abandonado el hayedo, encontramos la fuente de Xerús que dicen, la más fría del concejo de Caso y cuyas aguas bajan de un manantial en la misma roca del Tiatordos. La majada de Tiatordos está a pocos pasos, y allí es obligada una parada para contemplar el verdor de la pradera, el ganado que en ella pasta y, en la cumbre, la niebla que sigue jugando con el viento. 

El pico Tiatordos, desde la cumbre del Maciédome
       
        El descenso hasta Pendones se hace por la llamada Ruta del Tiatordos por ser la habitualmente usada para subir al pico. Descendemos por la majada del Pláganu, donde hay una fuente que es el nacimiento de la riega El Palombar. Después, por la Foz del Palombar bajamos hasta encontrar el camino que, entre prados de hierba a la orilla del río Pendones, nos lleva hasta el final de esta caminata ideal para los verdaderos amantes de la montaña. Y es entonces, al concluir este mágico recorrido, cuando nos vienen a la memoria unas palabras inspiradas en las que escribió Manuel Vicent en su libro León de ojos verdes refiriéndose al mar, navegantes y marineros:
Hay trotamontes que van disfrazados de montañeros, pero la montaña te bautiza con su nombre después de que le hayas dado suficientes pruebas de que eres esforzado al mismo tiempo que precavido; y también, cuando hayas aprendido a contemplar su belleza y sus misterios. Sólo entonces te conviertes en un auténtico amante de la montaña por dentro y no por fuera.
A tenor de esta reflexión, es por lo que consideramos que no se debe cruzar la vega Texéu sin pararse a mirar atrás para contemplar las caprichosas formas que la erosión dibuja en la roca; ni, atravesar a la carrera el monte de Pandellanza sin detenerse  siquiera ante el roble herido para palpar la madera de su tronco y admirar el milagro de su rama verdecida; ni, pasar al trote por la majada de Tiatordos sin embelesarse ante la belleza de una flor y, por qué no, estimar la calidad de su cabaña ganadera. Porque si lo primero lo puede hacer cualquier buen atleta, lo segundo distingue a un caminante que da muestras de su amor a la montaña: un buen montañero. Y esta caminata que acabamos de relatar a la sombra del Maciédome y Tiatordos no tiene desperdicio para ello.

Las fotos son de Juan Lobelle

        
                     (El grupo de montaña La Peñuca de Gijón realizó esta ruta el sábado, 30 de julio de 2011)